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Estados Unidos

La policía de Los Ángeles mata a una niña de 14 años con una bala perdida durante un tiroteo

  • Valentina estaba en un vestuario al otro lado de una pared directamente detrás del sospechoso abatido
  • El agente que disparó ha sido apartado de su cargo temporalmente y se ha iniciado una investigación

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Los padres de la niña de 14 años que murió en un tiroteo policial piden justicia

La fiscalía de Los Ángeles, Estados Unidos, ha abierto una investigación para aclarar la muerte de una niña de 14 años de origen chileno, Valentina Orellana-Peralta, en un tiroteo policial. La menor fue alcanzada por una bala perdida en el probador de una tienda de ropa durante un operativo contra un hombre, de 24 años, sin armar, que agredía a los clientes.

La tragedia ocurrió el 23 de diciembre en una tienda de ropa de North Hollywood, cerca de Los Ángeles, donde la policía había sido llamada por "un robo a mano armada" en curso, según el comunicado de la policía. Al llegar, los agentes encontraron a una mujer sangrando "que sufría varias lesiones" cerca de un sospechoso. Abrieron fuego contra él, matándolo en el acto.

"Sin que los agentes lo supieran", según explica el comunicado policial, una niña de 14 años estaba en un vestuario al otro lado de una pared directamente detrás del sospechoso y solo después del tiroteo los agentes descubrieron que la adolescente había recibido un disparo mortal.

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El agente que disparó y cuya identidad no ha sido revelada, ha sido apartado de su cargo temporalmente y se ha iniciado una investigación. El jefe de la policía de Los Ángeles, Michel Moore, ha lamentado "un incidente caótico que tuvo como resultado la muerte de una niña inocente", pidiendo disculpas a la familia y comprometiéndose a investigar "las circunstancias que condujeron a esta tragedia".

Nuevo caso de abuso policial

Valentina estaba de compras con su madre para celebrar su 15º cumpleaños, la 'quinceañera', una ceremonia de mayoría de edad muy importante en América Latina y entre algunas comunidades hispanas de Estados Unidos.

Asociaciones de derechos humanos y la propia familia de la niña han mostrado su indignación por lo que consideran otro caso de abuso policial. Alegan que eran 11 policías y que podrían haber reducido al agresor, quien ni siquiera iba armado. Según los medios de comunicación locales, no se encontró ningún arma de fuego en posesión del sospechoso, un hombre de 24 años que ya había sido acusado de violencia doméstica, y que se cree que utilizó un candado de metal pesado para golpear a su víctima.

Lulac, una de las principales organizaciones hispanoamericanas de derechos civiles, ha criticado con dureza las condiciones en las que intervinieron los policías: "Es inaceptable que los policías de Los Ángeles hayan podido abrir fuego en una tienda abarrotada de gente en plena época de compras navideñas sin saber a ciencia cierta si el sospechoso estaba armado", ha declarado el presidente de Lulac, Domingo García.

La familia de la niña fallecida ha contratado a Benjamin Crump, el abogado que logró que varios agentes fueran condenados por matar al afroamericano George Floyd. En lo que va de año más de 1.000 personas han muerto a manos de la policía en Estados Unidos.

"Algo impactó a mi hija Valentina y nos lanzó al piso"

El padre de Valentina, Juan Pablo Orellana, ha viajado desde Santiago de Chile a Los Ángeles por la muerte de su hija, confesando estar devastado por la pérdida, pero reclamando: “Justicia para mi hija. Que caiga el que tenga que caer”.

La familia de la adolescente chilena había llegado hace seis meses a Estados Unidos y consideraba al país como “el más seguro del mundo”. Su madre tuvo que presenciar la muerte en persona: “Estábamos juntas en un probador mirando ropa para la Navidad. Escuchamos gritos. Nos sentamos abrazadas en un asiento rezando. Cuando (de pronto) algo impactó a mi hija Valentina y nos lanzó al piso”, ha relatado en medio de sollozos la mujer, y ha agregado que no pudo hacer nada por salvar a su hija, quien murió en sus brazos.

“Ver morir a un hijo o una hija en los brazos de uno es un dolor de los más grandes y profundos que un ser humano puede imaginar”, ha expresado Soledad Orellana.