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Daños a la reputación empresarial: cómo una crisis de confianza puede llevar a una compañía a la quiebra

  • Sucesos como la desaparición del submarino de OceanGate podrían poner en cuestión el futuro de su actividad
  • Los expertos defienden que siempre se debe tener un plan preparado para afrontar escenarios críticos

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Daños a la reputación de la empresa: una crisis de confianza puede llevarla a la quiebra

La credibilidad y reputación de una empresa se tarda años en ganar y puede perderse en un solo instante. La desaparición del sumergible con cinco personas a bordo deja a la empresa propietaria, OceanGate, en una situación muy delicada. Con este accidente, la pérdida de confianza puede ser crucial para su futuro.

"Es el escenario más grave de todos, sin ninguna duda... y deja una huella en la memoria muy complicada de remontar", explica a RTVE Iván Pino, director sénior de Crisis y Riesgos en la consultora LLYC. "Al final, la reputación es un conjunto de expectativas y creencias compartidas, y depende mucho del impacto y la huella que deja esa situación crítica", defiende el experto.

Condiciona el comportamiento de inversores y empleados

Con la reputación hundida, la viabilidad de esta empresa será muy difícil de remontar. Pero no es la única, ya que ha habido ha habido casos similares y con fallecidos que llevaron a otras compañías a cerrar e incluso a la quiebra. El accidente del concorde en el año 2000 canceló de forma indefinida los vuelos supersónicos de Air France y British Airways.

Lo mismo ocurrió con el Boeing 737 Max, que redujo drásticamente los encargos al gigante aeronáutico de Estados Unidos.

"Al final, condiciona el comportamiento de los inversores, los compradores, los empleados... es decir, todos los grupos de los que depende la viabilidad y sostenibilidad de una empresa", señala el director sénior de riesgos LLYC.

Por ello, hay dos aspectos fundamentales: la prevención y la respuesta tras el suceso. Los expertos recuerdan que es crucial que toda compañía tenga un plan preparado para afrontar el peor escenario reputacional con el fin de gestionarlo con los menores daños posibles y poder recuperar su imagen.

Hay algunas que lo han logrado, como Ikea, que retiró sus albóndigas en 2013 por no decir que contenían carne de caballo. Volkswagen, tras el fraude masico del diéselgate en 2015, o Facebook después de la fuga masiva de datos en 2019. Todas estas compañías recuperaron la confianza y, con ella, su cuenta de resultados.