El poder de las imágenes en la pintura: conocer el pasado para entender nuestra forma de mirar
- Las imágenes son grandes creadoras de arquetipos y la pintura ha representado a las mujeres de una forma estereotipada
- Los símbolos forman parte de nuestro bagaje cultural e influyen en nuestra percepción del mundo
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Cuando visitamos museos, nos encontramos a mujeres continuamente. Muchas más en los lienzos que en los carteles que acompañan los cuadros, esos que indican quién los pintó y cuándo. Ante la ausencia de mujeres artistas, nos quedamos con las imágenes femeninas que aparecen en las obras. Representaciones que esconden mensajes que se repiten en el tiempo y crean arquetipos que llegan hasta la actualidad. Hemos recorrido las colecciones del Museo del Prado y del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza para enfocar de nuevo la mirada y darnos cuenta de cómo la historia del arte occidental ha retratado a las mujeres y, sobre todo, qué consecuencias ha tenido en nuestra forma de entender el mundo.
Arquetipos de mujeres: la historia del arte como instrumento didáctico
De la misma forma que otras disciplinas artísticas, la pintura, a través de una serie de símbolos, ha codificado unos prototipos fundamentales para entender nuestra forma de mirar, según explica Marta Ruiz del Árbol. La conservadora del Museo Thyssen-Bornemisza defiende: “Aunque no seamos conscientes, las imágenes forman parte de una memoria colectiva que conecta el pasado con nuestro presente. Por tanto, es importante conocer de dónde venimos para saber dónde estamos”.
“Las representaciones visuales eran educativas y han condicionado la manera en la que las mujeres se han identificado y han sido interpretadas en las sociedades“
En torno a los años 60 y 70 del siglo pasado, comenzó una reivindicación sobre la manera en la que la historia del arte occidental ha estereotipado a las mujeres. Carlos Navarro, conservador del Museo del Prado, nos cuenta que, hasta ese momento, la pintura había representado a las mujeres en torno a tres conceptos. La santa, la Virgen María, que encarna el ideal de la pureza; frente a las condenadas, objetos de perdición, y las abnegadas, sacrificadas en los cuadros haciendo los trabajos más humildes.
Navarro nos descubre cómo incluso los retratos de las mujeres más poderosas, las reinas, contienen símbolos de sometimiento a otros hombres. Según Semíramis González, curadora independiente: “Estas representaciones visuales eran educativas y han condicionado la manera en la que las mujeres se han identificado y han sido interpretadas en las sociedades”.
El desnudo femenino
Desnudar a las mujeres en los cuadros ha sido un tema en sí mismo durante nuestra historia del arte. Sin embargo, el objeto de deseo de la mirada masculina no siempre ha sido el motivo. Marta Ruiz explica que, en la antigüedad, las mujeres que aparecían desnudas en los cuadros también tenían acciones. Desde el Renacimiento, se comenzó a tomar aquellos relatos mitológicos meramente como excusa para desnudar a las mujeres y retratarlas tumbadas, como cuerpos inertes que son descubiertos.
Esto, afirma la conservadora del Thyssen, se repite en la pintura hasta la actualidad: “El protagonista de los cuadros en los que aparecen las mujeres desnudas no son las propias mujeres, sino esa mirada proyectada, ese decir, ese deseo masculino proyectado sobre la imagen femenina”.
“El protagonista de los cuadros en los que aparecen las mujeres desnudas no son las propias mujeres, sino esa mirada proyectada, ese decir, ese deseo masculino proyectado sobre la imagen femenina“
Disfrutar del arte desde una mirada crítica
La autorrepresentación de las mujeres con voz propia, según explica Carlos Navarro, comenzó a finales del siglo XIX, pero es un proceso que se extiende hasta hoy: “Conseguir que las mujeres puedan expresarse y representarse en pie de igualdad no es un trabajo que se hace en una sola generación, ni en dos ni en tres”.
Defiende que los espectadores tenemos la responsabilidad de tomar una visión crítica ante las desigualdades que hemos heredado, pero “los museos también tienen que facilitarnos los instrumentos que permitan concienciarnos de la diferencia que el pasado ofreció a los hombres y a las mujeres en el mundo del campo de las artes”.
“Una mirada más crítica también es más interesante porque añade más matices a la hora de conocer e interpretar una obra“
Para Semíramis González, es posible seguir disfrutando de las grandes obras que ha dado la historia del arte occidental y a la vez cuestionar lo que vemos: “Una mirada más crítica también es más interesante porque añade más matices a la hora de conocer e interpretar una obra. En ese punto es donde podemos encontrar el diálogo”.
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