Menos residencias y más hogar: el futuro del cuidado a los mayores está en casa
- La sociedad envejece con una previsión de que en 2050 el 30,4% de la población en España tenga más de 65 años
- La figura del geriatra de referencia, más horas de atención a domicilio y la tecnología: claves de los cuidados en casa
Como en casa, en ninguna parte. La premisa es muy sencilla y hacia ella se dirigen los pasos a dar en los cuidados a los mayores con un objetivo claro: menos residencias y más hogar, menos institucionalización y más capacidad para elegir dónde y cómo vivir en el final de nuestros días. O dicho de otra manera: una mayor traslación de los cuidados públicos a los domicilios.
Diferentes estudios y voces expertas apuntan a una tendencia para caminar hacia un modelo más humano e individualizado y centrado en el impulso de recursos de teleasistencia, ayuda a domicilio integral y centros de día, con el fin de que los mayores no se vean en la obligación, en muchos casos, de dejar sus casas, sus barrios y, en definitiva, su vida, para trasladarse a una residencia.
Desde la Sociedad Española de Geriatría (SEGG) se apuesta por un paradigma que se dirige a que el mayor pase todo el tiempo que pueda en su casa, sin olvidar la necesidad en algunos casos de las residencias, como lugares más tradicionales para vivir, o las viviendas colaborativas en la tercera edad, como nuevo modelo que va cogiendo cuerpo en España.
"Cuando nos preguntan dónde queremos vivir cuando seamos mayores, normalmente decimos que en nuestra casa y en nuestro entorno. Esto proporciona un claro beneficio emocional y favorece la autonomía personal”, asegura a RTVE.es el vicepresidente de la SEGG, Nicolás Martínez Velilla. Por ello concluye que “una parte importante de los recursos públicos deben mirar hacia los cuidados en casa” a medio y largo plazo.
Los datos de envejecimiento hablan por sí solos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada cuatro habitantes en Europa tendrá más de 65 años en 2050, y el 13% de la población tendrá más de 80 años en ese mismo año. Según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España dentro de 25 años el 30,4% de la población tendrá más de 65 años.
Con esta perspectiva clara de sociedad notablemente envejecida, con una natalidad en declive y una crisis demográfica evidente, el debate sobre cómo deben ser los cuidados es clave mirando al futuro de la sociedad.
Geriatras de referencia y más horas en la atención domiciliaria
El Ministerio de Derechos Sociales y Consumo se ha marcado de plazo hasta el año 2030 para dar impulso a su ‘Estrategia estatal para un nuevo modelo de cuidados en la comunidad’ que trata de alejarse de formas de cuidar que “tienden a la despersonalización, la rigidez en las rutinas, el trato grupal y uniforme, así como la distancia, la segregación y aislamiento social”.
Martínez Velilla, también Jefe del Servicio de Geriatría del Complejo Hospitalario de Navarra, pone el foco en una mirada transversal- lo define como un “modelo holístico”- en el que los cuidados a los mayores se dirijan, por supuesto, a atender sus necesidades básicas- aseo y alimentación- pero también buenos servicios en Psicología, Enfermería, Odontología, Terapia ocupacional o Fisioterapia.
“Los cuidados más centrados en el domicilio van, además, siempre ligados a una atención primaria de calidad”, señala, para añadir como clave para este modelo holístico implantar geriatras de referencia en el entorno más cercano del mayor.
En este punto plantea una pregunta y una reflexión que debemos hacernos como sociedad: “¿Si nadie discute que los niños deben tener un pediatra cerca, por qué no consideramos como prioritario que los mayores tengan un especialista propio también cerca?”.
Rafael de Asís, investigador principal del estudio de la Universidad Carlos III ‘Procesos de Desinstitucionalización y Transición hacia Modelos de Apoyos Personalizados y Comunitarios’, profundiza sobre hacia dónde deben ir los cuidados a los mayores e insta a un "cambio muy profundo en lo cultural, sociológico, económico, sistémico, político e incluso filosófico” en relación a cómo afrontar este asunto trascendental.
A su juicio, el edadismo marca cómo se plantea el sistema de cuidados: “La mentalidad reinante es que a partir de un determinado momento las personas valen menos, ya han cumplido con su papel en la sociedad y ya no tienen intereses y necesidades complejas. Y ese pensamiento marca de forma clara cómo se plantean los cuidados y servicios sociales”.
Y en este punto coincide con la Sociedad Española de Geriatría en que si se quiere permanecer en casa y esto es posible se deben dar las condiciones, servicios y recursos desde lo público para que así sea. Y esto pasa por cuestiones muy concretas como el aumento de las horas de atención a domicilio con una visión más integral; una apuesta por los centros de día atendiendo la diversidad de las personas mayores; y la mejora de la teleasistencia convencional con la telemedicina, la domótica y la robótica como aliados claros.
Mayor financiación y cualificación profesional
A veces las recetas son simples: un aumento muy significativo de las horas de asistencia domiciliaria, unos mejores servicios de proximidad y adaptaciones en la vivienda obran el milagro.
Y en este punto es donde se produce el principal problema. El Índice DEC 2024 elaborado por la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales y presentado este mismo lunes pone el foco en lo "preocupante" del "escaso desarrollo" de los servicios que deberían dar soporte a esta estrategia de desinstitucionalización y ofrece datos: la cobertura de ayuda a domicilio apenas ha variado desde 2010, pasando del 4,7% al 5,7% de los mayores de 65 años; la ayuda a domicilio es de 60,2 horas al mes de media (dos horas y media diarias de lunes a viernes) para los dependientes de grado III, esto es, las personas que necesitan ayuda para todo; y la teleasistencia llega al 11,1% de las personas mayores.
Todas estas necesidades sobre los cuidados en casa llevan al mismo camino y los expertos coinciden: mayor financiación, mejor coordinación entre las diferentes administraciones y una clara voluntad política de poner en el centro al mayor, con la premisa de que pueda elegir dónde, cómo y de qué manera vivir.
Tanto el vicepresidente de la SEGG como el investigador ponen el foco en la persona que requiere cuidados, pero también en el cuidador: la otra cara de la moneda. Y en este punto coinciden en un elemento clave: profesionales mejor formados y mejor remunerados.
“En el sector sociosanitario hay mucha movilidad laboral y eso no es positivo en la atención de las personas mayores que necesitan acostumbrarse a unos mismos cuidadores”, afirman desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
“Si son profesionales, su situación es precaria; y si son familiares, la carga es tal que hace imposible en muchos casos la conciliación con la propia vida”, afirma el investigador de la Universidad Carlos III.
Sensores de caídas y robots: la tecnología al servicio de la persona
Algunas experiencias muestran hacia dónde pueden dirigirse los esfuerzos para posibilitar una vejez sin salir del entorno habitual. ‘Vivir en Casa' es un proyecto liderado por la Universidad de Málaga y la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad de la Junta de Andalucía, con apoyo de los fondos Next Generation UE, y desarrollado en una veintena de domicilios en los que la fusión de la robótica y la domótica con la atención social personalizada, a través de un gestor individual (en la figura de un trabajador social), está dando muy buenos resultados, según cuenta a RTVE.es el director del Plan de Investigación e Innovación en Servicios Sociales en Andalucía, José Manuel Ramírez.
Y pone ejemplos muy concretos de cómo una persona mayor puede permanecer en casa gracias a la tecnología siempre aplicada al servicio de la persona. Sensores de luz que se encienden al levantarse de la cama y sensores de caídas con robots que avisan a los servicios de emergencia facilitan la vida.
También sistemas que funcionan de forma similar a un semáforo: luces rojas si detectan fugas de agua e inundaciones en el domicilio, luces naranjas si registran que no se ha abierto el cajón de las medicinas a la hora indicada y verdes si el frigorífico se abre menos de lo habitual, lo que implicaría que esa persona se está alimentando peor. Avisos que indican peligros de diversa índole y que llegan a ese gestor, a los familiares o personas de referencia. Tecnología al servicio de lo humano, en definitiva.
“Los robots y sistemas telemáticos no construyen vínculos y afectos emocionales y no suplantan el contacto humano, pero permiten a esa persona con toda esta tecnología permanecer en casa”, explica Ramírez, que se muestra convencido de que "aquí está el futuro de los cuidados". "La clave es que dentro de unos años todos estos servicios tan avanzados sean habituales como hoy día es el botón rojo. Deberán ser universales en algún momento", añade.
Otro proyecto es el desarrollado por el Ayuntamiento de Fuenlabrada (Madrid)- Proyecto Share- financiado por la UE y que ha sido reconocido por la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales como iniciativa pionera en desinstitucionalización en España. Busca transformar edificios públicos en desuso en viviendas adaptadas y accesibles para los mayores con el fin de compartir con jóvenes a través de un alquiler a precio protegido. Otra modalidad con el foco puesto en que el mayor no salga de casa.
Aunque los expertos consultados apuestan por un modelo vinculado al hogar huyen de la demonización de las residencias ya que en algunos casos el ingreso de mayores es necesario y no es una opción sino una obligación. Creen, eso sí, que es necesario un cambio del modelo residencial para que que en definitiva se dirija a unos centros más pensados como hogar y menos como institución.
“No vamos a un mundo sin residencias desde luego. Eso no se va a producir porque siempre va a haber personas que necesitan grandes apoyos y una asistencia sanitaria muy continua”, asegura De Asís, que pide que en estos centros asistenciales el residente tenga una mayor privacidad, una trato más personalizado y una mayor decisión en la planificación de su vida y de sus horarios. “Deben poder elegir también cómo quieren vivir dentro de las residencias”, concluye.