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El cierre de Ráfah asfixia a los gazatíes tras siete meses de guerra: "Ya no tengo esperanza"

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El cierre y las bombas sobre Ráfah matan de hambre a los gazatíes
Buthayna Abu Jazar sostiene la mano de su hijo Hazma, murió en un ataque israelí en Ráfah el pasado 9 de mayo

Tras siete meses de guerra, Ráfah ha dejado de ser un refugio de supervivencia para más de 1,5 millones de personas, de las cuales 600.000 son niños. Desde la reactivación del conflicto el 7 de octubre, no existe ningún lugar seguro en la Franja de Gaza. Pero pese a los bombardeos, en esta ciudad fronteriza con Egipto aún quedaban resquicios de esperanza. Sin embargo, el pasado lunes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ordenó la “evacuación” de civiles del extremo sur del enclave. Una decisión que ha obligado a miles de familias a ponerse de nuevo a salvo en un territorio reducido a escombros y destrucción. 

“Los compañeros en Ráfah nos cuentan que en los dos últimos días está habiendo una locura de bombardeos”, asegura a RTVE.es Raquel Martí, directora del comité español de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA). Sus oficinas, explica, vibran constantemente. “Hay muchísimos aviones y drones surcando el cielo. Han abierto también fuego de artillería desde los barcos”, añade. 

El Ejército de Israel no tardó en tomar el control del lado gazatí del cruce de Ráfah al penetrar con tanques e intensos bombardeos. Acto seguido cerraron completamente el cruce fronterizo al paso de personas y de cualquier ayuda humanitaria. “Las fuerzas de defensa de Israel están ignorando completamente todas las advertencias de lo que esto puede significar para los civiles y para las operaciones humanitarias en toda la Franja de Gaza”, ha denunciado el portavoz de la Oficina de Coordinación Humanitaria de Naciones Unidas, Jens Laerke

La invasión se produjo en vísperas de que Hamás aceptara la propuesta de Egipto y Catar de alto el fuego. Israel respondió que la estudiaría, pero mantuvo sus planes sobre Ráfah y no ha habido acuerdo en las negociaciones de esta semana. La decisión de Hamás fue recibida entre aplausos en Ráfah, pero la celebración duró poco. “En los últimos días, hemos vivido un ciclo de esperanza y desesperanza. Al principio la gente empezó a celebrar pensando que se firmaba un alto el fuego”, cuenta desde Deir Al Balah la portavoz de Oxfam Intermón en Gaza, Ghada Alhaddad. Pero los ataques aéreos silenciaron el júbilo y “toda la esperanza se desvaneció”, confiesa. Este vaivén de emociones es lo que la UNRWA define como “estrés traumático continuo” en la salud mental, que afecta al 100% de la población. 

Jan Yunis, un lugar de evacuación con bombas sin detonar

El Ejército israelí ha obligado a unas 110.000 personas de Ráfah a dirigirse a lo que considera una “zona humanitaria ampliada” que incluye Jan Yunis y Al Mawasi. Son zonas formadas por barrios ya superpoblados y con una carencia de servicios esenciales que siguen sufriendo intensos bombardeos.

La zona de evacuación establecida por Israel cubre más de 30 kilómetros cuadrados que se extienden desde Al Mawasi hasta Jan Yunis. “En estas zonas que ha designado Israel no hay absolutamente nada. Jan Yunis está destruido”, comenta Martí. “Está bombardeada, está arrasada, está con remanentes explosivos. A pesar de que Israel ha dicho que es una zona segura, es una zona peligrosa porque están todos los edificios bombardeados, hay muchos remanentes de explosivos y, evidentemente, la población corre el riesgo de encontrarse con esos remanentes o que se le derrumbe una casa encima”, detalla.

Tras la retirada de las tropas israelíes de Jan Yunis, asediada durante mes y medio, un equipo de Naciones Unidas inspeccionó la ciudad e informó de que las calles y los espacios públicos están plagados de artefactos explosivos sin detonar. El equipo encontró bombas de 500 kilogramos, que no habían estallado, tiradas en las principales intersecciones e incluso en el interior de las escuelas.

Al Mawasi, "aplastado y superpoblado”

Al Mawasi, en la costa occidental de la Franja de Gaza, no dispone de la infraestructura necesaria para una afluencia masiva de personas y no es más segura que otras zonas, según han advertido las agencias de ayuda humanitaria. “Al Mawasi está aplastado y superpoblado. Desde las órdenes de evacuación y desde el inicio de la guerra, las condiciones humanitarias y el desgaste son muy catastróficas, pero con estas nuevas órdenes de evacuación serán más catastróficas y terribles todavía”, advierte la portavoz de Oxfam Intermón en Gaza.

En esta localidad ya había unas 450.000 personas desplazadas. “No hay ningún tipo de servicio, más allá de lo poco que hemos podido establecer con anterioridad. No hay capacidad para recibir a más personas”, asegura Martí. “No hay clínicas de salud, no hay agua, no hay retretes, no hay duchas, no hay tiendas. La gente se está llevando las estructuras que tenía en Ráfah de tiendas hechas de plástico, de madera o cualquier material porque saben que donde van no se van a encontrar absolutamente nada”, añade.

La UNRWA ha decidido mantener su presencia en Ráfah el mayor tiempo posible y seguirá ofreciendo ayuda para salvar las vidas de los gazatíes. “La UNRWA está supervisando todo, siguiendo los movimientos para ver dónde se está desplazando la población y, de esa manera, poder trasladar ayuda humanitaria y montar zonas para atender a la población”, explica la directora del comité español de la UNRWA, quien detalla que los compañeros de la organización afirman que aquellos que tienen vehículos “están haciendo negocio y cobran una media de 500 dólares por trayecto hacia Jan Yunis y Al Mawasi”.

Ráfah, aislado de la ayuda humanitaria

La Franja de Gaza se encuentra aislada del resto de la región después de que se detuvieran envíos de ayuda cruciales al territorio palestino a través del cruce fronterizo de Ráfah. Las ONG y Naciones Unidas llevan semanas advirtiendo del riesgo de hambruna para la población y esta semana alertan de las "consecuencias catastróficas" que tendría una invasión a gran escala. “Tener el control del cruce de Ráfah y la invasión de Gaza significa que hará que el flujo de ayuda a Gaza sea más difícil y va a obstaculizar todos los esfuerzos humanitarios”, asegura Alhaddad. 

Los pasos de Ráfah y de Kerem Shalom son puntos de entrada significativos para medicinas, alimentos y otros suministros para los gazatíes. Ambos han estado cerrados durante al menos dos días, aunque Israel volvió a abrir la semana pasada el cruce más pequeño, el de Erez.

“Los cruces fronterizos están cerrados. A pesar de que Israel anunció que Kerem Shalom estaba abierto, quizás lo abrieron, pero desde luego no entró nada de mercancía. Llevamos desde el sábado sin que entre mercancía”, comenta Martí. Esta agencia de la ONU cuenta únicamente con el suministro necesario para ofrecer ayuda humanitaria durante dos días más. “No tenemos combustible. La UNRWA necesita 196.000 litros de combustible al día y ayer nos quedaban 60.000 litros”, detalla.

Entre sus labores en la Franja de Gaza, la agencia de Naciones Unidas gestiona el combustible en el enclave palestino y se encarga de proporcionárselo a los hospitales. “El combustible entraba todos los días por Ráfah, entonces no tenemos reserva”, añade. Además, según la directora del comité español, la ayuda humanitaria que entra por el paso de Erez “es mínima” y “hay dos checkpoints en el norte de Gaza que no permiten el acceso a la UNRWA”.

Un sistema de salud ya diezmado

Organizaciones como Médicos Sin Fronteras (MSF) coinciden en que el cierre del cruce pone en peligro la respuesta humanitaria. “El paso fronterizo de Ráfah, un punto de acceso humanitario vital, se ha cerrado completamente hasta nuevo aviso. Esto tendrá un impacto devastador, ya que la asistencia que llega a través de este cruce es un salvavidas para toda la Franja de Gaza”, afirma Aurelie Godard, responsable Médica de MSF en Gaza. La ofensiva y la orden de evacuación reducen aún más el acceso a la atención sanitaria en un sistema de “salud ya diezmado, dejando a la población casi sin opciones incluso para la atención médica básica”.

De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha confirmado que “uno de los tres hospitales de Ráfah, llamado Al-Najjar, ya no funciona debido a las hostilidades en curso en sus alrededores”. Se trata del único hospital que ofrecía diálisis en toda la Franja. Por otro lado, la UNRWA calcula que hay unas 30.000 mujeres embarazadas en Ráfah. “En los últimos meses, la mayor parte de los partos se han complicado debido a la situación y a que necesitan acceso a clínicas de maternidad”, explica Martí. Las ONG coinciden en que se han multiplicado las enfermedades, infecciones, problemas al parir y desnutrición.

Y los planes de Netanyahu para Ráfah han acabado con cualquier esperanza, como confiesa la portavoz de Oxfam Intermón. “Lo único que queremos es un alto el fuego. Ya no tengo esperanza, ni ningún deseo, ni sueños como cualquier persona. Ahora en lo único que pienso es en el alto el fuego”, añade. Sin embargo, la tregua se ha convertido en un espejismo. Hay grandes diferencias entre ambas partes para llegar a un acuerdo sobre el cese de las hostilidades y el intercambio de rehenes por prisioneros. Netanyahu y Hamás han acordado un camino hacia una “calma sostenible”, pero para el grupo islamista esto consiste en un alto el fuego definitivo y el Ejecutivo judío no lo interpreta así. 

Mientras tanto, la población vive asfixiada por el fuego y con hambre. Los supervivientes a estos más de siete meses de ofensiva se encuentran agotados. “Estamos exhaustos”, concluye.