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Cien jóvenes pasan una semana sin móvil: "He tenido más ansiedad que cuando intento dejar de fumar"

  • Un experimento de la Universidad de Málaga revela la inseguridad que les causa a jóvenes y adolescentes estar desconectados
  • En la investigación han participado también las universidades Complutense de Madrid y Miguel Hernández de Elche

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Un experimento deja sin móvil durante una semana a cien jóvenes

Un experimento con 97 voluntarios de 15 a 24 años, llevado a cabo por la Universidad de Málaga, ha revelado cómo la ansiedad y la inseguridad pueden convertirse en un problema para los jóvenes cuando se ven privados del uso del móvil. “He tenido más ansiedad que cuando intento dejar de fumar”, “tenía ansiedad si el móvil estaba lejos y me tranquilizaba solo con tenerlo cerca”, son algunas de las reacciones descritas.

Para desarrollar este estudio se ha monitorizado el uso del teléfono durante tres semanas al casi centenar de jóvenes y adolescentes, que aceptaron permanecer durante una de ellas desconectados, y se comprometieron a reflejar sus impresiones en un diario, así como a contestar a un encuesta semanal.

La investigación, liderada por los profesores Pedro Farias y Bernardo Gómez, de la Universidad de Málaga, buscaba estudiar la credibilidad de las noticias que reciben por las redes sociales, y que representa para muchos de ellos su única fuente de información, por lo que resultaba imprescindible conocer su comportamiento ante el uso permanente del dispositivo. En este proyecto, iniciado en 2020 y que concluirá en 2023, participan también la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Miguel Hernández de Elche y varios socios internacionales, como la Universidad de Viena y la Universidad portuguesa de Beira Interior.

WhatsApp, Instagram yTikTok

Durante la primera de las tres semanas en las que se realizó el experimento, los jóvenes utilizaron su dispositivo móvil con normalidad, sin ningún tipo de restricción, aunque detallando el uso que hacían de él. De esta manera, se comprobó que el tiempo medio de utilización del teléfono era de cinco horas diarias, de las que cuatro se dedicaron exclusivamente a las redes sociales. La aplicación más usada fue WhatsApp, seguida por Instagram y por TikTok, esta última en claro ascenso como único canal informativo para los más jóvenes.

La segunda semana fue la más complicada para ellos. Durante siete días, se desconectaron de su teléfono móvil y escribieron sus impresiones en un diario. Las sensaciones que describieron mayoritariamente se relacionaron con sentimientos negativos como ansiedad, inseguridad o dependencia; aunque para otros también supuso una liberación que les permitió abordar experiencias cuyo tiempo era acaparado habitualmente por el uso del móvil.

La faceta de su vida que más cambió en esta semana fue la familiar, ya que los jóvenes se vieron obligados a sustituir el aislamiento habitual del uso del teléfono móvil por una mayor relación con padres y hermanos. “Cuando estoy en mi casa, después de cenar, me voy a mi cuarto a ver TikTok y al no tener móvil he hecho más vida en familia”, escribió uno de los participantes en su diario. Otro comentó: “He visto una serie con mis padres sin distracción: lo he disfrutado”. Y un tercero apuntó incluso a una mejora de las relaciones familiares: “Discutimos mucho por el uso del móvil y esta semana apenas hemos discutido: ha sido un alivio”.

"Hace seis años que no leía un libro por placer”

El uso excesivo del móvil también puede influir en el rendimiento académico e intelectual de los jóvenes, y este punto también ha quedado reflejado en el experimento. “Me ayudó un montón el estar sin móvil; hice todos los trabajos en menos tiempo”, manifestó uno de ellos. “He conseguido leerme un libro completo. Hace seis años que no leía un libro por placer”, indicó otro. Aunque también hubo quien destacó algún punto negativo, como la desconexión con los compañeros de clase: “El no tener móvil me ha perjudicado mucho, sobre todo en los trabajos en grupo. No poder comunicarme con mis compañeros me agobiaba”.

FInalmente, en la tercera semana, los participantes recuperaron su teléfono móvil y pudieron utilizarlo a discreción. De esta manera, se pudo comprobar si había aumentado o disminuido el tiempo de uso y, especialmente, el consumo de información y entretenimiento.

La investigación constató que los jóvenes volvieron a unos niveles muy similares de consumo en torno a las cinco horas, como antes del experimento. Pero al menos la mayor parte de los participantes admitió que le había servido para darse cuenta de su dependencia del teléfono y del protagonismo excesivo que este había adquirido en su vida diaria. También reconocieron que en muchas ocasiones se había convertido en un obstáculo a la hora de relacionarse con sus familiares.