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"Cada vez que lo cuentas, ocurre la revictimización": los pasos para atajar las agresiones sexuales a menores

Agresión sexual infantil y protocolos: "La revictimización ocurre cada vez que lo cuentas"
Según datos de la Fundación ANAR, el agresor es alguien conocido en más del 80% de los casos. DISEÑO RTVE / GETTY

"Era una niña que no sabía poner palabras a lo que estaba pasando. No sabía que eso podía pasar, pero sabía que era malo y no me gustaba." Claudia Campillo tenía siete años cuando su abuelo comenzó a abusar de ella. Durante años guardó el secreto, atrapada entre el miedo y la culpabilidad, y sin saber que podía pedir ayuda. Con el paso del tiempo llegaron las taquicardias, la ansiedad y los espasmos musculares. "Mi cuerpo empezó a hablar por mí y expresar esa herida", recuerda.

Como en su día Claudia, miles de niñas, víctimas de abusos, crecen en silencio. La agresión sexual infantil sigue siendo un problema extendido pero invisible, y la mayoría de estas ocurren en el ámbito familiar. A pesar de los avances legales y sociales —como la reciente modificación del término "abuso" por "agresión"—, la respuesta sigue siendo lenta y, muchas veces, revictimizadora, ya que obliga a quienes han sufrido estos abusos a revivir la experiencia traumática". Los profesionales especializados hablan de la necesidad de un cambio de paradigma, pasando de un problema tabú a una realidad que empieza a reconocerse en las leyes, la educación y los protocolos de atención. Pero el camino aún es largo. La clave, según destacan, está en la rapidez de la intervención, la formación de los profesionales y, sobre todo, en la educación afectivo-sexual como herramienta de prevención.

Una realidad vista desde "una mirada adultocéntrica"

"Aquello que no se nombra no existe", afirma la psicóloga Pilar Polo Polo. Muchas víctimas, como Claudia, crecen sin poder nombrar aquello que les ocurre, en un entorno que no les ofrece las herramientas para comprenderlo ni denunciarlo. "Durante demasiado tiempo, la falta de reconocimiento del problema ha impedido su detección y prevención", relata Polo, responsable de Relaciones Institucionales de la Fundación Vicki Bernadet que se ocupa de atender y cuidar a los niños víctimas de violencia sexual.

Todavía existe la falsa creencia de que el agresor es alguien externo

Además, aún no se acepta que los niños y niñas son seres sexuales, sujetos de derechos y no propiedad de sus familias", destaca Polo, quien recalca que se trata de una realidad vista desde "una mirada adultocéntrica".

Según datos de la Fundación ANAR, el 78,8% de las víctimas son niñas, con una media de edad de 12 años. En el 80% de los casos, el agresor es alguien conocido, y en más del 50% pertenece a la propia familia. Lo que para la directora del departamento jurídico de las Líneas de Ayuda ANAR, Sonsoles Bartolomé, convierte en tabú dicha realidad. "Todavía existe la falsa creencia de que el agresor es alguien externo", resalta la experta.

Asimismo, según los especialistas, existe una hipersexualización de las niñas, que cada vez es más evidente, sobre todo en el entorno digital. "Se ponen sobre ellas unas expectativas distintas a los niños, como que se adapten a cánones de belleza y de sexualización, pero que a la vez sean recatadas. Por el contrario, a los chicos se les exige que sean más abiertos y decididos en lo sexual", relata la experta en prevención de la violencia contra la infancia de Save the Children, Clara Burriel Pérez. Destaca también cómo la pornografía, "integrada en la socialización de niños y adolescentes", "transmite mensajes misóginos y violentos" que influyen en su visión del consentimiento y las relaciones.

El secreto, la culpa y las secuelas

En su caso, Claudia acabó creándose una máscara, un tipo de personaje, para que nadie se diera cuenta de lo que estaba sufriendo. "También por las amenazas que recibía por parte de mi abuelo [ ... ] Te dice que eres especial, que si el secreto solo lo tengo contigo y con nadie más", rememora.

La dinámica de la agresión suele comenzar con una manipulación emocional que confunde a la víctima: "Muchos abusos comienzan desde el placer y el cariño, ganándose su confianza y haciendo que no se vea como algo malo al inicio", explica Margarita García Marqués, psicóloga clínica, fundadora y directora de la Asociación para la Sanación y Prevención de los Abusos Sexuales en la Infancia (AspaSi), enfocada en la sensibilización y el apoyo a las víctimas. Pero, la psicóloga advierte que con el aumento de intensidad, "el menor empieza a sentirse incómodo, pero teme hablar por miedo a no ser creído o ser culpado". Esta ambigüedad acaba reforzando la sensación de culpa.

Las secuelas de sufrir una agresión sexual

La ansiedad llegó en plena adolescencia para Claudia. "La máscara había hecho que asumiera roles que no me tocaban, como estar hipervigilante, constantemente preocupada de que a alguien de mi familia le pasara algo y tomaba el rol de segunda madre con mis hermanos". Tiempo después, comenzaron los primeros síntomas físicos. "Llegaron las taquicardias, varias operaciones y los espasmos faciales. Todo estaba relacionado con el trauma". No fue hasta los 19 años, al escuchar el testimonio de otra víctima, cuando comprendió que lo que le ocurrió era un delito y decidió alzar la voz.

Las secuelas psicológicas y físicas pueden ser devastadoras para las víctimas. Margarita García Marqués advierte que pueden desarrollar trastornos como depresión, anorexia, drogadicción, trastornos de personalidad y enfermedades psicosomáticas como fibromialgia o cáncer de útero. Y aquellas que no pueden verbalizarlo pueden presentar síntomas físicos como dolores de estómago, vómitos o problemas de control de esfínteres.

La máscara había hecho que asumiera roles que no me tocaban

Burriel Pérez señala que las niñas suelen afrontar el trauma aislándose y reprimiendo sus emociones, mientras que los niños lo expresan a través de la agresividad. "Esta diferencia en la forma de manifestarlo puede hacer que los casos en niñas sean menos visibles, reforzando el silencio en el que muchas crecen".

"Para un niño, un mes es un año"

Como subraya Margarita García Marqués, "para un niño, un mes es un año", lo que resalta la urgencia de actuar de manera rápida y eficiente para prevenir que este evento traumático se agrave. En España, los protocolos de actuación frente a la agresión sexual infantil han evolucionado desde enfoques limitados en los años 90, hacia una mayor coordinación entre instituciones y un enfoque integral. Con la reforma del Código Penal en 2001 y la implementación de medidas como las pruebas preconstituídas —aquellas que se obtienen y formalizan antes del juicio para garantizar su validez frente al paso del tiempo—, se puso el foco en mejorar la protección y evitar la revictimización.

Pero el verdadero avance llegó con la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI) en 2021. "Introdujo, por primera vez, una herramienta sencilla a la disposición de toda la población para prevenir y detectar, las líneas telefónicas, como el de ANAR, atendidas por profesionales", indica la jurista Sonsoles Bartolomé.

Parlamento - El reportaje - Nueva Ley de Protección a la Infancia contra la Violencia - 17/04/2021

No obstante, la realidad sigue presentando desafíos importantes. "Nos encontramos con protocolos con mucha burocracia que dificultan su aplicación en la práctica", añade Selma Fernández Vergara, coordinadora de la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (fapmi), lo que subraya la necesidad de mejorar la puesta en marcha de estos para garantizar una protección más efectiva. Además, Clara Burriel Pérez señala que "si actuamos descoordinados, si actuamos sin tener en cuenta sus necesidades, también podemos correr el riesgo de agravar el daño".

Los tiempos judiciales continúan siendo un obstáculo importante. "Los protocolos son rápidos, pero no lo es, todo lo que ocurre después", subraya la psicóloga Pilar Polo, quien hace hincapié en la lentitud de los procesos. Una demora que no solo prolonga el sufrimiento de las víctimas, sino que también "puede llevar a la prescripción de los delitos, dejando a los agresores impunes". Polo lo ejemplifica con el caso de una niña que fue agredida sexualmente desde los siete hasta los 12 años. "Lo acabó contando en el instituto y se activó el protocolo, pero el juicio oral tardó cuatro años en celebrarse". Además, señala que ha tenido que seguir conviviendo con su agresor, que era su padre, hasta un año antes del juicio. "Esto es algo que no se puede permitir".

El juicio oral tardó cuatro años en celebrarse

Acabar con la revictimización y los mitos

Como afirma la jurista Sonsoles Bartolomé, "el mito de que el agresor es un desconocido complica la denuncia y la intervención, ya que la víctima puede sentir que no puede confiar en las personas cercanas". Mientras, Claudia Campillo destaca la necesidad de romper con la creencia de la víctima perfecta, especialmente en los adolescentes. "La gente cree que las víctimas ya no pueden salir de fiesta, no pueden tener pareja, relaciones sexuales o no puede tener una vida".

Y es aquí donde surge también la revictimización. "Cada vez que lo cuentas, ocurre la revictimización. Cada vez que te tienes que justificar", critica la joven, que ha creado la Fundación Mar de Mariposas Kids para acompañar a las víctimas menores. Revivir el trauma durante los juicios es otro problema, como lo describe Pilar Polo: "En muchos casos, aunque se haya hecho la prueba preconstituida, se sigue obligando a los menores a declarar años después", lo que añade sufrimiento innecesario a las víctimas. Asimismo, la psicóloga menciona que "muchos jueces no comprenden la dinámica del abuso y cuestionan a las víctimas por no haber denunciado antes", reforzando, como consecuencia, el estigma y la culpabilización.

Denunciar una agresión sexual es un proceso doloroso y complicado

Es fundamental adoptar una mirada más holística en el tratamiento de los casos, superando la falta de formación y coordinación entre los profesionales implicados. La coordinadora de la Federación de la fapmi, Selma Fernández Vergara, advierte que "los profesionales tienen miedo a denunciar casos si no tienen 'certeza' absoluta, lo que impide la protección de muchos niños".

En este sentido, Fernández Vergara subraya la urgencia de contar con un "equipo multidisciplinar que actúe rápidamente en todos los ámbitos (educativo, sanitario, judicial, social)" para evitar que se perpetúe el ciclo de violencia. También destaca cómo la escasez de recursos compromete la recuperación de las víctimas, ya que "provoca que haya listas de espera de dos años para recibir atención psicológica".

Muchos jueces no comprenden la dinámica del abuso y cuestionan a las víctimas

El modelo Barnahus: un modelo al que aspirar

El modelo Barnahus, nacido en Islandia, es un referente en la atención a menores víctimas de agresión sexual, integrando servicios médicos, psicológicos, judiciales y policiales en un espacio seguro. Evita que las víctimas repitan su testimonio en distintos entornos, reduciendo la revictimización y agilizando la justicia. Además, mejora la comunicación entre profesionales y la recopilación de pruebas. Como señala la psicóloga Pilar Polo, "al evitar la reiteración o las declaraciones múltiples, reduce de forma considerable el estrés asociado".

En Cataluña, la aplicación del modelo Barnahus desde 2021 ya ha mostrado resultados positivos, con un aumento en la detección de casos y en la obtención de sentencias favorables. La clave del éxito radica en la coordinación entre instituciones, donde "los servicios se coordinan y deciden qué pasos van a seguir y quién va a hacer cada uno", evitando que las víctimas "pasen por procesos innecesarios y prolongados".

Para Todos La 2-Barnahus, para los niños que han sufrido abusos

No obstante, pese a que hace más de 15 años que se habla de este modelo en España, su implementación se encuentra aún en fase inicial y muy desigual entre las comunidades autónomas. Según datos de Save the Children, solo el País Vasco, la Comunidad de Madrid, Navarra, Cantabria y la Comunidad Valenciana se encuentran en etapas más avanzadas de desarrollo. "Tenemos muchas comunidades que piensan que no les pasa. [...] Yo siempre digo que en el resto de España les hace falta un caso Maristas" (un escándalo de abuso sexual infantil en el que se revelaron múltiples denuncias contra miembros de la congregación de los Hermanos Maristas), afirma Polo, que denuncia también la falta de voluntad política y de recursos.

Tenemos muchas comunidades que piensan que no les pasa

Educación afectivo-sexual, clave en la prevención

Las expertas indican que la educación-afectivo-sexual sigue siendo esencial para prevenir el abuso sexual infantil, enfocándose en el respeto, la igualdad de género y la autoestima. De acuerdo con Selma Fernández Vergara, coordinadora de la fapmi, esta "debería de incluir el conocimiento de los derechos de los niños y niñas", así como enseñarles "a identificar situaciones de riesgo y a saber a quién acudir si se sienten incómodos".

Para lograrlo, es fundamental establecer un entorno seguro y de confianza. "Es decir, que sepa que puede contar cualquier preocupación [...] a un adulto con el que tenga confianza, uno de referencia". Una vez se ha creado ese clima de seguridad, añade que es muy importante que tampoco se cuestione al niño o a la niña. "Muchas veces [...] la típica frase que nos encontramos en las familias es 'son cosas de niños o no tiene importancia'. Esto también va calando en su imaginario. Cuando se encuentran ante una situación especialmente grave, como una agresión, no tiene las herramientas o la suficiente confianza para explicarlo", detalla Fernández.

Por lo que, al mismo tiempo, es crucial "sensibilizar y formar a las familias y docentes para que sean agentes de prevención", subraya la psicóloga Margarita García Marqués. Una formación que no solo prevenga que los niños se conviertan en víctimas, sino que también ayude a evitar que en el futuro puedan convertirse en agresores. "Uno de cada cinco niños agredidos puede convertirse en agresor si no recibe la atención adecuada. Solo con la prevención puede romperse el círculo de violencia", concluye.