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Elecciones Andalucía 2022

¿De qué vive Andalucía? Especialización agrícola y un futuro renovable sin dejar de lado el turismo

  • El crecimiento desbocado del turismo ha dejado atrás a la industria y al campo andaluces
  • La temporalidad, la economía sumergida y el paro, tareas pendientes para el nuevo gobierno andaluz

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Andalucía es la tercera comunidad autónoma que más turistas nacionales recibe.
Andalucía es la tercera comunidad autónoma que más turistas nacionales recibe.

Fruto de los planes de desarrollo en los años 50 del siglo pasado, ya hace décadas que el turismo es la principal industria de Andalucía. Hoteles, apartamentos y sobre todo restaurantes han impulsado otras actividades como la construcción, pasando en ocasiones por encima del medio ambiente. El crecimiento desbocado del turismo, frenado en seco por la pandemia, ha dejado atrás a la industria o al campo andaluces, que ahora luchan por ser más competitivos en un mercado fuertemente globalizado.

"Hacer que Andalucía sea mucho más que sol y playa". Este es el mantra que debería impregnar todas las propuestas económicas de los partidos que concurren a las elecciones autonómicas del próximo domingo, según los expertos consultados por DatosRTVE.

Una comunidad sustentada por el turismo y la construcción

"No es difícil encontrar un póster de La Alhambra en un despacho de una universidad de Estados Unidos", bromea el sociólogo Rafael Martínez, de la Universidad de Granada, al otro lado del teléfono. Lo hace para ilustrar su tesis de que Andalucía lleva años impulsando una imagen de destino turístico privilegiado que ha evolucionado con el tiempo.

Desde el boom turístico del desarrollismo, que implantó "un modelo urbanístico similar al de Miami en la Costa del Sol", hasta la celebración de la Exposición Universal de 1992 en Sevilla, el turismo andaluz ha arropado el crecimiento de otros sectores. El más evidente es el de la construcción, que todavía sigue ligada a la infraestructura turística. Pero también el despliegue del tren de Alta Velocidad en España, que ha convertido el corredor Sur en el segundo con más kilómetros, por detrás de las rutas hacia el Atlántico.

Andalucía es la tercera comunidad autónoma que más turistas nacionales recibe. La región más poblada de España y la que cuenta con la segunda mayor población costera acumula el 14% de las pernoctaciones y casi el 16% de los viajes que se realizan desde otro punto de nuestra geografía, según los datos de la Encuesta de turismo de residentes del INE. Solo la superan Madrid y Cataluña.

Sin embargo, los turistas españoles dejan de media poco más de 49 euros al día por persona en Andalucía, y los extranjeros 114. Estas cifras están lejos de los 64 euros diarios que gasta de media cada español que visita Canarias o de los 239 euros que emplea un visitante extranjero que pasa una jornada en Madrid, de acuerdo con la Encuesta de gasto turístico (Egatur).

"El reto de futuro para el sector turístico es virar del sol y playa a otros ámbitos, y hacer que el turista que nos visita se gaste más dinero", resume Martínez, que inmediatamente después enumera algunos cambios que ya se han conseguido con esta receta: junto al turismo veraniego de la Costa del Sol, "han surgido otros focos, como el de los deportes de invierno en Granada o el del turismo cultural en la capital malagueña".

Un sector "inmenso" y "cíclico" de pequeñas empresas

Según el último informe sobre el empleo del sector turístico de la Junta de Andalucía, esta industria representó en torno al 10% de las afiliaciones del conjunto de la economía andaluza en 2021. Los contratos de restauración son los más numerosos en todas las provincias, mientras que las afiliaciones en la rama de hoteles y otros alojamientos tienen más peso en los territorios del litoral.

Se trata de "un sector inmenso", compuesto "casi en su totalidad de pequeñas empresas familiares, que genera en torno a siete de cada diez nuevos empleos en Andalucía", apunta Rafael Martínez. El sociólogo cree que esta es la causa principal de que la economía andaluza sea cíclica, con empleos y empresas que aparecen y desaparecen en función de la época del año.

"El paro es un problema estructural real en Andalucía, que puede medirse de forma cuantitativa, que afecta a todos los estratos sociales y que se percibe desde mediados de los años 80", explica Martínez. En la actualidad, en torno a la mitad de esos desempleados son de larga duración, una coyuntura que, a juicio del experto, señala la falta de "políticas específicas para gestionar este fenómeno".

De todos los partidos que el próximo domingo concurren a las urnas, el PSOE propone crear un Plan de Empleo Global con medidas para colectivos más desfavorecidos y Por Andalucía compromete hasta 700 millones de euros gestionados por los ayuntamientos e incentivos directos para la contratación.

Por su parte, el partido de Juanma Moreno incluye un programa de autoempleo y emprendimiento en zonas rurales. Es el mismo ámbito en el que recomienda actuar Adelante Andalucía, mientras que Vox apuesta de manera genérica por derogar las normas y regulaciones "que perjudican el empleo".

Migración y economía sumergida

La volatilidad del empleo vinculado al turismo ha generado un entorno propicio para que florezca la economía sumergida. Un mercado laboral "en negro" en el que, según Martínez, se ve obligada a vivir mucha población inmigrante.

De acuerdo con un análisis reciente del Instituto de Estudios Económicos, Andalucía es la segunda comunidad autónoma con más economía sumergida por detrás de Extremadura, expresada como una parte de su Producto Interior Bruto. Una "respuesta a una situación estructural en el mercado de trabajo", en palabras del sociólogo de la Universidad de Granada, que los partidos políticos proponen paliar con medidas muy diferentes: erradicando núcleos chabolistas e infraviviendas de trabajadores inmigrantes (PP), garantizando alojamientos dignos y frenando los recortes en integración (Por Andalucía y Adelante Andalucía) o persiguiendo y expulsando a los inmigrantes ilegales (Vox).

Sin embargo, la realidad de la población migrante que reside en Andalucía varía según su país de origen. Mientras los ciudadanos británicos vienen a la Costa del Sol buscando un retiro dorado de sol y playa, hombres y mujeres procedentes de países como Rumanía, Marruecos y otros lugares del norte de África terminan convirtiéndose en mano de obra de bajo coste para empleos pobremente remunerados, especialmente desde el año 2000.

En este segundo caso, explica Rafael Martínez, los trabajadores inmigrantes impactan en el mercado laboral de dos formas. Cuando se integran de manera legal, hacen crecer los niveles de desempleo; cuando trabajan fuera de la legalidad, aumenta la economía sumergida, en la que se encuentran aproximadamente 1,2 millones de personas, según los últimos informes.

El campo se especializa ante la amenaza de la globalización

Muchos de estos inmigrantes son los trabajadores que sustentan el campo andaluz. El sector agrícola de Andalucía atesora el 20% de la superficie cultivable de España y ocupa el segundo lugar en el ranking de comunidades autónomas, por detrás de Castilla y León. Pero, en palabras del sociólogo Rafael Martínez, está "estancado desde hace años" y "representa a poca población en cuanto a actividad económica".

Después de apostarlo casi todo al turismo, el campo andaluz se enfrenta ahora a la amenaza de la globalización. "¿Hasta qué punto son rentables las explotaciones agrícolas de Andalucía cuando tienen que plantarle cara a la competencia de países de fuera de la Unión Europea?", se pregunta Martínez, que asegura que existen grandes superficies de cultivo sin explotar por falta de rentabilidad.

Los olivares representan la mitad de toda la superficie cultivable de Andalucía. Llegan a ocupar nueve de cada diez hectáreas disponibles en Jaén o el 65% de la tierra de labranza en Córdoba.

Por su parte, las hortalizas apenas ocupa un 4,1% de todo el campo andaluz.

En cuanto a la producción, los olivos necesitaron 1,6 millones de hectáreas para generar en torno a un tercio de los 22,5 millones de toneladas de mercancías agrícolas cultivadas en Andalucía.

Casi otro tercio de la producción del año pasado, 6,7 millones de toneladas, creció en plantaciones intensivas de hortalizas.

El "milagro" de la huerta andaluza se ha producido gracias a la producción intensiva en invernaderos. "Cada día salen hacia distintos lugares del mundo 500 camiones cargados de hortalizas del mar de plástico de Almería", apunta Martínez. En cambio, los olivares de Andalucía están sufriendo los efectos de la globalización.

El producto estrella de Andalucía, el aceite de oliva, cada vez compite con más países que producen y exportan más barato. "Muchos olivares resisten gracias a las subvenciones, pero han tenido que bajar mucho sus precios y no pueden mejorar las condiciones laborales ni los salarios de sus trabajadores", argumenta el experto.

¿Cómo se rompe este círculo? Para contrarrestar este efecto, el campo andaluz está cada vez más especializado. El cultivo de productos ecológicos, que el PP propone fomentar por ley, es un camino. Otro, el de Vox, pasa por endurecer las inspecciones a la llegada de productos del extranjero y al etiquetado. Por su parte, PSOE, Por Andalucía y Adelante Andalucía apuestan por delimitar los márgenes comerciales a lo largo de la cadena agroalimentaria, y por hacer que se cumpla la ley que la regula.

Energías renovables: oportunidad y reto de futuro

La crisis de las energías fósiles y el aumento de los precios del combustible por la guerra en Ucrania han puesto de relieve la necesidad de un nuevo modelo energético para Europa y para España. Según los expertos consultados, Andalucía tiene las herramientas necesarias para liderar este cambio.

Andalucía es la octava comunidad autónoma con más proporción de potencia eléctrica renovable instalada de España, y la segunda en producción, por detrás de Castilla y León. Son casi 9.200 megavatios (MW) instalados en 2021, según datos de Red Eléctrica Española, que la incluyen en el grupo de territorios que apuestan por energías limpias en más de la mitad de sus infraestructuras.

Tanto estos datos como un informe publicado por la Agencia Andaluza de la Energía en 2020 sitúan a Andalucía "en una posición preferente para el desarrollo de centrales renovables de generación de electricidad" e identifica un potencial bruto de más de 300.000 MW eléctricos renovables todavía por explotar.

En concreto, la Junta de Andalucía cree que en su territorio existen 800.000 hectáreas en las que se podrían instalar centrales fotovoltaicas y termosolares con un potencial de 254.000 y 19.000 MW, respectivamente. La provincia de Sevilla, que como muestran los siguientes mapas ya produce la mayor parte de este tipo de energía, sigue acumulando casi toda la capacidad solar. Está muy por delante de Córdoba y de Cádiz, donde solo destaca la producción térmica por ahora.

Otro segmento de renovables destacado es el de la biomasa. Andalucía dispone de más de 20 millones de toneladas de este recurso, que se genera a partir de residuos agrícolas, ganaderos, forestales, industriales y urbanos. Jaén, donde ya destaca la producción de energía térmica con este sistema; Córdoba, que ya es la segunda provincia que más energía eléctrica genera de este modo; y Sevilla, a la cabeza de electricidad producida con biogás, concentran la mayor parte.

En cuanto a la producción de energía eólica terrestre, destaca especialmente la zona del estrecho de Gibraltar, ya que presenta fuertes rachas de viento y una orografía singular. No obstante, los expertos de la Junta destacan que todavía existen 480.000 hectáreas de terreno de Málaga, Almería, Granada y Sevilla donde se podrían instalar 25.700 MW en parques eólicos.

A este estudio, habría que añadirle otros 11.000 MW de potencial de energía eólica marina que podrían producirse en paralelo a la costa de Huelva y Cádiz; o las ya existentes generación de calefacción geotérmica y de energía hidráulica.

Los expertos en energía de la Junta destacan la alta disponibilidad de recursos distribuidos "por todas las provincias". Lo hacen teniendo en cuenta los condicionantes medioambientales, pero sin recoger la posición de los grupos ecologistas. Además, insisten en que para poder instalar más plantas también es necesario "un mayor desarrollo de infraestructuras que permitan evacuar la energía generada [...] y transportarla hasta los lugares donde se consuma".

Las energías renovables son "una oportunidad y un reto de futuro para Andalucía", coincide Rafael Martínez. Sin embargo, el sociólogo considera que el primer problema que debe resolver el nuevo gobierno andaluz es el desempleo estructural.

Martínez describe Andalucía como una sociedad "joven e innovadora" que "dispone de un amplio territorio", pero que adolece de problemas y retos sociales que trascienden lo económico. Por eso, gobierne quien gobierne en San Telmo a partir del próximo lunes, exhorta a los políticos a romper con una economía cíclica, a impulsar la competitividad de sus agricultores y a imponer un modelo transversal de investigación y conocimiento en todos sus sectores productivos.

El turismo condiciona el urbanismo andaluz

La prevalencia del turismo sobre cualquier otro sector económico andaluz también ha condicionado la morfología de los núcleos de población de Andalucía. Casi la mitad de la población andaluza reside en centros urbanos, y otro 38% lo hace en zonas de densidad intermedia, según la última Clasificación del Grado de Urbanización del territorio andaluz, publicada por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) en 2020.

Las grandes ciudades y los núcleos intermedios son las áreas marcadas en rojo y en naranja, respectivamente, en el mapa anterior. Muestran una concentración de personas mayor que la media europea en todas las capitales de provincia y a lo largo del litoral. Esta imagen se completa con que el apenas 17% restante de andaluces vive diseminado en zonas rurales, señaladas en verde, que ocupan el 65% del territorio.

Esta fotografía podría cambiar. El sociólogo granadino Rafael Martínez, cree que llegarán a Andalucía nuevos grupos de población en los próximos años. Considera que lo harán en busca de un clima mejor que amortigüe la crisis energética en el centro de Europa, o para suplir la falta de mano de obra en algunos sectores. "Andalucía es una región acostumbrada a recibir turistas y a la convivencia de culturas desde un punto de vista social, pero también tendrá que prepararse desde el punto de vista de las infraestructuras, el trabajo o la vivienda", señala.