Enlaces accesibilidad

Altamente inflamable y letal: así es el grisú, el gas que está bajo sospecha por la muerte de cinco mineros en Asturias

  • La explosión de una bolsa de este gas es la principal hipótesis del accidente en una mina de Cerredo
  • Con más de un 90% de metano, puede provocar asfixia y explota con facilidad, incluso sin llama
Interior de una mina de carbón.
Trabajos de extracción de hulla en el interior de una mina. GETTY IMAGES
RTVE.es
  • Facebook
  • X
  • Bluesky
  • WhatsApp
  • La dirección de esta página ha sido copiada en su portapapeles
  • El contenido ha sido guardado en su lista

La explosión de una bolsa de gas grisú podría estar detrás del accidente que ha costado la vida este lunes a cinco mineros y ha dejado a otros cuatro heridos de diversa consideración en el interior de la mina de Cerredo, en el concejo de Degaña. Esta es la principal hipótesis que baraja tanto la Brigada de Salvamento Minero como la Policía Judicial, según ha informado la delegada del Gobierno en Asturias, Adriana Lastra, que se ha desplazado hasta esta mina situada en el suroccidente del Principado.

Considerado tradicionalmente como el enemigo más peligroso de los mineros, el grisú ha sido responsable de numerosos accidentes mortales a lo largo de la historia, ya que es altamente inflamable y puede formar mezclas explosivas con el aire, además de provocar una muerte por asfixia prácticamente instantánea.

¿Cómo se forma el grisú?

El grisú es gas metano en más de un 90% y se forma a la vez que el carbón. Puede contener otros gases como dióxido o monóxido de carbono, y suele ser inodoro, por lo que únicamente es detectable con instrumental específico. Su acumulación en los túneles mineros puede ocurrir debido a la descomposición de materiales orgánicos o a la liberación natural desde las capas de carbón.

Este gas se presenta habitualmente en forma de pequeñas moléculas adheridas al carbón, que se van liberando constantemente. Lo habitual es encontrarlo en cualquier mina de hulla —el carbón mineral más abundante, muy demandado por su alto poder calorífico—, aunque lo importante es que su concentración en el ambiente sea siempre inferior al 1%-1,2%, ya que el mayor peligro se produce cuando forma bolsas, grandes acumulaciones.

Los yacimientos de Asturias y León suelen ser de hulla. El grisú es menos frecuente en las minas de antracitas y lignitos.

¿Por qué es tan peligroso?

Este gas es altamente inflamable, y puede formar mezclas explosivas con el aire, incluso sin necesidad de que haya una llama. Si no se controla adecuadamente, una chispa o una simple fuente de calor puede provocar explosiones devastadoras, causando graves daños a los trabajadores y la infraestructura minera. A lo largo de la historia, el grisú ha sido responsable de numerosos accidentes mortales.

Además, se trata de un elemento muy ávido de oxígeno, ya que absorbe entre el 80-90% que hay a su alrededor, por lo que es capaz de asfixiar en cuestión de segundos a los trabajadores que se encuentran en las galerías.

¿Qué medidas preventivas se suelen tomar?

La monitorización y ventilación constantes son cruciales para prevenir accidentes relacionados con el grisú. En las minas hay sistemas de ventilación para evitar acumulaciones y grisuómetros para medir constantemente la cantidad de este gas letal.  

Para disminuir el riesgo de acumulación en bolsas, es necesario realizar trabajos de desgasificación, que consisten en hacer barrenas, es decir, agujeros de varios metros de diámetro, para que el metano se libere de forma controlada. Además, en las minas existen ventiladores soplantes y absorbentes situados en las zonas altas de las galerías (donde se acumula el metano porque es más ligero que el aire) para extraer el grisú y refrescar la atmósfera.

Los mineros también cuentan con detectores de metano, y tienen equipos de autorrescate, con una máscara que les permite respirar durante más de 30 minutos en una atmósfera sin apenas oxígeno. Sin embargo, estos equipos solo son útiles para evitar la asfixia, no los riesgos derivados de una deflagración.

¿Se utilizaban realmente canarios para detectar este gas?

Históricamente, los mineros llevaban canarios a las minas de carbón como un sistema de alerta temprana contra gases peligrosos, como el grisú o el monóxido de carbono. Los canarios son animales mucho más sensibles a estos gases que los humanos, por lo que, si la concentración de gas aumentaba, el pájaro enfermaba o moría antes de que los mineros sintieran los efectos, por lo que les daba tiempo para evacuar y evitar intoxicaciones fatales.

Los canarios fueron utilizados en las minas hasta bien entrado el siglo XX, cuando fueron reemplazados por detectores y sensores electrónicos de gases. En España, estas aves se utilizaron especialmente en las cuencas de Asturias, León y otras zonas con una fuerte tradición minera. Su uso continuó de forma residual hasta que las normativas de seguridad laboral impusieron el uso de detectores primero, mecánicos y después electrónicos.

Las peores tragedias relacionadas con este gas

Una de las peores tragedias de la historia reciente de la minería española fue la del pozo San Nicolás, en la cuenca de Mieres, el 31 de agosto de 1995. En este accidente, una explosión de grisú en una galería provocó la muerte de 14 mineros. La explosión ocurrió a gran profundidad y generó un incendio, lo que dificultó el rescate de las víctimas.

El 28 de octubre de 2013, 6 trabajadores murieron en la mina leonesa de Emilio del Valle. El grisú desplazó el oxígeno, provocando la asfixia instantánea de los mineros.

Sin embargo, el accidente más grave de las últimas décadas se produjo el 3 de noviembre de 1975 en la mina barcelonesa de Figols, cuando una explosión de gas grisú ocasionó 30 muertos.