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El sufrimiento emocional, las fugas y las expulsiones del hogar, detrás de las desapariciones de menores en España

  • La Fundación ANAR advierte que las fugas de adolescentes se deben leer como un grito de auxilio
  • El miedo, la tristeza y la violencia explican gran parte de las desapariciones de menores
Las fugas son la principal causa de desaparición de menores en España
INÉS MODRÓN LECUE / DatosRTVE
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Una adolescente no regresa a casa de madrugada. Sus padres, con el corazón encogido, no saben si deben esperar o denunciar ya su ausencia. Como este, la Fundación ANAR ha atendido 1.171 casos de menores desaparecidos en el último año y ha prestado servicio también a las familias, que se encuentran en un momento de gran vulnerabilidad cuando desconocen el paradero de sus hijos. En esos momentos, recuerdan desde la entidad, cada minuto cuenta y actuar con rapidez puede marcar la diferencia. Por eso, es fundamental contar con profesionales que mantengan la calma y activen correctamente el protocolo.

Casi una de cada dos personas desaparecidas en España durante 2024 era menor de edad, según el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) del Ministerio del Interior. Estos casos revisten una especial gravedad por los riesgos a los que se enfrentan los niños, niñas y adolescentes cuando están solos fuera de casa.

Las fugas son la principal causa

Según los datos de ANAR, la mayoría de las desapariciones de menores el pasado año se debieron a fugas del hogar o de los centros en los que residían. Cerca de seis de cada diez chicos y chicas desaparecidos llevan a cabo lo que comúnmente se conoce como "huidas voluntarias". Este término molesta al director técnico de la Fundación, Benjamín Ballesteros, que considera que "no existe voluntariedad, sino desesperación por lo que sufren en sus entornos" y califica estas escapadas de medidas "desesperadas" e "irracionales".

Los datos del Informe Teléfono ANAR 116 000 para casos de niños/as desaparecidos en España 2024 muestran el sufrimiento emocional que subyace tras estos casos. La mitad de los menores que desaparecen presentaban problemas de salud mental y en casi siete de cada diez casos arrastraban estas dificultades desde hacía más de un año.

"Nos tendríamos que preguntar qué hace que un menor de edad piense que no quiere continuar allí", advierte la directora de Líneas de Ayuda de ANAR, Diana Díaz. A menudo, estas fugas, que no suelen alargarse más de diez días, son la manifestación de un entorno hostil. Los desaparecidos describen situaciones en el hogar marcadas por la violencia de género, las adicciones —principalmente al alcohol—, el maltrato psicológico y físico y la agresividad.

Por eso, ANAR insiste en que estas desapariciones se deben interpretar como un grito de auxilio. Los menores escapan de un entorno que perciben como inseguro o injusto. Muchas veces desconocen el riesgo al que se enfrentan al escapar sin recursos hacia una situación de alta vulnerabilidad, por lo que "hay que poner todos los mecanismos para prevenirlo", explica Díaz.

Una chica adolescente y en conflicto, el perfil más común

El perfil más frecuente del menor desaparecido es el de una adolescente mujer, en más de la mitad de los casos, que vive en su mayoría con algún familiar. Solo un pequeño porcentaje reside en centros de protección. Un 3% de los desaparecidos presentaba alguna discapacidad.

Muchos de los menores que desaparecen lo hacen porque no encuentran otra salida a lo que sienten por dentro. Cuando hablan con ANAR, expresan emociones como la tristeza, la ansiedad, el miedo, la soledad o incluso ideación suicida. Relatan episodios de maltrato psicológico e incomprensión.

Sin embargo, los adultos que los rodean suelen verlo de otra forma. Hablan de problemas de conducta, de agresividad o de adicciones y alejan el foco de los problemas de salud mental que afectan a los menores.

Las expulsiones del hogar son la segunda causa

La segunda causa más frecuente de desaparición de menores es la expulsión del hogar. Principalmente, son adolescentes que, en medio de un conflicto o una situación límite, se encuentran en la calle. A veces es el resultado de una discusión subida de tono o una medida desesperada que toman los guardadores del menor al verse desesperados.

Ballesteros recuerda que, pese a que existen "contextos muy difíciles", expulsar a un menor del domicilio nunca puede ser la solución, porque es un delito, viola sus derechos y los deja en una situación "de enorme vulnerabilidad".

Cuando los menores se encuentran fuera de su hogar, sin un lugar seguro al que ir, quedan expuestos a riesgos muy graves. Una vez solos y en la calle, pueden confiar en personas que busquen aprovecharse de ellos y acabar convertidos en víctimas de violencia, abusos o explotación e incluso integrados en redes delictivas. Díaz recuerda la importancia de "ponerse en manos de profesionales para evitar esa expulsión, que es ilegal".

Otros motivos de desaparición

Los adolescentes protagonizan las fugas y las expulsiones del hogar, pero, en el caso de los más pequeños, se producen mayor medida la sustracción parental, la pérdida accidental o el secuestro con fines criminales o ilícitos, aunque este último en España se encuentra en cifras muy bajas.

Tras la desaparición de un menor, sus familias refieren emociones como el miedo, la ansiedad y la tristeza. "Sabemos que podemos ayudarles, pero necesitamos que nos conozcan", asegura Ballesteros.

La importancia de la prevención

El foco, apunta el director técnico, debe dirigirse hacia la prevención y recuerda que "conocer qué hay detrás de cada fuga o intento de fuga" es fundamental. Hace, además, un llamamiento a los padres que sospechen que puede producirse una sustracción por parte del otro progenitor y les insta a pedir ayuda: "Si salen de país y viajan a alguno que no sea firmante del Convenio de La Haya, tenemos grandes dificultades".

En el ámbito de la prevención, las medidas más importantes son también las más básicas, según Díaz. Lo esencial es generar un sentimiento de pertenencia de los menores en las familias y sus entornos: "La adolescencia atraviesa desafíos y frustraciones y tiene que sentir que su comunidad le puede escuchar antes de que tome una decisión irreversible". La falta de empatía con los menores puede agravar el problema, porque "la fuga se rige muchas veces por los mismos términos que la ideación suicida o la autolesión".

Una vez se ha producido la desaparición, es muy importante "la inmediatez". Ballesteros aclara que "no hay que esperar 24 o 72 horas para denunciar la desaparición, como piensa mucha población", porque son todas consideradas "de alto riesgo". Además, insiste en la necesidad de ser "sinceros" y "transparentes" con la Policía o la Guardia Civil en el momento en el que se traslada la denuncia, sin dejarse vencer por "el miedo o la vergüenza", porque toda la información es clave.

Las familias de los menores desaparecidos no se consideran víctimas y, por tanto, no tienen acceso a determinados recursos, que desde ANAR consideran necesarios. "Pocas circunstancias son peores que la desaparición de los hijos, por eso necesitamos que se les incluya en el Estatuto de la Víctima", asegura Ballesteros.

El 116 000 atiende los casos de menores desaparecidos

El teléfono 116 000 que gestiona la Fundación ANAR activa protocolos, moviliza a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y canaliza a las familias hacia los recursos sociales, psicológicos y jurídicos que necesita. En 2024, se realizaron 1.347 derivaciones a recursos externos y 256 intervenciones de urgencia, muchas de ellas en colaboración con la Policía Nacional, la Guardia Civil o los servicios sociales.

Desde que comenzaron con esta labor en septiembre de 2010, los casos anuales atendidos por la entidad van en aumento. Destaca el dato del año 2021, como el superior de la serie histórica, debido al "efecto rebote" que propició la pandemia, según la directora de Líneas de Ayuda de ANAR. Durante el confinamiento, muchos menores y sus familias se vieron meses atrapados en situaciones especialmente tensionadas, lo que derivó en muchas fugas y expulsiones del hogar. La cifra de 2024 roza este récord, con 1.171 casos atendidos.

ANAR forma parte de la red europea de gestión del número 116 000 y colabora estrechamente con entidades de otros países. En 2024, intervino en seis casos de cooperación internacional en los que estaban implicados siete menores de edad. La directora del departamento jurídico, Sonsoles Bartolomé, destaca que esta colaboración es de gran ayuda para mejorar los procesos y proteger mejor a los niños, niñas y adolescentes.

Desde la Fundación, buscan reforzar su apoyo a los menores migrantes no acompañados, que suponen un porcentaje inferior al 1% de los casos de desaparecidos a los que atienden, pero que pueden verse expuestos a redes de explotación sexual o laboral. Su objetivo es lograr que se conozca su servicio, para poder atender a estas víctimas. Han implementado, además, un servicio de teletraducción simultánea en diferentes idiomas con este fin.