Los padres que encerraron a sus hijos durante cuatro años les hacían creer que estaban enfermos
- Los menores han vivido aislados del mundo en condiciones insalubres durante cuatro años
- La justicia ha retirado la patria potestad a los progenitores, ya en prisión preventiva sin fianza
Los agentes de policía que irrumpieron el pasado lunes en una vivienda de Fitoria, que forma parte del concejo de Oviedo, en Asturias, encontraron a tres niños que corrieron a refugiarse entre los brazos de su madre, mientras el padre se mantenía distante. Los menores llevaban mascarillas y apenas sabían andar.
Tras casi cuatro años de encierro, los niños — dos gemelos de ocho años y un hermano de diez — salían por primera vez al exterior desde diciembre de 2021, como recogen las imágenes cedidas en exclusiva al programa Mañaneros de TVE. Durante este tiempo, ni siquiera habían pisado el jardín. Las únicas dos ventanas desde las que podían recibir algo de luz natural solo se podían abrir hasta la mitad y, cada día, a las 17.30 horas, el padre ordenaba cerrarlas.
Uno de los niños de la llamada "casa de los horrores" camina por el exterior Cedidas a Mañaneros en exclusiva
Sus padres les administraban vitaminas y medicamentos adquiridos en el mercado negro, algunos con principios psicoactivos como el cannabis, para tratar supuestas patologías que ellos mismos habían diagnosticado. Ninguno de los dos tiene formación médica, pero consideraban que los niños padecían trastorno del espectro autista y cardiopatías.
Los más pequeños dormían todavía en cunas de bebé, pese a tener ocho años. Usaban pañales, no porque los necesitasen, sino porque, según los padres, no controlaban sus esfínteres. Cuando los agentes accedieron a la vivienda, encontraron un cuarto de baño con una caja llena de pañales usados. También disponían de un armario repleto de medicamentos y cerrado con una llave que custodiaba el padre.
Los padres ingresan en prisión preventiva
La investigación judicial ha derivado en prisión preventiva sin fianza para ambos progenitores, el hombre alemán de 53 años y la mujer de doble nacionalidad alemana y estadounidense, de 48. Los padres han explicado a la jueza que temían que sus hijos enfermaran tras la pandemia y aseguraban que padecían trastornos de salud que no existían. El primer informe médico en España descarta cualquier cardiopatía, motivo que señalaban para justificar su traslado al país, y el último informe pediátrico registrado en Alemania en 2019 confirmaba que los niños estaban sanos.
La hipótesis más plausible, según ha explicado la psicóloga Ana Villarrubia en Mañaneros, es que trate de un síndrome de Munchausen por poderes. Este trastorno provoca que los padres o cuidadores inducen o inventan problemas de salud en otros, en este caso sus hijos, para mantener el control y el rol de cuidador. "Les hacen creer que están enfermos y, además, los enferman a través del uso de medicamentos que no están indicados", ha aclarado.
Es habitual que estas situaciones deriven de algún desencadenante, "como el miedo o el estrés desbordante". A partir de entonces, lo importante para los padres, según la psicóloga, deja de ser el bienestar de los menores y se centra en cómo se sienten ellos mismos al proporcionar esos falsos cuidados. Otra hipótesis, que Villarrubia considera menos probable, es una psicosis compartida.
Un encierro peligroso para los niños
La investigación apunta a que el encierro fue deliberado. Los padres solicitaron que sus hijos estuvieran escolarizados en casa tras la pandemia. El centro educativo se negó y, poco después, se trasladaron a España, donde trataron de empadronar solo al padre y ocultar al resto de la familia. Con la mediación de una empresa madrileña, él tramitó su alta como autónomo y alegó que trabajaría desde casa como freelance en el ámbito de los recursos humanos.
El relato que reflejan los testimonios de los policías dibuja un escenario de insalubridad extrema en un entorno que podía poner en riesgo la salud de los menores. Los pequeños hablan en inglés y se asombraron al ver el exterior tanto tiempo después. Aún se desconoce cuánto daño les ha podido producir este encierro. El hermano mayor tiene problemas de motricidad y los pequeños sufren estreñimiento. Tras la retirada de la patria potestad y la custodia a sus progenitores, los menores se encuentran en un centro de acogida del Principado de Asturias, bajo evaluación física y psicológica.
Dos de los niños caminan por el porche junto a un policía Cedidas a Mañaneros en exclusiva
La prioridad, sostiene la psicóloga, es que los niños se encuentren en un "entorno amoroso, didáctico y educativo". Si antes del encierro recibieron afecto y buenos cuidados, "hay algo que recuperar". De no ser así, su recuperación, aventura, será más complicada: "Hay periodos sensibles para la adquisición del habla, la psicomotricidad fina y gruesa y el establecimiento del apego".
La gravedad de la situación va más allá de haber permanecido encerrados en condiciones insalubres, insiste la psiquiatra infantil y adolescente Lucía Torres a TVE: "Lo único que han conocido en la vida son personas que a la vez son cuidadoras y agresoras".
El contacto con los demás y confiar en un adulto de referencia puede resultar ahora confuso para estos niños. La psicóloga Natalia Ortega explica que la adaptación debe ser paulatina, para evitar que los nuevos estímulos bloqueen a los menores. Tras una situación tan traumática, las expertas consideran fundamental que los pequeños cuenten con figuras de referencia que eviten ese sentimiento de desamparo.