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Análisis

Estados Unidos, el "intermediario no objetivo" con Israel que afronta una de sus misiones más complicadas

  • La visita de Biden a Tel Aviv busca mostrar su apoyo a Israel pero también evitar una escalada del conflicto
  • La ira despertada por el ataque a un hospital en Gaza, con cientos de muertos, pone a prueba su capacidad de mediación
  • Sigue minuto a minuto el conflicto entre Israel y Hamás

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Encuentro este miércoles entre Joe Biden y Bernjamín Netanyahu
Encuentro este miércoles entre Joe Biden y Bernjamín Netanyahu

Aunque el conflicto entre Israel y Hamás se libra en la pequeña franja de tierra que hay entre el río Jordán y el Mediterráneo, no se podría entender sin el papel fundamental de las grandes potencias. En especial, el de Estados Unidos, el gran aliado internacional de Tel Aviv y su principal valedor. Washington pretende ejemplificar con la visita de su presidente, Joe Biden, este miércoles a Israel, su apoyo incondicional al país, pero también tratar de rebajar la tensión para evitar una escalada regional del conflicto y permitir un alivio humanitario en la catástrofe de Gaza.

Todo ha cambiado con el trágico ataque contra un hospital en la Franja el martes, que ha dejado cientos de víctimas y del que se culpan mutuamente Israel y las milicias palestinas. "Esta es una misión diplomática muy complicada pero creo que necesaria", apunta a RTVE.es Carlota García Encina, investigadora principal de Estados Unidos y Relaciones Transatlánticas del Real Instituto Elcano.

Washington siempre ha sido "intermediario" en este conflicto, y aunque no es "objetivo" por su estrecha relación con Israel -que se remonta a los orígenes de este Estado- y por la ayuda que le proporciona, su papel de mediación en la guerra desatada este octubre es "imprescindible", explica García Encina para que "la situación humanitaria no se vaya de las manos".

La capacidad de mediación, a prueba tras el ataque al hospital

La Casa Blanca pretendía demostrar este poder de mediación primero con un encuentro con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pero también con una reunión con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, así como con el rey Abdulá de Jordania y el líder egipcio Abdelfatah al-Sisi, que se iba a celebrar en Jordania. Sin embargo, tras el ataque al hospital de Gaza, estos países árabes han cancelado este encuentro y han elevado el tono para pedir a Biden que presione a Israel para lograr un alto el fuego.

"Los objetivos de la visita son, primero, demostrar el apoyo a Israel en la guerra, y por otro lado, negociar la entrada de la ayuda humanitaria que necesitan los civiles en Gaza o bien que los refugiados puedan escapar", explica a RTVE.es Brett Bruen, diplomático estadounidense y exdirector de Programas Globales bajo la administración de Barak Obama.

La Casa Blanca ya ha dejado claro, con un lenguaje contundente, que su apoyo a Israel es inquebrantable, y su condena a los ataques de Hamás del 7 de octubre es total -Biden los calificó de "pura maldad"-, pero, a la vez, Washington busca aplicar una "política de apaciguamiento" de Israel, según señala la profesora de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, Ruth Ferrero.

Intentan evitar que el Ejército israelí acometa la ofensiva terrestre sobre Gaza, anunciada tras los ataques de Hamás, pero de momento en suspenso, "porque saben que las consecuencias en el ámbito regional pueden ser tremendas", y que podrían involucrar a sus aliados árabes en la región, como Jordania o Egipto. Biden ya advirtió que una invasión de la Franja sería un "gran error".

Washington, "más ausente" en la región desde hace años

El estallido del conflicto en Oriente Medio, con un ataque inédito por el número de muertes en suelo israelí -más de 1.400, mientras que las de Gaza ya superan las 3.000-, ha pillado a Estados Unidos por sorpresa. El país llevaba tiempo "más ausente" de la zona "porque su objetivo geopolítico está ahora mismo en el eje Asia- Pacífico", señala Ferrero. Coincide Bruen, quien pone como ejemplo la última crisis del conflicto palestino-israelí, en 2021, en la que ya Washington "no se involucró tanto". Desde 2022, el país tiene además otro frente abierto, el de la guerra de Ucrania, en la que ha mostrado una importante implicación.

Este cambio de foco no es exclusivo de la administración Biden, según García Encina, sino que se remonta a tiempos de George Bush hijo, cuando toda su atención internacional se volcó en la lucha contra el terrorismo tras el 11-S. Antes de él, todos los presidentes habían impulsado iniciativas o acuerdos de paz para dejar su huella en este largo conflicto.

El actual líder demócrata se ha enfocado en cambio en la "contención" y seguir en la senda de los Acuerdos de Abraham impulsados por su predecesor, Donald Trump, que buscaban la normalización de las relaciones entre Israel con otros países árabes, o en el ansiado acuerdo con Arabia Saudí, que podría cambiar el tablero geopolítico de Oriente Medio, y que esta guerra puede haber frenado, como pretendía Hamás.

Biden y Netanyahu, una relación de décadas

Biden tiene una relación personal con Netanyahu desde los años 80, cuando este último trabajó en la Embajada israelí en Washington, y podría utilizar este vínculo para "rebajar la tensión", según la investigadora del Real Instituto Elcano. Esta relación se ha enfriado en los últimos meses, ya que el Gobierno estadounidense ha criticado abiertamente la polémica reforma judicial del líder nacionalista israelí y, de forma más velada, la expansión de la colonización en Cisjordania. Estas diferencias se hicieron patentes en el hecho de que el presidente estadounidense no ha invitado al líder nacionalista israelí a la Casa Blanca desde que volvió al poder en diciembre.

Ahora, el estallido de la guerra ha vuelto a acercarlos y el presidente estadounidense se ha posicionado con Israel y su Gobierno, aunque, eso sí, recordando a Tel Aviv la necesidad de seguir el derecho humanitario, pidiendo la apertura de corredores humanitarios y advirtiendo de que "una gran parte de los palestinos no comparte la visión de Hamás e Israel". Unas especificaciones a las que no aludió la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su controvertida visita a Israel.

Estas declaraciones de Biden pueden "sorprender", apunta Ferrero, profesora de la Complutense, ya que "es algo inédito de que en el conflicto palestino-israelí" dada la tradicional postura "acrítica" de Washington.

Una visita con lectura electoral de cara a las presidenciales de 2024

En postura estadounidense sobre Israel tiene un gran peso la política interna. Bruen enmarca el viaje de Biden al país en la campaña de las elecciones presidenciales de 2024. "Tiene una oportunidad de demostrar su liderazgo. Es muy simbólico que llegue a un país en guerra con el avión presidencial, para mostrar no solamente su poder y influencia, sino que también está activamente resolviendo problemas en el mundo y por extensión en el país", expone este diplomático.

Es muy simbólico que llegue a un país en guerra con el avión presidencial, para mostrar no solamente su poder y influencia, sino que también está activamente resolviendo problemas en el mundo y por extensión en el país

Es algo que ya ha tratado de hacer con la guerra de Ucrania, aunque la cuestión israelí tiene "más popularidad entre el pueblo americano", señala. Aunque no hay un recuento exacto, la población judía en Estados Unidos ronda los siete millones de personas, una población similar a la de Israel, y solo en la ciudad de Nueva York se calcula que viven unos dos millones de judíos, por lo que lo ocurre en Israel se siente en EE.UU. como algo muy cercano. "El lobby israelí es muy potente, especialmente en el campo demócrata", expone asimismo Ferrero.

Si el objetivo de Estados Unidos con su visita a Tel Aviv está claro, no lo parece tanto qué respuesta le puede dar el Gobierno israelí, que hasta ahora se ha negado a un alto el fuego o a permitir la entrada de ayuda humanitaria, como reclamaba, sin éxito, el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken, en una visita previa al país. Netanyahu también tiene una complicada situación interna, con su figura cuestionada por los fallos de seguridad del fatídico 7 de octubre, por lo que quizá pueda, como pide Biden, "moderar" su respuesta, apunta García Encina, y así evitar que una tragedia ya de dimensiones inéditas pueda desembocar en una catástrofe aún peor.