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Análisis

Israel y el difícil equilibrio de la nueva coalición de Gobierno: desde los ultranacionalistas a la izquierda y un partido árabe

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La oposición de Israel anuncia un acuerdo de Gobierno para desbancar a Netanyahu

La oposición israelí ha llegado a un acuerdo para formar gobierno sin el principal partido del país, el Likud, y poner fin así a 12 años de gobiernos del primer ministro Benjamín Netanyahu.

El hasta ahora jefe de la oposición, Yair Lapid, líder del segundo partido más votado en las pasadas elecciones, Yesh Atid, ha llegado a un acuerdo con Neftalí Bennet, de Yamina, y con otras seis formaciones para conformar el nuevo ejecutivo que aún deberá ser refrendado por el Parlamento.

Estas ocho formaciones concentran un total de 62 escaños de los 120 que tiene la Knéset (Parlamento) lo que significa una mayoría suficiente para gobernar pero inestable.

Aún puede haber sorpresas. Netanyahu intenta sabotear el acuerdo durante los 10 o 12 días que aún le quedan en el cargo, atrayendo a los diputados de la derecha que puedan estar incómodos con el pacto alcanzado por sus líderes.

Incluso si logra formarse un nuevo Ejecutivo, la coalición tendrá una vida difícil, pues cubre casi todo el espectro político israelí, desde la extrema derecha ultranacionalista hasta la izquierda y un partido árabe, con posturas a veces irreconciliables. Esto es evidente, por ejemplo, respecto a la cuestión palestina: mientras unos partidos defienden directamente la anexión de Cisjordania, otros aún apuestan por la solución de dos estados.

El reparto de cargos tampoco está claro. Solo se sabe que Lapid y Bennet se turnarán dos años cada uno en el puesto de primer ministro y ministro de Exteriores.

Una coalición inestable de ocho partidos

Desde su creación y hasta tiempo reciente, la política israelí ha estado dominada por dos grandes opciones políticas: la izquierda, identificada con el Partido Laborista (HaAvodah, en hebreo, fundado en 1930) y la derecha, representada por desde los años 70 por el Likud.

Ambas formaciones son consideradas moderadas y nacionalistas, y ambas han sido capaces, llegado el momento, de conformar gobiernos con fuerzas menores o de unidad nacional y de negociar pactos con aliados o enemigos de Israel.

Sin embargo, la política israelí se ha diversificado en las últimas décadas y han sido necesarios ocho partidos para desbancar a Netanyahu.

Yesh Atid (Hay futuro)

La formación de Lapid está considerada centrista y durante un tiempo cooperó con el partido de Benny Gantz. Tiene 17 escaños en la Knéset.

Lapid, conocido periodista, entró en política en 2012 para ofrecer una alternativa de centro, laica y con tintes progresistas pero acabó formando parte brevemente de uno de los gobiernos de Netanyahu, como titular de Finanzas.

Liberal en lo económico, el partido defiende la lucha contra la corrupción, el reclutamiento igualitario (en un país donde los religiosos ultraortodoxos están exentos del servicio militar) y los derechos de la comunidad LGTBI.

Respecto a la cuestión palestina es ambiguo: a la vez que apuesta por la solución de dos estados, pretende mantener los grandes asentamientos de colonos en la Cisjordania ocupada, ilegales según las resoluciones de la ONU.

Yamina (Hacia la Derecha)

Con solo 7 escaños, el partido ultranacionalista y religioso de Neftalí Bennet representa a los colonos judíos en Cisjordania.

Bennet, como muchos de los líderes políticos israelíes, también ha colaborado con Netanyahu en algún momento de sus 12 años en el poder. Ocupó carteras como Defensa o Educación y resultó clave en muchas de las coaliciones que mantuvieron en el poder a Netanyahu de 2013 a 2020.

Partidario de reforzar la "identidad judía" de Israel, Yamina se opone a la existencia de un estado palestino y aboga por la anexión total de Cisjordania.

Kahol Lavan (Azul y Blanco)

Ocho escaños. El nombre de la formación de Benny Gantz hace referencia a los colores de la bandera de Israel.

Gantz ha sido el principal adversario y a la vez socio de Netanyahu en los últimos años. Tras las elecciones de marzo de 2020, que se producían tras un año de bloqueo político, Gantz intentó formar gobierno sin el Likud pero no lo consiguió, y acabó pactando con Netanyahu un gobierno de coalición y alternancia en el cargo de primer ministro. El fracaso de esa coalición ha dado lugar a otro ciclo electoral que, supuestamente, debe terminar con la formación del ejecutivo de Lapid.

Considerado un centrista, uno de los conflictos que llevaron a la ruptura con Netanyahu fue que Gantz era renuente a aceptar el plan de paz de Donald Trump, que los palestinos rechazaron de plano, y en cambio prefería seguir negociando.

Israel Beitenu (Israel Nuestro Hogar)

Siete escaños. Dirigido por el exministro de Defensa Avigdor Lieberman, exministro de Defensa de Netanyahu y considerado un halcón de la política israelí. Es un partido derechista nacionalista que aglutina mucho voto de los judíos rusos emigrados a Israel tras la caída de la URSS y años posteriores.

Defiende la solución de dos estados, pero con el intercambio de territorios y población, de manera que las colonias de Cisjordania se incorporen a Israel y se mantenga la mayoría judía del estado.

Tikvah Hadasha (Nueva Esperanza)

Seis escaños. Partido derechista encabezado por el exministro de Educación Gideon Saar, es una excisión del Likud. Tiene un acuerdo con Yamina para sumar sus votos.

Saar se opone a la solución de dos estados, propone la anexión de Cisjordania y que los palestinos se integren en Jordania.

HaAvodah (Partido Laborista)

Siete escaños. Uno de los partidos históricos de Israel y la formación dominante hasta finales de los 70, con el tiempo se ha visto reducido a una formación menor. En el pasado ha formado gobiernos de coalición tanto con el Likud y con el propio Netanyahu como con partidos a su izquierda.

Socialdemócrata en lo económico, defiende la fórmula "seguridad y paz" con los palestinos y la solución de dos estados. Su líder actual es Merav Michaeli, la única mujer que firma el pacto de gobierno.

Meretz

Su nombre puede traducirse como "Fuerza" o "Energía". Tiene 6 escaños. Laica, izquierdista y pacifista, esta formación ha sido tradicionalmente la más inclinada a pactar con los palestinos, paralizar los asentamientos en Cisjordania y reconocer un estado junto a Israel.

Ha colaborado en varias ocasiones con los laboristas y en 1992 formó parte del gobierno de Isaac Rabin que firmó los Acuerdos de Oslo con los palestinos. Su candidato ha sido Nitzam Horowitz.

Raam (Lista Árabe Unida)

Cuatro diputados. La gran novedad del ejecutivo es la entrada de un partido árabe, en este caso además islamista. Su líder, Mansur Abbas, ha negociado hasta el final y en unas circunstancias muy difíciles, condicionadas por los bombardeos sobre Gaza y las inusuales protestas y enfrentamientos en las ciudades mixtas (con importante presencia árabe). Estos incidentes han hecho peligrar la incorporación de Abbas al acuerdo y la mayoría necesaria para formar gobierno.

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Muchos árabes-israelíes y otras organizaciones que les representan han criticado a Abbas por entrar en un gobierno que mantendrá la ocupación.

Raam concentra a sus votantes en el Neguev (sur del país), defiende la solución de dos estados, con Jerusalén como capital compartida, e igualdad de derechos para los árabe-israelíes.

La prioridad: mantener el consenso para recuperar la economía

El nuevo gobierno tendrá que afrontar difíciles retos diplomáticos, económicos y de seguridad. Recuperar o no el inexistente proceso de paz con los palestinos; el mantenimiento de la tregua con Hamás en Gaza; el posible regreso de EE.UU. al pacto nuclear con Irán; la relación con la administración de Joe Biden; o la investigación por crímenes de guerra de la Corte Penal Internacional son algunas de ellas.

Una fuente involucrada en las negociaciones ha explicado a Reuters que el gabinete intentará mantener el consenso evitando los temas ideológicos más candentes. Bennet ha declarado que todas las partes tendrán que buscar compromisos para afrontar la primera prioridad: recuperar la economía tras la pandemia de coronavirus.

La deuda pública alcanzó el 72,4 % en 2020, cuando 2019 era del 60%, y el déficit se disparó del 3,7 % al 11,6 % en el mismo periodo.

Pero el principal reto del nuevo ejecutivo será llegar a constituirse. Un miembro de Yamina ya ha adelantado que podría votar en contra, otros han expresado sus dudas, y ha habido incluso amenazas de muerte, por lo que los próximos días serán decisivos para la continuación de negociaciones e intentos de acuerdos para garantizar los votos necesarios.

Además, los partidos excluidos del nuevo Ejecutivo, incluyendo al Likud de Netanyahu, tienen la posibilidad de disputar la legalidad de los acuerdos alcanzados, en un intento de obstaculizar su formación.