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Análisis | Cumbre de la OTAN

China, nuevo "desafío" para la OTAN: "El mundo ha cambiado y hay que reconocer la amenaza que representa Pekín"

  • La nueva estrategia de la OTAN aprobada en Madrid menciona por primera vez al gigante asiático
  • EE.UU. empuja hacia una posición dura contra Pekín, mientras que Europa opta por un lenguaje menos beligerante

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Un soldado chino pasa frente a un cartel del presidente del país, Xi Jinping
La OTAN menciona por primera vez a China como un "desafío" en su nueva estrategia

Madrid ha sido un punto de inflexión para la OTAN. Con su nueva estrategia para la próxima década, acordada en esta cumbre, la Alianza Atlántica ha dejado de ser tan atlántica y ha incluido por primera vez los retos para su seguridad que provienen de África, Oriente Medio, y lo más significativo, de China, en la primera mención expresa al gigante asiático en un documento de este tipo. Concretamente, los aliados constatan que "las ambiciones y políticas coercitivas" de Pekín "desafían nuestros intereses, seguridad y valores".

En el mismo concepto estratégico, la OTAN da un giro a su postura sobre Rusia, a la que define como la "amenaza más significativa y directa" a la seguridad de la Alianza. Para los analistas, las nuevas posturas hacia los dos países están muy relacionadas. "Necesitamos aprender que no se puede dejar a los problemas creados por países con líderes como Xi Jinping o Vladímir Putin sin una respuesta muy concreta y decidida", explica a RTVE.es Brett Bruen, diplomático estadounidense y director de Programas Globales durante la presidencia de Barack Obama.

Bruen cree que la inclusión de Pekín en la estrategia del bloque militar occidental es acertada, ya que "el mundo ha cambiado y hay que reconocer la amenaza que representa China", pero advierte que "no es suficiente". "Todavía falta saber lo que va a hacer la OTAN con respecto a China y en Asia en general, porque es una alianza atlántica, e imponerse en el Pacífico tiene sus problemas", comenta desde la cumbre en Madrid.

"China quiere ser un referente global, no solo regional"

Pero, ¿qué ha cambiado entre 2010, cuando la Alianza acordó su último concepto estratégico en Lisboa sin mencionar a China, y ahora? Según el profesor de Historia Contemporánea de la UNED Isidro Sepúlveda, para responder a esta pregunta hay que mirar directamente al cambio de políticas de Pekín. "La propia República Popular China, en su último panorama estratégico, evidenciaba hasta qué punto deja de utilizar las antigua diplomacia blanda para apostar definitivamente por la diplomacia dura", asegura.

Concretamente, en 2018 Xi Jinping "da un giro estratégico importante a su política exterior y quiere convertir a China no ya en un referente regional, que era la aspiración que ha tenido en las últimas dos décadas, sino que ahora quiere que sea un referente global".

Es ahí cuando choca directamente con las ambiciones de Estados Unidos, que tradicionalmente ha sido el actor primario en el área del Pacífico. "China está extendiendo, su poder como potencia a través de su influencia económica y de los despliegues marítimos en el Mar del Sur de China. Lo hace de maneras no tan directas como Rusia, pero genera una competición con EE.UU.", subraya Javier Borràs, analista independiente sobre Asia y excorresponsal de la Agencia EFE en Pekín.

Europa y China: una unión comercial difícil de romper

Los expertos consultados coinciden en que la inclusión de China en la estrategia atlántica responde a un empeño de Washington, mientras que los países europeos prefieren no adoptar una posición demasiado beligerante hacia Pekín dada su estrecha relación comercial. China es el principal exportador de bienes para la Unión Europea, que el año pasado importó 472.000 millones de euros del país asiático, el doble que lo que importó del segundo país en la lista, Estados Unidos, según Eurostat.

De hecho, en el punto siguiente del concepto al que menciona el "desafío" de China, se insiste en que la puerta hacia la cooperación entre las potencias sigue abierta: "Permanecemos abiertos a una relación constructiva con la República Popular de China". Según Borràs, este añadido "matiza" lo anterior y lo diferencia de la mención a Rusia, lo que se debe a que "los aliados de la OTAN tienen diferentes posturas respecto a China".

"La retórica que tiene la Unión Europea respecto a China y a Rusia es bastante diferente. Uno es un agresor claro y el otro es un desafío a medio o largo plazo", aclara. El resultado final de la redacción del texto da muestra del difícil equilibrio de la Alianza y muchos de sus países miembros con China.

Mientras que Estados Unidos ha mantenido contra Pekín una guerra comercial abierta durante el mandato de Trump -como las sanciones contra la compañía telefónica Huawei-, los países europeos han seguido comprando y vendiendo a China sin limitaciones, algo que no parece que cambiará en un futuro cercano. "Las relaciones comerciales van a seguir. Europa no sale ganando nada si de pronto no solamente corta las relaciones comerciales con Rusia, sino también corta con China, no es factible", señala Sepúlveda.

"Las relaciones comerciales van a seguir. Europa no sale ganando nada si de pronto no solamente corta las relaciones comerciales con Rusia, sino también corta con China, no es factible"

"No vamos a cortar las relaciones comerciales, pero vamos a dejar de ver a China como este amigo simpático que nos vende cosas baratas. Vamos a ser conscientes de que comprarle cosas lo que hace es debilitar nuestra propia economía y atacar los cimientos de nuestros sistemas políticos y nuestras escalas de valores", resume el profesor de la UNED.

Bruen opina, en cambio, que sí que hay que tomar más acciones contra Pekín. "Hay que aprender lecciones importantes de lo que pasó con Rusia", defiende. En 2014, cuando Moscú se anexionó Crimea y comenzó la guerra en el este de Ucrania, "Europa no tomó la decisión de reducir su dependencia del gas y el petróleo rusos, y ahora quiere hacerlo urgentemente antes del fin de año". "No digo que haya que cortar las relaciones, pero hay que asegurarse que en el momento que China, por ejemplo, amenaza a Taiwán, reprime manifestaciones en Hong Kong, o hay más pruebas de genocidio en Xinjiang, Europa necesita estar lista para tomar las acciones necesarias", reivindica.

La sombra de Ucrania sobrevuela Taiwán

Pekín no ha mostrado el mismo ánimo de expansión militar directa que Rusia con la invasión de Ucrania, aunque sí que lleva lanzando amenazas contra Taiwán con cada vez mayor intensidad en los últimos meses. Esta isla con 25 millones de habitantes que China ha prometido "reunificar" con el territorio continental tras siete décadas separadas, lleva siendo desde hace años el corazón de las tensiones entre China y Estados Unidos. La guerra en Ucrania, a más de 8.000 kilómetros, levantó todas las alarmas en Taipéi, que teme una acción similar por parte de China en su territorio.

"Se pueden comparar [las dos situaciones], y desde mi punto de vista, una invasión total de Taiwán no vamos a dejar en esta generación porque China está viendo lo que hicimos después de la invasión rusa en Ucrania. Sin embargo, eso no significa que no vayan a buscar la manera con la que generar problemas con Taiwán", reflexiona el diplomático estadounidense.

Sepúlveda también coincide en que la respuesta occidental a la guerra de Ucrania, que ha incluido duras sanciones contra Moscú y el envío de armas y ayuda financiera a Kiev, "frena las ambiciones de China". "Si China ve que un ataque de Rusia sobre Ucrania no tiene ningún efecto más allá de las declaraciones y los golpes de pecho de las democracias occidentales, tendría las manos libres para pensar que con Taiwán no iba a ocurrir nada. Si gana Rusia, Taiwán va a sufrir una invasión", asevera.

Hasta ahora, Estados Unidos es el que más se ha involucrado en esta crisis diplomática, -Biden llegó a amenazar con una respuesta militar en caso de invasión de Taiwán-, pero las decisiones de un pequeño país europeo con Lituania también han hecho elevar la tensión con Europa. El país báltico cambió el año pasado la denominación de la delegación diplomática taiwanesa en su territorio, lo que le valió una reprimenda de Pekín, que retiró a su embajadora, y congeló las exportaciones lituanas en el país. Sin embargo, las grandes potencias europeas han mantenido una postura cauta al respecto, y las pocas sanciones que se han aplicado hacia China han acabado decayendo en el tiempo.

En todo caso, las ambiciones de China van "más allá de Taiwán", recuerda Sepúlveda, quien cree que para el Gobierno de Xi Jinping es más relevante la Nueva Ruta de la Seda, un plan multimillonario de inversiones en Asia Central, Oriente Medio y África, o extender su dominio a otras islas del Mar del Sur de China.

Vuelve la Guerra Fría, también para China

En el concepto estratégico de Madrid resuenan los ecos de la Guerra Fría. La OTAN recupera su misión original, la de un bloque militar occidental enfrentado a la amenaza rusa, y las relaciones entre Occidente y Moscú pasan por su "peor momento" desde la época del enfrentamiento entre los dos bloques, según reconoció durante la cumbre el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg.

Con la inclusión también de Pekín en esta estrategia, vuelven las similitudes con aquel momento del siglo XX en el que los países occidentales no solo competían con la URSS sino también a la China comunista. "Se presentan dos bloques, uno de la OTAN y otro de Rusia y China, pero el primero está más cohesionado. Por ejemplo, hemos visto que aunque diversos países han impuesto sanciones a Rusia, en ningún momento China se ha ofrecido explícitamente a ayudarles a superar estas sanciones", señala Borràs.

También recuerda que la situación económica no se puede comparar a los años 60 o 70, con una China actual plenamente integrada en el capitalismo global y convertida en la principal proveedora de bienes para medio mundo -no solo para Europa-. "Veo muy improbable que haya bloques autónomos separados, pero puede que la globalización no sea tan fluida como había sido anteriormente", añade.

"Veo muy improbable que haya bloques autónomos separados, pero puede que la globalización no sea tan fluida como había sido anteriormente"

De hecho, la Guerra Fría ha aparecido en la contundente respuesta de Pekín a su inclusión en el nuevo concepto. Se trata de un documento, "repleto de sesgo ideológico y de valoraciones propias de la Guerra Fría" que "ataca y difama maliciosamente a China", han señalado desde la oficina china en Bruselas. "Treinta años después, la OTAN aún continúa con su táctica de crear enemigos y de fomentar la confrontación de bloques", prosigue el comunicado.

Lo que está amenazado, para Sepúlveda, es el orden mundial construido desde los 90, cuando cayó la URSS, China se volcó en la economía de mercado y Francis Fukuyama proclamó el "fin de la historia". "El gran desafío que afronta la OTAN es un cuestionamiento general del orden internacional liberal. Lo que hace la Alianza con este nuevo paradigma estratégico es prepararse ante un cambio de rumbo en las relaciones internacionales, un cambio de rumbo que no tiene precedentes desde la implosión de la Unión Soviética o desde finales de la Segunda Guerra Mundial", remata el historiador.