En una reunión de la primera comunidad de mujeres alcohólicas anónimas: "Estamos vivas de milagro"
- El único grupo de mujeres alcohólicas anónimas en España nació durante el confinamiento hablando por whatsapp
- Se reúnen tres veces a la semana —on line y presencial— para "abrirse en canal" y seguir sobrias "sólo por 24 horas"
El grupo de mujeres alcohólicas anónimas se llama El lenguaje del corazón. El nombre está sacado del título de uno de los libros de la amplia literatura con la que cuenta Alcohólicos Anónimos (A.A.), una asociación cuyo único objetivo es "mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad". Y alcohólicas.
El único grupo de mujeres que existe en España comenzó a raíz del confinamiento. "Éramos cuatro mujeres que nos reuníamos por whatsapp porque la aplicación no permitía más". Y esto que empezó como algo casual, creció. "Nos pasamos a skype con mujeres de otras provincias y nos damos cuenta de que es una necesidad que está ahí y por eso funciona", cuentan dos de las que iniciaron esta aventura que ya ha cumplido cuatro años. "No hemos querido innovar, ha sido un proceso natural", resumen su historia como pequeña comunidad.
Alcohólicos Anónimos cuenta con medio centenar de publicaciones oficiales para ayudar a sus miembros. BERGUÑO FERNÁNDEZ
Los grupos de Alcohólicos Anónimos (A.A.) son abiertos, gratuitos y mixtos en todo el mundo. Para participar basta con el deseo de dejar de beber. En países como Estados Unidos es muy habitual que haya comunidades formadas sólo por mujeres. En España es la primera.
Este grupo de alcohólicas anónimas convive en la actualidad con el resto de grupos donde la presencia femenina está perfectamente integrada. Según sus propios datos han pasado de una mujer por cada ocho varones a una mujer por cada tres. Su perfil también ha cambiado. Ya no son sólo amas de casa sin apenas formación, mayores de 50 años, que beben en soledad. Cada vez hay más jóvenes, con más estudios y con puestos de responsabilidad en sus trabajos.
La mujer alcohólica sufre un doble estigma porque la sociedad espera que asuman un rol principal en el cuidado del hogar y la familia. "¿Dónde has dejado a los niños?" es una pregunta que rara vez se le haría a un hombre en la misma situación. A esto hay que sumar el miedo a perder la custodia de los hijos.
Muchas madres alcohólicas no buscan ayuda por temor a quedarse sin ellos. Esto las lleva a ocultar su problema, de ahí que el alcoholismo femenino sea más difícil de detectar y diagnosticar. Además, las mujeres con problemas de alcoholismo pueden ser más vulnerables a sufrir violencia de género, siendo tanto causa como consecuencia de la adicción.
"Entre nada y on line, on line es buenísimo"
"Somos un espacio seguro para hablar con total libertad y llegamos a personas que no tienen un grupo a mano", explican Susana y Rebeca [nombres ficticios, como todos los que aparecen en este artículo para salvaguardar su anonimato]. El tema de las reuniones on line sigue siendo controvertido dentro de A.A. donde las reuniones siempre han sido presenciales. "Entre nada y on line, on line es buenísimo", sentencia la que luego moderará las dos horas de reunión. "On line se presta más a las mujeres porque vamos haciendo cosas mientras escuchamos con los cascos puestos. Es una herramienta más".
“'On line' se presta más a las mujeres porque vamos haciendo cosas mientras escuchamos con los cascos puestos“
"¿Has traído los clínex?", pregunta una de las veteranas antes de comenzar la sesión. "El ambiente que se crea es como el de los programas de radio a las cuatro de la madrugada", advierte sin dejar de recordar que son "una hermandad de mujeres" a la que les gusta "estar entre nosotras porque todo fluye mejor".
"Importa lo que decimos, no quién lo dice"
El movimiento de A.A. cuenta con más de dos millones de miembros que se reúnen en pequeñas comunidades repartidas por 180 países para darse apoyo mutuo en sus nuevas vidas sin alcohol. Para ello se sirven de un programa de recuperación basado en doce pasos.
Manos de mujeres del grupo de alcohólicas anónimas al terminar la sesión presencial del sábado. BERGUÑO FERNÁNDEZ
El anonimato es uno de los pilares sobre los que se han construido los 90 años de historia de A.A. Es fundamental para proteger a estas personas del estigma del alcoholismo y, al mismo tiempo, iguala a todos aquellos que participan en sus reuniones. "Importa lo que decimos, no quién lo dice", explica un veterano miembro de la asociación a quien el grupo de mujeres ha invitado a participar en una sesión abierta aprovechando la presencia de RTVE Noticias.
Centro social del ayuntamiento
La reunión del sábado es presencial y on line. Es de 11:00 a 13:00 pero quedamos una hora antes para tener un poco de contexto. Las trabajadoras del Centro Social Comunitario Annete Cabelli saludan con familiaridad a Susana, Rebeca y Cristina. "Viene con nosotras", explican ante la presencia del periodista que las acompaña.
La sala está decorada con grandes cartulinas de colores y actividades infantiles. En una se ven las manos impresas de los pequeños, en otra un gran árbol cuyas hojas han sido recortadas y pegadas con palabras que definen a los niños que han participado en la dinámica. Hay papeles con dibujos de los críos decorando las paredes. Una pizarra blanca y dos grandes ventanas de balcón que van del suelo al techo. En el centro de la sala tres mesas funcionales, como de oficina —imitando la madera de haya— están unidas y rodeadas por una docena de sillas de plástico azul. Todo muy limpio, muy nuevo, muy alegre. En plan sueco.
Las mujeres alcohólicas se conectan 'on line' para compartir sus testimonios
Mientras Rebeca coloca algunos libros de A.A. sobre las tres mesas unidas, Cristina prepara el móvil y lo conecta a un altavoz para que "las compañeras" —es el término con el que se refieren unas a otras— puedan escuchar y ser escuchadas. Susana contesta con paciencia, entre sorbo y sorbo de café, todas las preguntas sobre el origen del grupo, los estereotipos de las películas, las monedas, las madrinas y la importancia de la espiritualidad en el proceso. Aunque sea laica, agnóstica o atea.
"Vamos a empezar. Hola, soy Rebeca y hoy no he bebido". Todas responden con fuerza: "¡Hola Rebeca!" Y explica que hay ocho mujeres conectadas on line, otras ocho en presencial, un periodista y un compañero del grupo de Villaverde al que han invitado a la sesión abierta. Leen un capítulo del "libro azul" que se van pasando de mano en mano y de párrafo en párrafo. Rebeca, Cristina, Melinda, Susana, Juana, Carol, Juan, María y Lucía. A lo largo de las dos horas de reunión se irán intercalando testimonios personales de cinco minutos con brevísimas lecturas de diferentes libros. Las historias son tan potentes y la energía que se crea es tan especial que el tiempo vuela.
"No sé para qué me maquillo los sábados"
Cada persona es única. Sus aportaciones son descarnadas y auténticas. "No sé para qué me maquillo los sábados", dice Carol, que se justifica innecesariamente después de arrancar a llorar: "Es que soy muy emotiva". Ha sido una de las últimas en entrar a formar parte de la comunidad. "Siempre quiero decir algo elocuente y bonito, pero no". Y explica que esta semana ha tenido un conflicto con uno de los trabajadores de su empresa y que está "obsesionada con beber".
La "servidora" coloca sobre la mesa libros, pañuelos, vela e infusiones para la sesión presencial de alcohólicas anónimas. BERGUÑO FERNÁNDEZ
Carol confiesa que lo que le ha salvado ha sido participar en el acto del 90 aniversario de A.A. porque le resultó "muy motivador y revelador". Pero no tiene reparo en desnudar su alma y reconocer que le "cuesta reconocer a una fuerza superior". Al acabar su intervención todas la arropan con un "gracias, Carol" atronador y lleno de fuerza y esperanza.
"Necesito una reunión para recuperarme", inicia su participación otra de las mujeres. "Hola a todas, me llamo María y hoy no voy a beber", dice antes de confesar que "no sabía vivir sin alcohol" y que ahora, cada mañana, pone su vida y su voluntad "en manos de un poder superior", que es el segundo de sus doce pasos. Repasa sus relaciones de pareja, el diagnóstico de su psicóloga y recuerda que "antes no hablaba porque pensaba que me iban a juzgar". Pero está pletórica y feliz, consciente: "Tenía dificultades en las relaciones porque tenía una relación terrible conmigo". Y se despide con una sentencia que resume el proceso de A.A.: "Esto es un programa de vida para los que quieren aprender a vivir".
"El alcoholismo es una enfermedad incurable"
El acento de Anabella llena la sala de sones latinos a través del altavoz. "Necesitaba la reunión". Y narra cómo un compañero la ha estado acosando en el trabajo. Y se culpa. Y recuerda su infancia. "Desde el kinder he sido una inadaptada; me cuesta encajar y sentir que no soy rechazada ni odiada". Lleva "dos años sin tomar" pero no tiene problema en compartir que "sigo estando muy mal porque no he trabajado bien los temores, los vacíos, los traumas... aunque esta mañana he logrado algo muy importante y es que hay un poder superior a mí en el que tengo que confiar". Cada una elige y diseña cuál es ese poder superior. Puede ser Dios para las que creen, o el deseo del orden, de la belleza o de cualquier valor al que agarrarse y tomar como referencia.
Una de las monedas utilizadas por Alcohólicos Anónimos en su programa de los doce pasos. BERGUÑO FERNÁNDEZ
Anabella se despide con una sentencia lapidaria: "La vida es muy difícil estando sobria". Y desea a todas unas "felices 24", en referencia a las 24 horas del día que se ponen como reto cada mañana para mantener su sobriedad "sólo por un día".
“No sabía si estaba en una secta o si me iban a poner la camisa de fuerza“
"Ni el perro quería verme", dice Mayte, que también entra telemáticamente a compartir su testimonio. "Yo llego a Alcohólicos Anónimos antes de querer quitarme la vida", explica a sus compañeras con una energía y una alegría contagiosas. "No sabía si estaba en una secta o si me iban a poner la camisa de fuerza, pero ahí me enteré de que el alcoholismo es una enfermedad incurable".
Mayte narra cómo tuvo que ver un vídeo que habían grabado en la fiesta de una prima donde montó un escándalo que le habían contado y que ella no recordaba en absoluto. "Cuando bebía me convertía en una monstrua", asegura antes de terminar agradeciendo a todas la escucha y de explicar, con un tono de felicidad auténtica, que "esta es otra vida para mí; ahora sé que las promesas se cumplen si trabajo para que se cumplan".
"Las tecnologías me salvan la vida"
Los testimonios se suceden. "Hoy las reflexiones, como siempre, son alucinantes", dice Pilar desde algún rincón de España. "He probado mil cosas y esto me ha funcionado". Y cuenta que ha estado ingresada en psiquiátricos, a punto de entrar en la cárcel, viviendo en la calle "con un cartón de vino porque mi vida era ingobernable".
Pilar trabajaba como gerente en una empresa pero "no podía dejar de beber" y tiene muy claro que "gracias a las tecnologías, a mí, a Pilar alcohólica, me salvan la vida". Una idea en la que coinciden otras mujeres. Yolanda, desde un país europeo, sale de comprar pan para su hija y confiesa que "estas reuniones on line están siendo mi salvación".
En la sala otra mujer cuenta que su hijo pequeño ha sufrido esta semana un brote psicótico que ha coincidido con el que ha padecido ella. En su familia hay antecedentes de alcoholismo y drogodependencias. El silencio y la escucha casi se pueden tocar, son palpables, sólidos.
"A mí me rechinaba la espiritualidad"
Oración de Alcohólicos Anónimos. BERGUÑO FERNÁNDEZ
"Tuve la oportunidad de drogarme esta semana en una fiesta", explica otra mujer que agradece a su madrina el cable que le echó para evitar caer en el consumo. "Para mí estar 24 horas sin beber es una fiesta nacional", dice otra mujer que "bebía coñac como una anestesia, para dormir, porque mis circunstancias eran trágicas" y que también reconoce dificultades con el programa de los doce pasos porque "el poder superior me ha costado encontrarlo". Lo mismo le sucedía a Susana a quien "la espiritualidad" le "rechinaba" hasta que alguien me dijo que "se trata de bucear dentro de ti".
Ha habido risas y lágrimas. Lecturas, silencios, variedad de voces y mensajes llenos de verdad. Mucho dolor compartido. También esperanza. La "servidora" que ha llevado la reunión asegura que "estamos vivas de milagro" y, a la una en punto, invita a todos a ponerse de pie y cogerse de las manos para recitar la oración con la que cierran todas sus sesiones y que han pegado en la pizarra blanca del centro municipal: "Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquello que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia".