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Coronavirus

Pasaporte inmunitario, entre las dudas éticas y la falta de aval científico

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Viajeros, en la terminal internacional del aeropuerto londinense de Heathrow.
Viajeros, en la terminal internacional del aeropuerto londinense de Heathrow.

La implantación de un 'certificado de vacunación' que permita a los ciudadanos viajar a determinados lugares con restricciones a causa de la pandemia de COVID-19 será una realidad en la Unión Europea este verano, tal como han acordado los jefes de Estado y de Gobierno comunitarios, que a partir de ahora han marcado un periodo de tres meses para definir las condiciones técnicas del nuevo sistema, que podría incluir también el resultado de pruebas serológicas y PCR.

España, una de las economías más afectadas de la UE por el impacto de la pandemia debido al gran peso que tiene el turismo en su tejido económico, se ha mostrado como una firme defensora de la implantación de este polémico mecanismo. Aunque, más allá de cuestiones legales o éticas, el conocido como "pasaporte inmunitario" plantea también serias dudas desde el punto de vista científico. Todas las vacunas COVID aprobadas hasta ahora han demostrado una eficacia altísima para proteger de los efectos graves de la enfermedad, pero no que sean esterilizantes, es decir, que impidan el contagio leve o asintomático, y por tanto la replicación del virus.

"El pasaporte de inmunización es algo muy prematuro hasta que no haya pruebas más concluyentes", ha asegurado sobre este punto Margarita del Val, directora del Laboratorio de Inmunología Viral del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC). Para esta viróloga, las vacunas ya aprobadas han demostrado un beneficio "nítido, clarísimo y rotundo" para las personas ya inoculadas, pero no está garantizado que estas no puedan contagiar la infección, por lo que la idea de una cartilla de vacunación "es prematura, sobre todo para hacer viajes o entrar en espectáculos".

En este sentido, una prepublicación de la Universidad de Cambridge arroja datos esperanzadores, aunque el estudio aún debe ser revisado por científicos independientes. Según sus resultados, la vacuna de Pfizer reduciría significativamente los casos asintomáticos desde la primera dosis entre trabajadores sanitarios ingleses, y por lo tanto la capacidad infectiva de los vacunados. De momento, no hay estudios que hayan comprobado si las demás vacunas aprobadas o en vías de hacerlo de manera inmediata (AstraZeneca, Moderna y Johnson & Johnson) producen un efecto similar.

La clave, en la capacidad esterilizante

La clave estaría en la capacidad esterilizante, que es una de las grandes incógnitas que aún plantean las actuales vacunas COVID: si las personas inmunizadas, además de protegerse de los efectos graves de la enfermedad -algo ya demostrado-, evitarían también el riesgo de transmisión del virus a otras personas. Habría que tener en cuenta que, incluso en los datos sobre Pfizer aportados por el estudio de la Universidad de Cambridge, la esterilización no es completa.

Para Margarita del Val, las actuales vacunas "inmunizan muy bien para proteger del sufrimiento", pero no totalmente para evitar que si una persona vacunada se expone al virus pueda replicarlo y convertirse en fuente de contagio para el resto. Según la científica, conocer este extremo "va a indicar hasta qué punto estamos protegidos como sociedad", al mismo tiempo que "determinará las futuras medidas que haya que implantar”.

Del Val, que ha participado junto con Isabel Sola en un debate virtual organizado por la Fundación Alternativas, ha recordado que "ya está inventado" algo muy similar al pasaporte inmunitario: el conocido como certificado internacional de vacunación. A modo de ejemplo, ha mencionado que las personas que viajan a países tropicales tienen que llevar el certificado de la fiebre amarilla.

"El concepto de certificado de vacunación quiere decir que eres seguro y puedes entrar en un país, pero con estas vacunas aún no lo sabemos. Es segura para la persona, pero no sabemos si esa persona lo es de cara al resto de la sociedad", ha manifestado, para recalcar que "mientras no sepamos si contagian los vacunados, es muy importante que mantengamos las mismas medidas de protección".

Importancia de la vacunación intranasal

Como revela Isabel Sola, codirectora del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CSIC), todas las vacunas actuales se basan en el mismo componente del coronavirus para estimular el sistema inmune: la proteína S (de spike, "espiga" en ingles), y "todas van a proteger frente a la severidad de la enfermedad, aunque la inmunidad no sea completamente esterilizante".

Esta viróloga ha desvelado que la clave para encontrar una inmunidad esterilizante puede ser la vacunación intranasal, la que se aplica directamente por la nariz, en lugar de por vía intramuscular, como sucede con todas las vacunas actuales. "Es la vía de entrada del virus, por lo que se le detiene en la puerta de entrada y aporta esa inmunidad esterilizante. Ya se ha visto en ensayos que solo la vacunación intranasal otorga este tipo de inmunidad, y por eso uno de los caminos futuros podría ser cambiar esta ruta de inmunización", ha asegurado al respecto.

Las vacunas de aplicación nasal solucionarían este problema, y ya hay algunas en desarrollo, como la del equipo integrado por Isabel Sola, Sonia Zúñiga y Luis Enjuanes.

Sobre la posibilidad de imponer la vacunación COVID por vía coercitiva, debido al peligro que la minoría que se niega a vacunarse representa para el resto de ciudadanos, los expertos se muestran mayoritariamente partidarios de hacerlo de manera indirecta, en ese difícil equilibrio que plantean la libertad individual y el interés público. "Más que llegar a multas y sanciones, hay que incentivarlo de manera indirecta, con limitaciones. Cuando un niño no tiene la cartilla de vacunación completa, esto lo miran en los colegios porque es un peligro para los demás", reflexiona Isabel Sola, quien aboga por "buscar fórmulas para convencer más que para imponer".

Certificados para proteger al viajero

Volviendo al pasaporte inmunitario, Alfredo Corell, catedrático de la Universidad de Valladolid y miembro de la Sociedad Española de Inmunología, cree que ya de por sí "la palabra pasaporte no es la adecuada", y lo compara con los certificados de vacunación de la OMS, que se utilizan para viajeros internacionales, aunque "tienen otro sentido, no son obligatorios, sino que son de protección del viajero”.

14 horas - Alfredo Corell sobre el pasaporte inmunitario: "Estar vacunado no implica estar inmunizado" - Escuchar ahora

"En la parte científica me preocupa, porque el hecho de estar vacunado no implica primero que vayas a estar inmunizado, porque no es seguro salvo que se haya mirado la producción de anticuerpos, pero también generaría un agravio comparativo con alguien que haya pasado la enfermedad", ha declarado en RNE.

"Igual es más interesante en este momento mantener una PCR negativa como criterio de un viaje que este llamado pasaporte inmunitario que científicamente no lo veo todavía muy relevante", ha continuado, para explicar que "para que el pasaporte se pueda utilizar, las vacunas deberían ser de acceso universal, y de momento no lo son", destacando que "hay muchos países en el mundo que no han empezado a poner ni una vacuna". "Que todo dependa de la vacunación, científicamente tiene agujeros", ha zanjado.