Santa Marta, la humilde morada en vida del papa Francisco, blindada antes de su velatorio
- Los curiosos se acercan a la residencia del pontífice, que renunció a vivir en el Palacio Apostólico
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"Mañana en la basílica", dice en un correcto español con acento italiano el guardia que custodia el acceso de El Vaticano que conduce a la Casa de Santa Marta o 'Domus Sanctae Marthae'. Es un hotel de 129 habitaciones para cardenales y prelados donde el papa Francisco se instaló durante su pontificado. Allí sus restos todavía descansan este martes, antes de su traslado el miércoles por la mañana a la Basílica de San Pedro para su velatorio.
Un grupo de turistas españoles trata de acceder al recinto, con una mezcla de curiosidad y devoción. Son los Domínguez, de la provincia de Toledo, tres generaciones de la misma familia a los que la noticia de la muerte de uno de los papas que más ha revolucionado la Iglesia católica les pilló en Roma, de vacaciones de Semana Santa. Como ellos, la mayoría de gente que pasea por la Plaza de San Pedro y alrededores son turistas o grupos de peregrinos que asisten en viajes programados con antelación.
"Es una pena que tenemos el vuelo de vuelta el jueves y no podemos quedarnos al funeral. Es algo histórico", comenta Alicia, de la generación más joven. Para su abuela, declarada católica, el papa fue "un hombre bueno, que siempre se preocupó por los más pobres". Tras la negativa del guardia, desisten de su intención de entrar en Santa Marta, como varios turistas y curiosos que intentan ubicar el lugar donde reposa el cuerpo del argentino Jorge Bergoglio.
El Vaticano ha difundido este martes las primeras imágenes del cuerpo de Francisco, en las que se le ve sobre un féretro de madera forrado de terciopelo rojo con una casulla púrpura, una mitra blanca y un rosario en las manos. Las fotos corresponden a la ceremonia de constatación de su muerte, que tuvo lugar el lunes y que fue presidida por el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell. Se celebró en la capilla de Santa Marta, donde el sumo pontífice argentino solía dar misa en los primeros años de su estancia allí, antes del empeoramiento de su salud.
El primer papa latinoamericano y el que abrió la Iglesia católica a las periferias decidió trasladar su residencia a la Casa de Santa Marta, en vez del lujoso del Palacio Apostólico, residencia oficial de los papas desde que Pio X se instaló allí en 1903. Francisco renunció al lujoso apartamento pontificio, situado en la tercera planta del palacio, que consta de diez habitaciones, imponentes salones con suelos de mármol profusamente decorados, biblioteca, estudio médico, capilla, comedor y cocina propios.
"Esto es para mí", dijo sobre Santa Marta
"No es tan lujoso, pero es enorme. Es como un embudo, pero al revés. Entra el que tiene permiso para entrar, entonces caes en manos de los colaboradores, perdés independencia y sin gente...", afirmó Francisco en 2013, cuando fue nombrado papa y rechazó vivir en el palacio. Después de visitarlo, entró en Santa Marta y dijo: "Esto para mí". "Cuando me preguntaron por qué no me había quedado a vivir allá, yo dije: 'Por motivos psiquiátricos'", explicó tiempo después en una entrevista.
Francisco fue el primer papa en 110 años que optó por no vivir allí. Decía necesitar "estar rodeado de gente", dejando de lado los protocolos. Allí residió los 12 años de su pontificado en una modesta habitación, y allí murió a los 88 años este lunes, después de una larga hospitalización de 38 días en el Hospital Gemelli de Roma por una patología respiratoria crónica.
Desde su elección en 2013, el papa transformó con su estilo austero la vida cotidiana en el Vaticano. Su elección de residencia reflejó su compromiso con una Iglesia más accesible y humilde. A pesar de ello, la casa siguió operando como alojamiento para miembros del clero e invitados del Vaticano.
En los primeros años de su pontificado, su rutina de vida era simple y modesta: se levantaba temprano, sobre las 4.45 horas, se vestía y afeitaba; luego dedicaba tiempo a la meditación, la lectura y el rezo; y a las 7.00 oficiaba una misa, según fuentes vaticanas y medios católicos especializados. Esta rutina varió en sus últimos años por sus problemas de salud.
El hogar de Francisco
Podían pasar días en los que no salía de recinto, pero los huéspedes y residentes de la Casa Santa Marta eran una buena compañía y se sentía en su hogar. Comía en el mismo comedor de los demás y recibía la misma comida y no tenía una mesa reservada para él. La única deferencia con Bergoglio fue la de añadir mate a la oferta de café, leche y zumos en el desayuno.
El edificio fue construido en 1996 por el papa Juan Pablo II para proporcionar un lugar de alojamiento para los cardenales y prelados que visitaban Roma, especialmente durante los cónclaves. Este hotel, adyacente a la basílica de San Pedro, tiene 129 habitaciones: 106 suites, 22 habitaciones dobles y un apartamento. En él trabajan unas 70 personas, que formaban parte del día a día de un "casero" Francisco. Siempre se alojó en la 201 —equipada con poco más de una cama individual de madera, una silla, un perchero, además de un funcional baño privado— aunque en los últimos años utilizó como despacho una habitación adyacente.
Hasta el empeoramiento de su salud, Francisco solía celebrar misa en la capilla donde hoy reposan sus restos. Durante la pandemia, llegaron a retransmitirse diariamente en directo desde la capilla de la 'Domus', alcanzando cifras récord de audiencia, con hasta cuatro millones de espectadores al día. En días señalados, esa cifra llegó a triplicarse.
El edificio actual no está lejos de la 'puerta de Perugino', que en un principio se construyó para los enfermos de cólera en la epidemia que azotó Roma en 1881 bajo el pontificado de León XIII. Unas seis décadas más tarde, Pio XII lo utilizó para esconder a judíos prófugos durante la Segunda Guerra Mundial. Fue Juan Pablo II quien le dio su fisonomía actual como hotel para los invitados del Vaticano.
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