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El deporte como arma diplomática: cuando el honor de un país se mide en ganar o perder contra un rival

  • El presidente ruso, Vladímir Putin, ha recurrido al deporte como herramienta diplomática de poder blando
  • La lógica del deporte puede usarse para fomentar el acercamiento entre países o reafirmar la superioridad
El deporte como arma diplomática: cuando el honor de un país se mide en ganar o perder contra un rival
RTVE.es

En 1980, durante los Juegos Olímpicos de Invierno, una selección de universitarios de Estados Unidos lograban el llamado "milagro sobre el hielo". Ganaban a la todopoderosa Unión Soviética en hockey sobre hielo. Casi medio siglo después, en un incipiente deshielo entre Estados Unidos y Rusia, el presidente ruso, Vladimir Putin, recurre al deporte como arma diplomática.

"Es un instrumento de poder blando muy importante, no solo para proyectar poder y legitimar a los líderes a nivel interno", afirma el analista de El Orden Internacional, David Gómez. "Lo hemos visto a lo largo de la historia, no solo para incentivar el nacionalismo, sino también para intentar acercar a esos países", subraya.

Entre Washington y Moscú hay duelos míticos donde ganar o perder no iba solo de medallas. Esa rivalidad tocó techo con el ajedrez. El tablero como campo de batalla se usó para medir dos modelos políticos: comunismo contra capitalismo. En 1972, el estadounidense Bobby Fischer le ganó la corona mundial al soviético Boris Spassky, considerado desde ese momento un traidor para la URSS.

"La lógica de la distensión, de organizar partidos para fomentar o incentivar el acercamiento entre países esta ahí, pero también para afirmar públicamente que 'yo soy superior a mi adversario'", incide Gómez.

El deporte como herramienta de unión o rivalidad

Actualmente, está la lógica de organizar partidos para fomentar el acercamiento entre países, pero también la de afirmar públicamente la superioridad de un Estado frente a su adversario. En las últimas semanas, los campos de hockey han librado la guerra comercial presente entre Estados Unidos y Canadá. También sigue en el aire cómo organizarán juntos, también con México, el Mundial de fútbol.

"América dará la bienvenida al mundo. Daremos alegría y felicidad y eso no tiene precio", aseguraba el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, el pasado 7 de marzo en la Casa Blanca mientras presentaba, junto al presidente, Donald Trump, el trofeo del Mundial de Clubes. La retórica de Infantino, no obstante, contradice el contexto de rivalidad entre México, EE.UU. y Canadá, envuelta en conflicto por los aranceles y la cuestión migratoria.

Será la primera vez en la historia de un mundial que se llevará a cabo en tres países en paralelo. En este contexto, la cooperación trilateral de los tres Estados norteamericanos, ahora más que nunca, está en duda. La diplomacia del deporte puede ser clave de nuevo para una reconciliación.