Europa, protegida por ahora frente a la ofensiva contra la ciencia de Trump, aunque no es "inmune"
- Aunque la gran mayoría de ciudadanos confían en la ciencia, ya se observan ataques que buscan deslegitimarla
- El continente lucha contra la desinformación desde una posición de debilidad
El mundo vive en los últimos años una gran paradoja. A pesar de que hay más información disponible que nunca sobre los avances científicos, la desconfianza sobre la ciencia y el negacionismo marcan también máximos históricos.
Este descrédito no se limita a un puñado de usuarios de las redes sociales, sino que se ha extendido hasta algunas de las instituciones más poderosas del mundo, como el Gobierno estadounidense de Donald Trump.
Desde sus primeros días en el poder, a principios de este 2025, Trump ha desplegado una ofensiva contra las instituciones científicas del país, bien despidiendo a investigadores y recortando recursos a los centros públicos o coaccionando y asfixiando económicamente a universidades privadas de primer nivel como Harvard o Columbia. Unos 2.000 científicos, entre ellos varios nobel, llegaron a implorar en una carta al presidente que detuviera su "ataque generalizado" a la ciencia y su "censura".
Europa confía masivamente en la ciencia (de momento)
Por ahora, Europa tiene "barreras de protección" frente la oleada anticientífica. "La confianza tanto en la ciencia como en la comunicación científica es alta" en el continente, según ha señalado el profesor de Periodismo en la Universidad Libre de Bruselas Ike Picone durante una conferencia organizada por el Parlamento Europeo esta semana en la capital comunitaria.
En la Unión Europea, un 83% de los ciudadanos considera que la influencia de la ciencia y la tecnología es positiva para su vida, según el Eurobarómetro de febrero. Mientras, en EE.UU. un 76% de la población cree que los científicos actúan en beneficio del interés público, aunque hay una gran división entre republicanos (66%) y demócratas (88%), tal y como se desprende de un estudio del Pew Research Centre del pasado noviembre.
Sin embargo, el Viejo continente "no es inmune" a los ataques contra la ciencia, ha advertido Picone. Muchos políticos populistas europeos tienen a Trump como su "guía" y replican sus tácticas para deslegitimar la ciencia. Aunque "no deberíamos estar muy preocupados", este experto sí que considera que "es el momento perfecto para construir mejores defensas".
La deslegitimación de la ciencia tiene consecuencias reales en la población, como se ha comprobado en Estados Unidos, donde la brecha ideológica respecto a la confianza científica se ha disparado desde la pandemia. "Puedes atacar más a las instituciones científicas cuando tu base confía menos en la ciencia", ha apuntado por su parte el editor de Ciencia y Tecnología del semanario The Economist, Alok Jha. Allí, esta desconfianza ha contribuido a la caída en la vacunación de enfermedades como el sarampión, lo que ha llevado a un grave brote en Texas.
La llegada del COVID-19 fue un punto de inflexión. "Lo que hizo fue poner el método científico frente a los ojos de todo el mundo", ha afirmado Jha. La gente pudo ver en directo, y en plazos mucho más reducidos de los que se suelen dar, el proceso de ensayo y error que guía el avance de la ciencia, con declaraciones cambiantes desde las autoridades sobre el virus o la vacuna.
La libertad académica, en peligro
Para algunos, los efectos del cuestionamiento de la ciencia ya son una realidad en Europa. Se ve con el intento de invadir la autonomía de los centros de investigación, según Christian Ehler, eurodiputado democristiano alemán y presidente del Panel para el Futuro de la Ciencia y la Tecnología (STOA) del Parlamento Europeo.
"La situación de la libertad académica no está mejorando", ha subrayado, y ha puesto de ejemplo cómo Polonia ha bloqueado el nombramiento de profesores universitarios que hubieran investigado sobre la calidad de la democracia en el país. En Alemania, el intento del Ministerio de Educación de retirar la financiación a investigadores por sus posturas sobre Palestina también provocó una gran controversia.
Hay "países miembros de la UE imponiendo restricciones en ámbitos de investigación como el Holocausto y profesores perseguidos", ha alertado Ehler en esta Escuela de Verano promovida por el European Science Media Hub.
Y aunque la situación con respecto a la ciencia es "preocupante" en Estados Unidos, la desconfianza en Europa también tiene "grandes impactos", según Jha. Se ve, por ejemplo, en el rechazo a introducir cultivos genéticamente modificados, que se basa en motivos "políticos" y no científicos.
Una Europa débil en su lucha contra la desinformación
Los distintos expertos han coincidido en resaltar la necesidad de un periodismo científico de calidad para trasladar de manera fidedigna a la población la importancia de la ciencia y para luchar contra la desinformación.
Los ciudadanos, eso sí, ya no se informan mayoritariamente a través de los medios de comunicación tradicionales, sino de plataformas digitales, y ahí Europa tiene una posición de debilidad. La mayoría de ellas —Meta, X, Google—, tienen su base en Estados Unidos —o en China en el caso de TikTok— y se guían por su legislación, por lo que es muy difícil hacer que controlen sus contenidos para evitar la difusión de noticias falsas, tal y como pretenden las autoridades europeas.
Desde la vuelta de Trump al poder, "las plataformas se han alineado" con el presidente y se han mostrado "reacias a implementar las políticas" de moderación a las que están obligadas por la ley europea de servicios digitales aprobada en 2022, según Trisha Meyer, profesora de Gobernanza Digital y Participación de la Universidad Libre de Bruselas.
Hay una "falta de soberanía" por el cuasi monopolio de las compañías estadounidenses y "Europa no está liderando" en el terreno digital, ha lamentado la investigadora del CSIC Sara Degli-Esposti.
Para abordar la avalancha de desinformación, clave en esta pérdida de confianza en la ciencia y en las instituciones, la respuesta debe darse desde varios puntos. Por un lado, desde los Gobiernos. Según Meyer, no es necesaria más legislación sobre la materia a nivel comunitario, pero sí aplicar la existente, sin tener miedo a abrir "procedimientos de infracción" como el que se inició contra X.
También tienen un gran poder los usuarios. Aunque Europa no lidera tecnológicamente, sí que tiene una "enorme base de consumidores", según Degli-Esposti. "Como consumidores podemos determinar la fortuna o miseria de esta gente [los magnates tecnológicos]", ha afirmado.