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La Palma

Psicólogos voluntarios, volcados con la emergencia de La Palma: "No puedo eludir mi responsabilidad"

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Un hombre mira la columna de humo que sale del volcán de La Palma.
Un hombre mira la columna de humo que sale del volcán de La Palma.

Desde que hace cuatro semanas comenzara la erupción volcánica en La Palma, la labor de los psicólogos se ha mostrado esencial a la hora de prestar atención a las víctimas, muchas de las cuales han visto cómo, de la noche a la mañana, perdían sus casas, sus negocios y sus tierras de labor. Sin embargo, la mayoría de estos psicólogos ofrece su atención de forma voluntaria y gratuita y el cansancio empieza a hacer mella en estos profesionales debido a que la situación se está prolongando en exceso.

El despliege de psicólogos ante la emergencia volcánica se produjo gracias al acuerdo que el Servicio de Urgencias Canario mantiene desde hace cinco años con el Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife -en concreto desde el derrumbe de un edificio en Los Cristianos en 2016- para que profesionales del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC) intervengan de forma voluntaria en este tipo de situaciones. Lo hicieron durante la pandemia, con un despliegue de más de 200 psicólogos que atendieron por vía telefónica en los momentos más duros del confinamiento, y también en otros casos menos mediáticos, como incendios con evacuaciones o suicidios.

Con el inicio de la erupción en La Palma, unos 30 psicólogos voluntarios del GIPEC -todos ellos residentes en la isla- están de forma permanente sobre el terreno, turnándose para poder atender a sus trabajos y circunstancias familiares y distribuidos en cuatro puntos: Los Llanos, El Paso, Tazacorte y Fuencaliente, donde se encuentra el hotel en el que están las personas desalojadas porque han perdido sus viviendas o no pueden acceder a las mismas. A ellos se suman otros 60 profesionales que atienden a los afectados por vía telefónica.

Su tarea va desde ofrecer los primeros auxilios psicológicos hasta acompañarles a sus viviendas a recoger sus pertenencias de forma previa a la evacuación. "Es verdad que nuestra tarea principal es la asistencia psicológica pero no podemos quedarnos de brazos cruzados y también ayudamos a recoger enseres, fotografías, a cargar todo lo que quepa en los vehículos y lo que haga falta", asegura a RTVE.es Cristina García, coordinadora provincial del GIPEC de Santa Cruz de Tenerife.

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El Gobierno canario reforzará la asistencia

La labor, sin embargo, no está remunerada. Al menos hasta ahora, ya que el Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife ha logrado un acuerdo con el Gobierno canario para obtener dos contratos menores que, al menos durante octubre y noviembre, permitan que la atención psicológica a los afectados se mantenga como hasta ahora.

El Ejecutivo canario también ha movido ficha, dado que el fin de la erupción no parece inminente a corto ni quizá a medio plazo, y desde esta semana está previsto que se refuerce la asistencia a través del Servicio Canario de Salud que, según han confirmado a RTVE.es fuentes del Gobierno insular, activará algunos dispositivos de atención rápida a la población.

Entre ellos, citan un dispositivo de Atención Domiciliaria de Salud Mental para los afectados por el volcán que lo precisen; una Unidad de Atención Temprana "para la atención a la población infantil que requiere estos servicios" y un "servicio de apoyo a las unidades de salud mental para la población que lo necesite", para lo cual se contratarán nuevos profesionales y se reforzará con psicólogos de otras islas para atender a los pacientes en los centros sanitarios.

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Pero la principal demanda de los psicólogos es que se reconozca su labor en situaciones de alerta, en las que "la figura del profesional de la psicología no solo es necesaria, sino vital, porque estas personas se enfrentan a un estrés traumático al que tenemos que dar respuesta", señala Carmen Linares, decana del Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife, quien cree que para poder mantener en el tiempo esta atención con todas las garantías "no debería ser voluntaria".

"La mayoría de los voluntarios son autónomos y no tienen una disponibilidad, por eso la única manera de garantizar el servicio es remunerándolo", añade la decana, quien señala que en otras comunidades, como Cataluña, Madrid o Baleares, los psicólogos sí son tenidos en cuenta en los planes territoriales de emergencia.

"Poner tu granito de arena"

Los profesionales comparten esa impresión y creen que, en una catástrofe de estas características, los psicólogos deberían formar parte de los equipos de emergencias de forma remunerada porque daría "más estabilidad y contundencia al servicio", afirma Alicia Pérez Bravo, psicóloga del GIPEC, quien sostiene que lo más importante es que se mantenga la atención psicológica y que "las administraciones comprendan que es un servicio más que tiene que estar en situaciones de emergencia, igual que los bomberos o los policías".

Para Alicia Pérez Bravo, palmera, la principal satisfacción es "poder poner tu granito de arena, desde tu profesión", y ayudar a los afectados -muchos de ellos conocidos- a "pasar este mal trago". En su caso, puede realizar la labor de asistencia psicológica sin problemas porque ahora mismo está en paro y cuenta con disponibilidad, pero otros compañeros suyos sacan tiempo de donde pueden para poder realizar este acompañamiento.

"No se puede entender una emergencia donde no haya un daño emocional, por lo que las administraciones deberían incluirlo dentro de sus planes", añade la psicóloga, quien especifica que "como profesional y como palmera no puedo eludir mi responsabilidad".

Lourdes Lorenzo es presidenta de la Asamblea Comarcal Este de Cruz Roja y voluntaria del Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) en la isla. Como en el caso de Alicia Pérez Bravo, ha estado prestando atención desde las primeras horas de la erupción, en su caso como socorrista de acompañamiento, realizando una labor de "escucha activa" previa a la atención psicológica.

"Detectamos sus necesidades, les damos confianza, información de sus familiares, de sus animales, y les dejamos que se expresen", añade.

Su labor también es voluntaria y la compagina con su trabajo de camarera de piso en un hotel de la isla, aunque hace unos días tuvo que pedir una semana de vacaciones para poder dedicarse por completo a socorrer a los afectados por la erupción.

"Si me pagaran por ello, sería totalmente diferente", afirma Lourdes, quien cree que "agarrar la mano de una persona mayor que ha perdido su casa reconforta más que el dinero que te puedan pagar".

"Vaciar la mochila"

Tampoco ellos están libres de sufrir en su persona las consecuencias de una tragedia así y para ello cuentan con herramientas para "vaciar esa mochila de la que nos vamos cargando" asegura Cristina García, coordinadora del GIPEC. "No podemos simpatizar con la otra persona, porque al fin y al cabo es su dolor y no el mío. Si cruzo esa línea, me está afectando a mí e incluso puede que deje de ser útil en la intervención", añade.

Por ello, también advierten del intrusismo que han detectado durante estos días en la isla. Son "personas que no tienen garantías con técnicas no muy científicas y nos preocupa que se aprovechen de la vulnerabilidad de aquellos que lo han perdido todo para hacer su negocio", señala la decana del Colegio de Psicología, Carmen Linares. La psicóloga advierte que "cuando abrimos la caja de las emociones hay que saberla cerrar y no todo el mundo está preparado para hacerlo".

Cristina García está de acuerdo con esta aseveración y añade que "no todo el voluntariado vale, tienes que tener ciertas características, cierta formación, la flexibilidad, la capacidad de hacer triajes, saber cómo hacer el abordaje sobre la marcha, porque la respuesta tiene que ser inmediata".

Lo más preocupante es la incertidumbre, pues los damnificados por el volcán no saben cuándo volverán a recuperar sus vidas. Un desasosiego que comparten con los profesionales de la psicología desplegados sobre el terreno, muchos de los cuales, como palmeros, también se han visto de forma directa o indirecta afectados por la erupción volcánica.