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Patrimonio cultural

Hallado en un puente de Toledo uno de los rastrillos más antiguos de Europa

  • Ha sido descubierto durante los trabajos de restauración del puente de Alcántara
  • El objetivo es que la torre sea accesible para los visitantes

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Rastrillo del puente de Alcántara en Toledo
Rastrillo del puente de Alcántara en Toledo

El rastrillo es una reja que se desliza verticalmente entre hendiduras laterales para poder bloquear el acceso a los invasores que intentaban sitiar una fortaleza. El que está instalado en la puerta de la torre del Puente de Alcántara en Toledo se encontraba en muy buen estado de conservación. Gracias a su reciente datación, su construcción se ha podido situar entre 1156 y 1266.

La primera parte de los trabajos de restauración han sido ejecutados por los alumnos de una escuela-taller gestionada por el ayuntamiento toledano y dirigidos por la fundación Montemadrid. Su responsable de Patrimonio histórico, Gabriel Morate explica que “en esta ocasión se ha tenido suerte y el rastrillo original presentaba un buen estado de conservación. Pensábamos que podía ser del siglo XVIII, incluso del XIX, por su tipología, pero la datación a través de carbono 14 ha desvelado que se trata de uno de los rastrillos más antiguos de toda Europa analizados científicamente”

Sistema de elevación medieval

También, se ha reconstruido su mecanismo de izado que, en el cuerpo de guardia, servía para bajar el rastrillo. Es un gran torno accionado por dos personas, con frenos y poleas. El responsable de la escuela-taller, Juan Carlos Fernández-Layos, comenta que “en lo relativo al rastrillo, tras analizarlo, se han añadido los elementos que faltaban para completarlo y se ha adaptado a las piezas de poleas para que volviese a funcionar”.

Se ha formado a un grupo de jóvenes en situación de desempleo y después se ha pasado a la obra

Además, los nueve alumnos que han participado en este proyecto han trabajado para recuperar el esplendor del torreón, perteneciente al sistema de fortificación toledano. “En primer lugar, se ha formado a un grupo de jóvenes en situación de desempleo y después se ha pasado a la obra. Las principales actuaciones han consentido en el llagueado de muros, reposición de piezas de ladrillo que faltaban, recuperación de almenas y almenones, así como tratamiento de solados y escaleras que en muchos casos estaban muy deterioradas”.

Una torre-puerta con cuatro funciones

La torre del puente de Alcántara es uno de los enclaves más impresionantes de Toledo, un punto estratégico fundamental de las comunicaciones entre el sur y el norte de España, que se construyó en el siglo III, en época de los romanos. El torreón no presentaba un estado de conservación preocupante, pero su interior era prácticamente inaccesible.

Gabriel Morate apunta que esta torre-puerta tuvo al menos cuatro funciones. “La más importante, la defensiva, servía para evitar que los enemigos entraran o salieran de la ciudad, las puertas se abrían al amanecer y se cerraban al anochecer, por la noche no podía entrar nadie. Otra función era la fiscal. Había dos impuestos, el “pontazgo”, por atravesar el puente y el “portazgo” por entrar en la ciudad. Con estos aranceles cobraban por pasar la mercancía, salvo a los vecinos de Toledo que estaban exentos de esos pagos”.

Mecanismo de izado del rastrillo

Este acceso también tenía un carácter policial, de control, para evitar que entrara gente indeseable en el recinto amurallado. Y por último cumplía una función sanitaria. “Después de la pandemia que hemos pasado, en la que hemos sufridos confinamiento, se entiende bastante bien. En un momento de pandemia, se bajaban los rastrillos, se cerraban las puertas de la ciudad y nadie podía salir ni entrar para evitar así la propagación de enfermedades infecciosas.

"En un momento de pandemia, se cerraban las puertas de la ciudad para evitar la propagación de enfermedades infecciosas"

Toda la intervención de esta pieza de arquitectura militar está orientada a facilitar el acceso a futuros visitantes que encontrarán el broche de este pequeño recorrido en la última planta. Podrán subir a la azotea para disfrutar de vistas extraordinarias del castillo de San Servando, el Alcázar, la vega del Tajo y el vado natural del río.

Pero aún hay que esperar unos meses para esta visita. A partir de ahora dará comienzo una última fase de rehabilitación de la mano de especialistas. Todo, para poner en valor uno de los elementos más emblemáticos de la ciudad de Toledo.