Enlaces accesibilidad

'Ciudad sin sueño': la Cañada Real se asoma en Cannes abandonada, orgullosa y mágica

  • Guillermo Galoe presenta en la Semana de la Critica de Cannes su largometraje, participado por RTVE
  • "Es inviable que miles de niños y niñas, que forman parte del futuro, vivan sin electricidad", dice el director
La Cañada Real llega al Festival de Cannes con 'Ciudad sin sueño'
ESTEBAN RAMÓN (Cannes)
  • Facebook
  • X
  • Bluesky
  • WhatsApp
  • La dirección de esta página ha sido copiada en su portapapeles
  • El contenido ha sido guardado en su lista

Ciudad sin sueño es un privilegio para cualquier espectador. Solo Guillermo Galoe, el premiado cineasta que lleva años “estableciendo una relación con la Cañada Real a través del cine”, podría tener el conocimiento para abrir una ventana de ficción, realista y autoral , en el mayor asentamiento irregular de Europa, situado apenas a 14 km del centro de Madrid.

Junto a parte de su reparto de actores no profesionales, todos habitantes de la Cañada, el cineasta Guilermo Galoe se pasea por Cannes, consciente de la contradicción entre las imágenes de su película y el circo de vanidad de la Costa Azul. “Cannes es un lugar de contradicciones radicales y es paradójico. Tenemos en cuenta que la vida no es esto, pero habiendo trabajado desde los márgenes, estar en el centro del cine mundial es muy importante para los actores, la Cañada y nosotros”, expresa.

Galoe ganó en 2024 el Goya al mejor cortometraje con Aunque es de noche, que ya contenía mucho de los temas y tono de Ciudad sin sueño. Y en 2016 ganó el Goya a mejor documental con Frágil equilibrio, donde desnudaba, hilando con una entrevista con el fallecido expresidente uruguayo Mujica, un mundo de desigualdades en los que los pobres padecen su miseria y, los trabajadores bien remunerados, la insatisfacción vital.

Rodada en sector 6 y sector 5, y con la participación de RTVE en la producción, las imágenes de Ciudad sin sueño se visten de cine social con algún código de wéstern y cine negro para mostrar el desarraigo de un adolescente en la encrucijada de perder a un amigo magrebí que parte para Marsella, el realojo de su familia en una vivienda estatal, y el lamento del patriarca familiar por un mundo que se desvanece.

RTVE.es estrena el tráiler de 'Ciudad sin sueño', seleccionada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes

PREGUNTA.: Hay en la película una doble autoridad. La primera por el privilegio, construido por tu trabajo durante años en talleres de cine para los habitantes de la Cañada, de ser aceptado en el asentamiento. Y la segunda, tu mirada autoral.

RESPUESTA: La idea de hacer actividades de cine durante seis años de manera diaria es muy interesante, porque una forma de discriminar una comunidad es negarle espacios culturales. Y creo que el cine ha ocupado ese espacio que ha sido vaciado.

Y, en la película, llevábamos un guion muy enhebrado para, como decía Bresson, “tener normas de hierro para poder romperlas”. Los actores, todos habitantes de la Cañada, no leyeron una sola línea de guion. Me interesaba crear el caos dentro de unos límites. Y, sí, soy un privilegiado por rodar ahí. En el rodaje luego tratábamos de huir de las dinámicas de poder y jerarquía que surgen cuando llegas con una cámara. He sido muy pesado para conocer a las personas y ser muy claro con lo que quería.

P.: La película tiene algo de wéstern, por el espacio de confín que retrata y por el conflicto crepuscular de un mundo que se apaga, pero sobre todo es un retrato de las consecuencias psicológicas de habitar una realidad así.

R.: Sí, la idea era encontrar las consecuencias de lo político en lo íntimo. Son unos personajes que suelen estar encasillados y aquí podrían haber salido de un wéstern o un noir, pero se trataba de sentir su piel en un momento donde se desvanece un mundo que se acaba. Un mundo en que las costumbres, maneras, mitos y leyendas se vienen abajo. Y, sin embargo, sienten orgullo por un mundo que se acaba. La película no ofrece respuestas ni siquiera propone un juicio moral sobre qué es bueno y qué es malo. En la película todos son víctimas del sistema.

P.: Ese orgullo es una idea de comunidad que se reivindica en la película.

R.: Sí, estamos en una sociedad donde existen comunidades en internet o en redes sociales, pero mi pregunta es si, como además es una sociedad bastante homogeneizante, se tiende a eliminar rasgos hereditarios en las comunidades desplazadas. ¿Y qué hacen esas comunidades desplazadas? Pues la autoafirmación de esos vínculos identitarios, comunitarios, la idea de ‘los míos’, que se hace más fuerte.

Y quiero dejar claro que no quiero caer la romantización de eso, porque el hecho de vivir así, en ese lugar tan desplazado, genera situaciones completamente negativas, sobre todo para los niños, que son nefastas. Pero sí quería recoger esa herida de los personajes, que solo son escuchados para ser desalojados. Y creo que hay un valor positivo en esas parcelas familiares donde se comparten los cuidados y conviven abuelos, bisabuelos, tíos y primos. Hay algo enriquecedor. Pero, insisto, sin romantizar.

P.: Como en cortometraje, las imágenes que los adolescentes graban con su móvil dialogan con tu mirada más clásica, que tiene una textura cercana al celuloide.

R: Sentí una preocupación estética por los niños. Son quienes todavía tienen un camino muy largo que recorrer y han de tener posibilidades. Del cine me gusta la capacidad de situarte frente al mundo con la capacidad de asombro. Y un cine libre de juicios tiene más posibilidades de hacer experimentar la realidad con más matices. La mirada de un niño permite todo eso. E incluso yo trato de lograr eso: podemos llegar a horrorizarnos y de pronto darle la vuelta a esa imagen y encontrar algo mágico donde solo hay sordidez. La idea es poner en cuestión la mirada: cómo nos vemos y cómo nos ven. Y buscar también que estallasen los colores.

P.: Hay varios momentos de lentas panorámicas de 360 grados que dejan muy claro la excepcionalidad del lugar.

R: Se trataba de colocarte frente al mundo y que no haya un corte que te condicione. Como decir: este es el mundo que tienes delante tal cual, con el tiempo de la realidad. Y, al mismo tiempo, están pasando muchas cosas porque es una comunidad muy rica y vibrante donde todo sucede al mismo tiempo.

P.: Es algo irónico que, a raíz del gran apagón, se ponga en el centro del debate público el derecho al suministro de energía, cuando hay miles de personas en Madrid con el suministro cortado.

R: El propio tiempo está poniendo las preguntas encima de la mesa. Lo de la luz es terrible y sigue sin resolverse. Debemos reflexionar, más allá de cualquier tipo de complejidad social que pueda haber o no: hay unos derechos básicos. No puede ser que miles de niños y niñas vivan sin electricidad. Cualquier razonamiento alrededor me da igual. Son parte de sociedad y del futuro. Es inviable.

No recomendado para menores de 7 años La Cañada Real, plató de la película 'Ciudad sin sueño' | Ver
Transcripción completa

Allí se ha rodado "Ciudad sin sueño",

una película interpretada por actores no profesionales,

vecinos de la zona, y dirigida por el dos veces ganador

de un Goya, Guillermo García

Desde hace más de 50 años, la Cañada Real existe,

quizá no para siempre, hace unos meses,

se firmó un plan de realojo a 10 años.

Una franja de 16 kilómetros, dividida en seis barrios,

unos peores, donde la droga campa, otros en los que la vida transcurre

con sus penurias pero fluye y de esas que un día llega el cine,

y rueda a oscuras porque aquí llevan sin luz más de 3 años,

unas 4.000 personas con Madrid, a menos de 20 kilómetros.

Es gente que no tiene una representación en la pantalla,

o tiene muy poca, y que están pidiendo a gritos,

ser escuchados, ser vistos y bueno también decir estamos aquí.

Nosotros hemos intentado tener una mirada ni paternalista,

ni victimizante, ni blanqueante,

ni tampoco miserabilista.

En la vida Chule y Toni, son familia,

en la ficción: abuelo y nieto los desalojan

afrontará otra pérdida, la marcha de su mejor amigo.

Ese abrazo no es impostado, se conocen desde los 3 años.

Qué es lo que más os está gustando de esto todo la verdad.

El reparto son vecinos.

Algunos como Chule, por sopresa,

iba a beber una cerveza, alguien de producción se acerca y ...

Quiere hacer la prueba, y yo así de cachondeo,

pues sí venga, vamos, estuvieron allí en casa trabajando un poquito,

empezaron a grabarme con los móviles y se pone Elena este vale.

Guillermo tiene dos Goyas, uno por un corto que ya adelantaba

esta historia también con Toni un día se sentaron juntos,

en una montaña, el director le dijo que iba ser el prota

de su nueva peli.

Ciudad sin sueño aunque no sin esperanza.

La Cañada Real se convierte en plató de cine de la película de Guillermo García, 'Ciudad sin sueño'

P.: Un personaje verbaliza que los gitanos no han sido aceptados “nunca”.

R.: El racismo es algo muy grave y genera violencia, muerte en muchos lugares del mundo. La discriminación de clase y raza es algo muy importante. Mujica decía que el mundo es maravilloso porque somos distintos, pero también semejantes. Hay que encontrar lo distinto en la belleza, pero entender que en lo social y en lo humano somos lo mismo.

Cuando escuchamos argumentos racistas no debemos olvidar que la comunidad gitana ha sido discriminada en España durante siglos. En los comentarios racistas hay una tendencia a acusar a una comunidad de cosas que no nos damos cuenta que están erradicadas en los que discriminan. Hay que remontarse a siglos anteriores y entender que hubo una discriminación y, de manera generacional, se van reduciendo oportunidades. En la Cañada me he encontrado muy cómodo en esa comunidad. Incluso he conocido rasgos que forman parte de mi propia identidad: mucha gente de la Cañada viene de zonas de Extremadura que también fueron las de mis abuelos paternos. Recorrieron los mismos campos, cazaron con los mismos perros y contaron las mismas historias.

P.: Cuando estrenaste Frágil equilibrio, en 2016, había una crítica a la sociedad contemporánea pero también una invitación a la esperanza a través de Mujica, que no sé si ahora es menor.

R. Ahora hay más tensión. La violencia y el absurdo se han legitimado y están encima de la mesa. No había estas voces totalitarias en países tan importantes. Había una especie de querer agarrarse a la esperanza. Por lo que vemos ahora es más complicad, pero la película sí quiere dejar abierto eso: a algo debemos agarrarnos. Que es lo que ocurre también en esas comunidades, querer agarrarse algo, porque si no…