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Guerra en Ucrania

La cultura ante la guerra: apoyo a Ucrania y dudas con el veto a artistas rusos

  • La cultura ha condenado sin fisuras la invasión rusa y ha mostrado su solidaridad con el pueblo ucraniano
  • La bandera rusa desaparece en grandes eventos pero algunas voces piden no discriminar a artistas solo por su nacionalidad

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La soprano rusa Anna Netrebko.
La soprano rusa Anna Netrebko.

No a la guerra. A lo largo del mundo, la cultura ha condenado sin fisuras la invasión rusa y ha mostrado su solidaridad con el pueblo ucraniano. Incluso personalidades que se habían mostrado afines a Putin como Gérard Depardieu han virado en su apoyo al presidente ruso y han desaprobado su empeño bélico. Las dudas aparecen en cómo visibilizar ese apoyo cuando se trata de artistas rusos. ¿Deben ser boicoteados en todo caso? ¿Solo si muestran un apoyo público a Putin? ¿Sirve todo esto de algo o se corre el peligro de alimentar la rusofobia?

El ministro de Cultura ucraniano, Oleksandr Tkachenko, se adhirió a la petición de artistas ucranianos que han reclamado sanciones culturales que incluyen la cancelación de colaboraciones y la participación de Rusia en grandes eventos como Art Basel o el Festival de Cannes. Francia ha tomado posición hoy, suspendiendo la celebración de cualquier nuevo acto cultural que esté vinculado con instituciones oficiales rusas o artistas rusos que estén en favor de la intervención rusa en Ucrania. La ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, ha añadido que los proyectos de asociación entre instituciones culturales rusas y francesas están "congelados hasta nueva orden".

Como sucede en el deporte, la bandera rusa está siendo prohibida en certámenes. El Festival de Eurovisión, organizado por la Unión Europea de Radiodifusión, fue el primero en expulsar a la delegación rusa de la presente edición sosteniendo en un comunicado que su participación “desacreditaría la competición”.

Similar argumento ha esgrimido la Academia de Cine Europeo (EFA) al excluir a las películas rusas de los premios de 2022. En ese sentido, la EFA ha ido un paso más allá porque, aunque las películas tienen nacionalidad en función del lugar de origen de su productora, no es una competición entre naciones propiamente dicha.

Así lo entiende el Festival de Cannes que ha decidido separar el polvo de la paja: “no recibiremos a ninguna delegación oficial rusa ni aceptaremos la presencia de nadie vinculado al gobierno ruso”, reza su comunicado. Es decir: boicot contra delegaciones amables con el gobierno ruso, ningún problema -de momento- con las películas cuyo equipo se manifieste contra la invasión.

El Festival de Locarno (Suiza) afinó más apelando a la libertad artística: “Defendemos la libertad de expresión y el arte cinematográfico y no tenemos la intención de boicotear películas rusas ya que el cine es una voz que sostiene la diversidad y creatividad en todos los países”.

Donde la cascada de vetos no cesa es la decisión de las grandes estudios cinematográficas de pausar por el momento el estreno de nuevas películas en Rusia. Un movimiento que inició Disney y ya han secundado Sony y Warner Bros y que implica que el gran estreno de estas fechas, The batman, no podrá verse en Rusia.

En sus comunicados corporativos, coinciden en los motivos, apelando a “la tragedia humanitaria” y avanzando que tomarán decisiones “basándose en la evolución de la situación”. De igual modo, actuaciones en Rusia de músicos como Iggy Popp o Franz Ferdinand no tendrán lugar.

La música clásica, escenario de vetos

El embrollo se enreda más porque ¿cómo se distingue ese apoyo o rechazo? La Escala de Milán lo resolvió prescindiendo del incómodo director de orquesta Valery Gergiev, amigo personal de Putin, al no responder a una carta que pedía una condena expresa de la invasión. En apenas dos días, Gergiev ha sido expulsado del Carnegie Hall de Nueva York, y las filarmónicas de Viena, Múnich y Rotterdam.

Ópera y ballet son uno de los sectores más implicados por la gran cantidad de profesionales de danza y música rusos. El director artístico del Gran Teatre del Liceu, Víctor García de Gomar, ha descrito la situación como “una nube opaca sobre el escenario" señalando que la institución se plantea "cómo celebrar el aniversario sin equivocarse".

La cultura se vuelca con Ucrania y se posiciona contra la invasión rusa

¿Será abjurar de Putin un salvoconducto? En el caso de la soprano Anna Netrebko, cercana a Putin pero que ha mostrado su oposición a la guerra, ella misma ha decidido “dar un paso atrás por el momento" y cancelar su actuación en el Liceu el 3 de abril.

Más laxo se mostró el presidente del Barcelona Obertura Spring Festival (que programan conjuntamente el Gran Teatre del Liceu, el Palau de la Música Catalana y L'Auditori de Barcelona), Ramon Agenjo al señalar que la programación no sufrirá cambios: "No estamos hablando de selecciones nacionales de fútbol ni de orquestas, sino de personas para las que muchas veces no es fácil manifestarse contra la guerra porque viven en un país donde la libertad de expresión no está garantizada".

¿Es un exceso la cancelación de artistas rusos?

En un artículo en La Stampa, la filósofa italiana Donatella Di Cesare llamaba a reflexionar sobre la moralidad de los vetos. “Discriminar a otros simplemente por su nacimiento, por pertenecer a una nación, es un acto discriminatorio y racista. No queremos que nuestros teatros, nuestros estadios, nuestras universidades, nuestras plazas se conviertan en zonas de guerra”.

Menos reparos ha mostrado la ministra de Cultura griega, Lina Mendoni, al cancelar El lago de los cisnes a cargo del Teatro Bolshoi en Atenas. Tchaikovsky, de momento, no podrá ser representado en Grecia por instituciones fundadas por el estado ruso.

El fondo del debate se asemeja al de la libertad de expresión tras la prohibición de los medios estatales rusos Sputnik y Russia Today (RT) en territorio comunitario ¿Está éticamente justificado? ¿Se toman las mismas medidas con artistas de países cuyos gobiernos violan flagrantemente los derechos humanos?

El actor de origen ruso Costa Ronin (The americans) pidió en twitter “paciencia y respeto”, recordando que “existe una diferencia entre las personas y el estado”.

En algún caso, las cosas suceden de manera natural: el pabellón ruso de la Bienal Venecia, una de las exposiciones más importantes del mundo, no abrirá, tras la renuncia de su comisario Raimundas Malašauskas y los artistas Alexandra Sukhareva a Kirill Savchenkov.

No hay lugar para el arte cuando civiles mueren bajo el fuego de los civiles, los ciudadanos de Ucrania se esconden en refugios y las protestas rusas son silenciadas”, expresó Savchenkov. Y Malašauskas apuntó también a los peligros de pasarse de frenada: “Me opongo explícitamente a la invasión comandada por Rusia. También creo que la gente de Rusia no debe ser intimidada o arrinconada únicamente debido a las acciones y políticas opresivas de su gobierno”.