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Coronavirus

¿Qué quedará de los hábitos de la pandemia? Diez gráficos sobre cómo afrontamos hoy el virus

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Los expertos creen que la COVID-19 debería servir para poner el foco en la importancia de la salud pública.
Los expertos creen que la COVID-19 debería servir para poner el foco en la importancia de la salud pública.

La reactivación de la actividad en este momento de la pandemia ya es un hecho en España. Cada vez son más las personas que utilizan el transporte público, las que salen a la calle sin mascarilla o las que se vuelven a reunirse con familia y amigos. Se mueven entre un mar de carteles y pegatinas que les recuerdan las normas de distancia social, aforo o higiene frente a la COVID-19. Algunas ya no tienen vigencia, pero dan testimonio de cómo el coronavirus ha moldeado nuestra forma de vivir durante el último año y medio.

El virus seguirá marcando nuestro rumbo a corto plazo y habrá repuntes, por lo que los epidemiólogos esperan que algunas de esas restricciones se marchen para no volver. Aun así, señalan, no quedará más remedio que dar marcha atrás y, a veces, los ciudadanos comenzarán ese camino antes que la Administración.

Por el contrario, los expertos consultados coinciden en que es más difícil saber qué permanecerá en el largo plazo. La experiencia dice que todas las pandemias nos han enseñado muchas cosas, pero que solo aprendemos algunas.

¿Qué está, qué se ha ido y qué quedará? Esto es lo que dicen los datos, según encuestas realizadas en varios países de nuestro entorno.

1. Menos mascarillas y más aglomeraciones

Desde que la quinta ola empezó a remitir a finales de julio y la vacuna alcanzó a una parte importante de la población, las comunidades autónomas no han dejado de relajar restricciones. La incidencia se estabiliza y la percepción del riesgo es menor, por lo que, como se observa en los gráficos anteriores, los ciudadanos comienzan a desprenderse de ciertos hábitos y vuelven a relacionarse con mayor libertad.

En los cinco países europeos analizados cada vez hay menos personas que evitan las aglomeraciones, y la subida de esas curvas dependerá en gran medida de que la incidencia siga descendiendo. No obstante, el profesor de Estudios de Psicología y Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) José Ramón Ubieto cree que habrá costumbres a las que será más difícil renunciar, como la mascarilla en exteriores.

Para Ubieto, llevarla es un hábito que da seguridad y sensación de protección. Su uso solo se extinguirá si la incidencia se mantiene en los niveles actuales y cuando medie el “decantamiento social”: el fin de la mascarilla llegará, sostiene el experto, cuando quienes sigan utilizándola se vean en la obligación de explicarle al resto por qué lo hacen.

Por el contrario, el epidemiólogo Pedro Gullón cree que es una de esas restricciones que ya se han ido para no volver. “Su intención primaria fue más pedagógica que epidemiológica”, afirma, tras dar esa fase por superada.

Si bien esta protección está muy ligada al contexto de cada país -en el nuestro sigue siendo obligatoria en el transporte público o los supermercados-, la encuesta de comportamiento frente a la COVID-19 elaborada por YouGov y el Imperial College de Londres muestra que el número de españoles que no utilizan mascarillas en espacios públicos ha crecido casi dos puntos desde mediados de junio.

2. Vuelta a la rutina… más o menos

La vuelta a la actividad social y económica viene acompañada de la reactivación de servicios como el transporte público y la sanidad. En ambos casos, los encuestados españoles son los que más han recuperado los desplazamientos y las consultas médicas. Ahora bien, como recuerda Pedro Gullón, no los han encontrado tal y como los dejaron.

Sobre el transporte público, el coautor de Epidemiocracia critica que, aunque no existen muchas evidencias de que sea un lugar donde se producen muchos contagios, en algunas ciudades todavía no se han recuperado los servicios y frecuencias que había antes de la pandemia. En cuanto a la sanidad, el riesgo bajo o inexistente en las UCI. No obstante, añade, todavía está por resolver y ordenar el acceso de acompañantes y las visitas a pacientes.

Sobre el ámbito sanitario, el psicólogo José Ramón Ubieto insiste en una idea que desarrolla en su libro El mundo pos-covid: entre la presencia y lo virtual: “El mundo camina hacia una fórmula híbrida, en la que la gente ya no se sentará en una sala de espera para que su médico le lea una analítica que puede recibir por internet”.

3. Una lección aprendida

Desprenderse de hábitos impuestos es más fácil que hacerlo de aquellos que se han interiorizado, y no hay mejor enseñanza que la que se adquiere por propia experiencia. Esta puede ser, según José Ramón Ubieto, la moraleja que hace que el número de personas que evitan recibir invitados en casa no haya descendido en España tanto como en otros países del entorno.

“Existe temor a reunirse en casa porque durante mucho tiempo ha sido un lugar prohibido”, explica el psicólogo y profesor de la UOC, que recuerda la repercusión que las reuniones familiares tuvieron en la ola de la Navidad de 2020. Aunque también apunta a las diferencias climáticas que aún hay entre España y otros países a estas alturas del año: “La gente ha vuelto a encontrarse, pero lo ha hecho más al aire libre”, algo más complicado en países como Reino Unido o Alemania.

El efecto de este shock también puede observarse en enero de 2021: a medida que los casos de la quinta ola aumentaban, también lo hacía la gente que limitaba los encuentros sociales. “Las reuniones en casa se irán recuperando, pero volverán con cambios”, pronostica Ubieto, que cree que en los encuentros se maximizará la ventilación, se aumentarán las distancias y se reducirá la cantidad de invitados, en la medida de lo posible.

4. La socialización vuelve, con cautela

Más allá del interior de las casas, los españoles que aseguran que ya no evitan reuniones sociales crecen día a día. Ahora bien, los gráficos anteriores muestran que todavía hay una predilección por encuentros pequeños y medianos, de un máximo de 10 personas, frente a grandes eventos.

Ante las imposiciones, fáciles de abandonar, la recuperación de hábitos sociales resulta sencilla por el carácter social del ser humano. “La gente irá recuperando las cosas que hacía antes y que le gustaban”, profundiza Ubieto, que cita el ejemplo de la dificultad que han tenido los más jóvenes para cumplir restricciones de distanciamiento social.

Cuando haya que recuperar restricciones que se han abandonado, prosigue el psicólogo, será más fácil hacerlo cuando se trate de normativas que afecten a la vida pública. En cambio, añade, “las medidas interiores no dependerán tanto de las normas administrativas, sino de la información y la sensación que la gente tenga: dependerá de los temores derivados de los datos objetivos”.

La gente tiene conciencia de riesgo”, coincide Pedro Gullón. El epidemiólogo asegura que, en el contexto de la pandemia, hay medidas tan asumidas por la población que empiezan a funcionar sin intermediación de las autoridades. “Ya se ha visto cuando se han reducido la movilidad social y las reuniones antes de que se aplicaran los confinamientos perimetrales en Madrid”, ilustra.

5. ¿Qué aprenderemos de esta pandemia?

Si epidemias pasadas sirvieron para colocar en el centro la salubridad, la COVID-19 debería servir para poner el foco en la importancia de la salud pública. “Hay tres cosas que ayudarían mucho a controlar enfermedades infecciosas en el futuro si quedaran en el imaginario colectivo”, enumera Gullón.

En primer lugar, el experto reclama que se mantenga la higiene de manos más allá del uso de geles hidroalcohólicos. La cantidad de españoles que afirman que se lavan las manos siempre o con frecuencia se encuentra en valores altos desde el inicio de la pandemia, pero muestra un declive continuo que se contrapone al aumento de aquellos que han tomado costumbre de cubrirse nariz y boca al estornudar o toser.

En segundo lugar, continúa Gullón, aparece la normalización de la baja laboral o el teletrabajo como medida preventiva ante una posible enfermedad contagiosa. Y, en tercero, el uso de la mascarilla cuando aparezcan síntomas respiratorios.

Por último, José Ramón Ubieto augura otros cambios que van desde la forma de concebir y diseñar los edificios hasta semejanzas con enfermedades como el sida en cuanto a la actitud que se toma ante un posible contagio de la enfermedad.

No obstante, el experto lamenta que solo se hayan tomado medidas parciales en asuntos como la mejora del cuidado de mayores en residencias o el prestigio de los trabajadores esenciales. “Todas las pandemias nos han enseñado cosas, pero solo hemos aprendido algunas de ellas”, sentencia.