"El mundo de la sutileza del aguafuerte": de Fortuny a Solana en la Real Academia de San Fernando
- La exposición Aguafortistas puede verse del 12 de febrero al 18 de mayo en Madrid
- La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando muestra los grabados de Calcografía Nacional
"El grabado y la estampa es el mundo de la sutileza. Reclama una atención minuciosa, íntima, si se quiere. El papel está pensado para ser tocado y ser oído y ser acariciado con la mano". Así invita Javier Blas, el comisario de Aguafortistas, a acercarse a esta exposición.
El aguafuerte es una técnica de grabado calcográfico. Se aplica barniz sobre una plancha de metal de cobre y se dibuja encima. Un baño ácido corroe el metal por los trazos que "pueden ser sinuosos". A mayor tiempo de inmersión, los surcos son más profundos y, al entintar, queda más tinta en las zonas más oscuras.
El comisario de la muestra explica que no hay que pasarse con el tiempo, el ácido es capaz de agujerear el metal, y que los artistas también juegan con dejar más o menos veladas las zonas en blanco.
Aguafortistas expone 66 obras de pintores-grabadores, que pueden verse en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando del 12 de febrero al 18 de mayo, en un montaje iluminado tenuemente que invita a la contemplación pausada.
Más atrevidos
En una entrevista con RTVE.es, Blas aclara que "son copias de época. Hemos intentado exponer los ejemplares salidos de las propias manos de los artistas cuando realizaron el grabado de la plancha. Son copias de autor."
Aguafuerte de Eduardo Navarro.
Blas apunta que los grabados arrojan una nueva luz sobre la creación de pintores como Mariano Fortuny, conocido por sus acuarelas, o Ricardo Baroja, por sus cuadros. En el aguafuerte "fueron mucho más atrevidos, tuvieron la inspiración de experimentar y de arriesgarse bastante más que en la pintura".
La originalidad del aguafuerte
El grabado académico en talla dulce perdió su hegemonía a mediados del siglo XIX ante el empuje de la litografía, la xilografía y la fotografía. El aguafuerte resurgió ante la debilidad del buril para reproducir los matices de la pintura.
En torno a 1870 se impuso el grabado de interpretación, una línea en la que destacan Ricardo de los Ríos y Bartolomé Maura, promotor de la sociedad de artistas que publicó la serie de estampas El grabador al aguafuerte.
Un paso más radical fue el aguafuerte de creación. La estampa superaba la mera reproducción, abriendo el camino al grabado contemporáneo. Inspirados por la Société des Aquafortistes, estos artistas reivindicaban la libertad creativa y Théophile Gautier resume su ideario: “Todo aguafuerte es un cuadro original”.
Paisajes al aire libre
El paisajista de origen belga Carlos de Haes fue clave para extender en España el aguafuerte de creación. La unión del paisaje con esta técnica de estampación fue constante en el último tercio del XIX. Además de Haes, son notables sus discípulos Agustín Lhardy, Juan Espina y Tomás Campuzano.
Grabado de Tomás Campuzano.
Espina es una rareza porque sus grabados están influidos por las estampas japonesas, como puede apreciarse en sus imágenes de la Sierra de Guadarrama: Tarde de plata, El bosque y Los pinos, realizados en torno a 1880, pese a que no se formó fuera de España como los Fortuny que trabajaron en Francia, Italia y Portugal.
Dentro de los aguafortistas brillan Mariano Fortuny Marsal y su hijo Mariano Fortuny Madrazo. Sus grabados son escasos (el primero realizó unos 35 aguafuertes), pero poseen una calidad extraordinaria, técnica y de contenido. La diseñadora de moda Henriette Negrín, esposa de Fortuny hijo, legó las planchas a la Calcografía Nacional.
Baroja y Picasso
“Un día me decido a entrar en la Calcografía Nacional. Grabados admirables encuadrados en las paredes. Pasé al taller de estampación. Los viejos tórculos consagrados por haber estampado las planchas de Goya, allí están en fila. Hay en el ambiente un aroma de papel húmedo, de aguarrás, de aceite de linaza con un matiz olfativo de ácido nítrico. Empecé a grabar a toda marcha”, Ricardo Baroja.
Baroja describía así sus inicios en la práctica del grabado. Ganador en 1908 de la primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes por la serie Escenas españolas fue el grabador más destacado de la generación del 98.
Paisajes urbanos, personajes errantes, suburbios y realidades inquietantes pueblan sus estampas. En 1910 Baroja publicó Cómo se graba un aguafuerte, un artículo de gran belleza literaria que define el estilo de la época.
Grabado de Ricardo Baroja.
Como curiosidad, el visitante puede buscar entre las estampas de Baroja la imagen de un joven Picasso sentado en un café. Blas detalla que su sobrino nieto, Pío Caro Baroja, en su catálogo razonado dice que "Picasso puede estar en esta posición central porque conoció a Ricardo en las tertulias del Café Madrid".
El personaje del pintor malagueño aparece con un mechón sobre los ojos. Ricardo Baroja siempre decía que Picasso "guiñaba de forma continuada los ojos y un mechón le caía por delante de ellos y estaba bailando cada vez que hablabas con él".
Menos sorprendente resulta la imagen del hermano del pintor, el escritor Pío Baroja paseando. El comisario apunta a RTVE.es que se le representa en movimiento, caminando, lo que conecta con "la conciencia regeneracionista de fin de siglo, que aspiraba a que la sociedad saliera de su estancamiento y expresa esa voluntad de cambio".
La España negra de Solana
El sentimiento de la España negra estaba tan arraigado que el mensaje de la Generación del 98, lejos de agotarse, encontró continuidad en una segunda oleada de artistas. Por ejemplo, pervivió y creció en la obra de José Gutiérrez Solana, que sufrió en sus carnes la crisis por el desastre de Cuba.
Aguafuerte de José Gutiérrez Solana.
El padre de Solana era indiano en México, regresó a España, pero perdió su fortuna en el 98 y falleció, además la madre entró en un estado de enajenación mental que no se recuperó nunca. El pintor era un niño, "el impacto fue terrible y le va a marcar toda su existencia. Él decía de los 98 eran excesivamente pesimistas y solamente se hacen preguntas sin respuesta, pero apostillaba, aunque no les falta razón en esta puñetera vida", apunta Blas.
La exposición en la RABASF se articula en cinco ejes: la excepción de Fortuny, la tradición académica del aguafuerte de interpretación, Carlos de Haes y los plenairistas, los herederos del 98 con Ricardo Baroja y José Gutiérrez Solana, y las asociaciones de grabadores en los albores del XX.
Desde el cartel de Aguafortistas, una mujer veneciana lleva a su hijo en brazos, una figura de Fortuny Madrazo que parece haber escapado de un grabado de Goya, cuyas planchas dialogan con las obras que osan medirse al genio aragonés. Blas apunta que Goya se adelantó tanto a su tiempo que tuvo que pasar casi un siglo hasta que otros artistas siguieran su camino.
El placer de la mirada
El comisario matiza que las estampas no fueron pensadas para verlas en el plano vertical de la pintura y mucho menos enmarcadas, pero "reclaman una mirada muy minuciosa porque cada una de las líneas de imagen ha sido construida a partir de una incisión en la plancha y hay una intermediación de un objeto de metal".
Blas subraya que "es tan complejo poder llegar a construir la atmósfera, el aire, los efectos pictóricos de mancha a través de líneas que solo mirando las estampas con mucho detenimiento puede uno llegar a tener un enorme placer."
"Uno de los objetivos de la exposición es incitar al placer estético de contemplar unas obras que tienen una sutil belleza", remata el comisario.