Pódcast 'Diario de Ucrania': el miedo a Rusia resucita las minas antipersona, "la más tonta de las armas"
- Finlandia, Polonia y los países bálticos han anunciado que abandonarán el tratado que prohíbe unas armas que matan y mutilan a miles de civiles
- Guerra Rusia-Ucrania, en directo


A principios de la década de los 90 del siglo pasado, cientos de miles de personas en todo el mundo decidieron trabajar juntos con un único fin: acabar con las minas antipersona. Su impulso sirvió para tejer una alianza con la sociedad civil, un millar de organizaciones no gubernamentales, la ONU y varios gobiernos contra un arma que cada año mata y mutila a miles de civiles. Agrupados en la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona, en 1997 ganaron el Premio Nobel de la Paz y, lo que es más importante, consiguieron algo inédito: el primer tratado de la historia que prohibió un arma. La Convención de Ottawa entró en vigor en 1999. Desde entonces, más de 150 países se han adherido a ese tratado.
Pero el miedo cotiza al alza en Europa, especialmente en los países cercanos a Rusia. Finlandia, Polonia, Lituania, Letonia y Estonia han anunciado su intención de abandonar la Convención de Ottawa para defenderse de la amenaza rusa. Se unirán al grupo formado entre otros por Rusia, Estados Unidos, Corea del Norte, China o Irán, que nunca firmaron el tratado. ¿Cuáles son las causas y las consecuencias de esta decisión? ¿Cómo afectará a la lucha contra este tipo de armamento que mata mayoritariamente a civiles? Lo analizamos en un nuevo capítulo del pódcast 'Diario de Ucrania' con Camilo Serna, vicepresidente de la Junta Directiva de la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona y director de la Campaña Colombiana contra Minas y el profesor de Historia Mundial de la Universidad de Helsinki, Teivo Teivainen.
"La más tonta de todas las armas"
La Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona ha expresado su consternación por la decisión de estos países de volver a recurrir a "la más tonta de todas las armas", en palabras de la directora de la organización, Tamar Gabelnick. "Las minas antipersonales no distinguen. No pueden diferenciar si quien la pisa es un soldado o un niño", nos explica Camilo Serna, que recuerda otra segunda característica que las hace especialmente dañinas. "Pueden durar muchos años después de acabarse una guerra. Un sola mina o, incluso, la mera sospecha de que puede haberla, hacer que todo esa área quede inhabilitada para cualquier tipo de uso. Además, quitar una mina cuesta entre 100 y 150 dólares, muchísimo más de lo que cuesta ponerla", explica.
Esas características hacen que la mayoría de las víctimas de estas minas, cerca de un 85%, sean civiles. "Porque los militares tienen técnicas para detectarlas, en cambio, la población civil no". Pero es que, además, estas armas son muy poco efectivas desde el punto de vista militar. "No sirven para detener a ningún ejército enemigo. Ucrania, saltándose el tratado, utilizó minas tratando de frenar a Rusia y no le sirvió. Lo que va a pasar es que, cuando acabe la guerra, muchos terrenos quedarán contaminados y muchos civiles morirán", insiste Camilo Serna.
Un revés para el espíritu que inspiró el tratado
Más allá de las consecuencias directas que tendrá la decisión, la marcha atrás de Finlandia, Polonia y los Bálticos supone un varapalo para el movimiento inspirado en el multilateralismo y el diálogo que permitió sacar adelante la Convención de Ottawa. "Salir de un tratado que es universalmente aceptado, que es un clamor de la sociedad civil, abre una puerta bastante peligrosa a la posible futura violación del derecho internacional humanitario, que lo que intenta es que no se cometan atrocidades en las guerras. ¿Qué sigue después? ¿Negamos el tratado contra la tortura? ¿Aceptamos las armas incendiarias o las bombas con fósforo? Estamos generando un retroceso en todos esos avances que el mundo había logrado para no volver a la Edad Media, donde valía todo", lamenta Serna.
Lo cierto es que parece que el clima antibelicista que inspiró ese tratado parece haberse disipado y que la sociedad civil que entonces empujó para erradicar las minas antipersona hoy parece dar su beneplácito a este regreso al pasado. "Es la sociedad la que está clamando por el abandono de estos tratados y la que pide una mayor inversión en armas. Esto afecta a toda Europa. Hay un miedo muy grande a que lo que ocurrió en Ucrania se repita en otros países. La generación que inició el proceso de Ottawa había vivido muy de cerca los horrores de la guerra de los Balcanes. La generación que impulsa ahora el rearme no tiene clara esta historia".
El paradigma finlandés
Finlandia ha sido el último país en anunciar su salida del tratado. Fue también el último de la Unión Europea en adherirse. No lo hizo hasta 2012. "Después de la invasión rusa de Ucrania en 2022, en Finlandia ha aumentado mucho el militarismo. Un indicador muy claro es que, antes de la invasión, el 80% de la población estaba en contra de unirse a la OTAN. Ahora el 80% está a favor. La guerra de Ucrania ha tocado mentalmente a Finlandia un poco más que a otros países", explica el profesor Teivo Teivainen. Finlandia entró en la Alianza Atlántica en abril de 2023, apenas un año después del inicio de la guerra.
De los cinco países que han anunciado su intención de salir del tratado, el caso de Finlandia ha sido quizás el más chocante porque en las últimas décadas ha destacado por defender una serie de valores por respetar las normas internacionales. "Es algo muy finlandés. El Gobierno dice que no le gustan las minas antipersonales, pero sí si son nuestras porque nosotros sabemos controlarlas. Hasta hace poco los finlandeses solían decir 'Rusia está violando derecho internacional y nosotros lo respetamos'; ahora, en muchos casos, el discurso es 'miren, Rusia está violando el derecho internacional y Finlandia tiene que violarlo también. Eso ha sido un cambio mental bastante grande. Hay un debate sobre hasta qué punto respetar el derecho internacional es algo que sirve a un país pequeño frente a una potencia grande como Rusia", explica Teivainen.