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La difícil supervivencia de las pequeñas librerías: "Las plataformas online nos ahogan"

  • En los últimos meses han cerrado tres establecimientos históricos en Zaragoza, Madrid y Zamora
  • El cambio en el modelo de ocio, los coletazos de la crisis y la falta de relevo generacional, otros de los escollos

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La batalla contra el gigante online de una librería que soñaba
Eva Cosculluela y Félix Gónzález, dueños de la librería zaragozana de referencia Los portadores de sueños.

Cajas de embalar. Un local vacío que antaño bulló de vida. Un teléfono que no para de sonar donde continúan las “condolencias”. Es la vorágine de la liquidación física y sentimental de un negocio aupado por la vocación de Félix Gónzález y Eva Cosculluela: dueños de la emblemática librería Los portadores de sueños, que echa el cierre tras catorce años a la vanguardia de la vida literaria de Zaragoza.

Punto y final a una trayectoria de prestigio en la que obtuvieron el galardón Librería Cultural 2012 por sus iniciativas de calidad. Un premio que otorga CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros) y el Ministerio. Escritores como David Trueba, Rosa Montero o Fernando Aramburu han formado parte de su activa historia en la que han dejado poso.

Un sueño cercenado por los ahogos económicos: no terminaron de reponerse de la crisis que arrasó el sector en 2008 y la bajada brutal de las ventas les ha dado la puntilla. Una tormenta perfecta a la que se ha sumado el cansancio vital de aguantar el pulso a las grandes plataformas digitales donde- aseguran- han migrado parte de los lectores.

“No nos salían las cuentas y se nos ha juntado con un cambio en el modelo de ocio marcado por las nuevas tecnologías. Los jóvenes prefieren la rapidez en el servicio a darse un paseo y hablar con el librero. Cada vez venía menos gente. Es la preferencia por estar siempre conectado mientras que leer es algo solitario que requiere concentración y parece que da la sensación de que pierdes el tiempo si no haces varias cosas a la vez”, reflexiona con pena Eva Cosculluela.

La librería Nicolás Moya, fundada en 1862 y considerada la más antigua de Madrid, ha cerrado sus puertas

Su caso no es el único. Paradójicamente, en poco más de un mes y medio han bajado la persiana otras dos librerías históricas: Nicolás Moya la más antigua de Madrid, abierta desde 1862 y especializada en “el arte de curar” y Semuret con 118 años en el centro de Zamora.

En 2015 ya no pudo resistir la barcelonesa Negra y Criminal. Librería de referencia de novela policíaca regentada por el carismático librero Paco Camarasa, ya fallecido. Camarasa, que durante años fue comisario del Festival Barcelona Negra ya señaló con su retranca habitual al culpable de la debacle: “el cliente infiel”.

"Hemos hecho lo que tocaba hacer, es decir, de buenos libreros, con buenos libros. Nos han fallado los consumidores, pero no podemos luchar contra la comodidad y la falta de curiosidad de la gente", apuntó este apasionado del género negro.

"Las librerías nos hemos modernizado y damos el mismo servicio"

Desde CEGAL califican este goteo de quiebras de “pequeño revés” y aunque los ánimos están más bajos se muestran “moderadamente optimistas”. Su presidente, Juancho Pons, asegura que el mercado está “más vivo de lo que parece”. Se siguen abriendo numerosas librerías y editoriales, afirma, aunque incide en la labor pedagógica y promocional como necesario revulsivo.

“En toda Europa hay una campaña de defensa del comercio de proximidad pero en España está costando un poco más. Por ejemplo, Reino Unido lleva más de diez años con el lema ‘No queremos que haya locales vacíos en nuestro barrio’. Y a favor de empresas que paguen impuestos en sus ciudades porque los gigantes online sí que no sabemos dónde pagan. Tenemos que hacer entender a la gente que no hay diferencia, los libros tienen el mismo precio y las librerías nos hemos modernizado. Damos exactamente el mismo servicio como el envío a domicilio”, desliza Pons sobre el ecosistema del libro, en plena reconversión desde que en los tiempos más crudos de la crisis cada día cerraban de media dos establecimientos.

Un cartel de liquidación por cierre en la puerta de una librería siempre es una mala noticia. La librería Portadores de sueños, en Zaragoza, y la librería Semuret, en Zamora, han tenido que colgarlo después de haber formado parte de la vida de numerosos lectores durante años.

“Nosotros lo intentamos todo. Siempre entendimos la librería como algo dinámico con una programación cultural estable, con mesas redondas, encuentros con los autores... Eso nos dio mucha vida pero llegó un momento en que nada funcionaba y seguíamos dando vueltas: ¿qué más podemos hacer?, nos preguntábamos”, relata a RTVE.es Eva Cosculluela sobre las entrañas de una profesión que desde fuera “parece muy bucólica” pero requiere “un esfuerzo” titánico.

Recuerda que de las 20 galardonadas como Librerías Culturales por sus actividades dinamizadoras tres se han quedado en la cuneta en los últimos años, “un número significativamente alto”, añade la ya exlibrera que llama a una reflexión del sector para salvar los muebles.

“Tener un local pequeño es una cercanía y una forma de vivir. Es descubrir otras experiencias cómo que el librero te recomiende o poder conocer a los escritores”, ejemplifica Pablo Bonet, secretario de la Asociación de Librerías de Madrid.

La bajada de ventas y el relevo generacional

Otro de los motivos de zozobra para los negocios históricos es la falta de relevo generacional. “Las nuevas generaciones no quieren hacerse cargo de las librerías. Es una manera bonita de vivir pero los jóvenes no quieren seguir porque no le ven salida. Es muy vocacional”, detalla Bonet y pone como ejemplo el caso de la librería zamorana Semuret.

En el otro lado de la balanza, el de los lectores, el último Barómetro de Lectura arroja un balance agridulce: casi un 40% de los españoles no leen libros o leen "poquísimo" en su tiempo libre. Y un resquicio para la esperanza: los amantes de los libros han crecido moderadamente en el último año hasta situarse en el 61,8% de la población.

Mientras llueven las cifras, en Los portadores de sueños cuelgan el cartel de cerrado. Félix y Eva relataron en redes un desolador diario de la lenta agonía de los últimas semanas hasta que comunicaron la noticia a familiares y amigos.

Tener un local pequeño es una cercanía y una forma de vivir

La reacción solidaria fue fulminante: bajo el foco de los medios, se convirtieron en trending topic. La gente se lanzó a comprar y el local, situado en el centro de Zaragoza, se llenó de nuevo.

En un solo día sumaron la caja del Día de Reyes y del Día del Libro juntos. Triste ironía. Si hubieran acudido habitualmente tantos lectores se habrían salvado de la quema, explican estos antiguos consultores informáticos que cambiaron los bits por el amor a la literatura. Un microcosmos donde seguirán buscando su sueño, tan apasionante como complejo.

Las librerías de fondo y la avalancha de novedades editoriales

Según el último censo disponible [Consulta en este enlace el Observatorio de las librerías], en España hay 3.967 puntos de venta de libros y la mayor parte de establecimientos especializados lo son en Literatura Infantil y Juvenil.

Desde CEGAL estiman que en estos momentos se abren y cierran el mismo número de librerías. Parece que la situación ”ha vuelto a estancarse” y aseguran que preveían para el arranque de 2019 un mayor crecimiento.

El secretario de los libreros madrileños, Pablo Bonet, señala otro de los escollos para las librerías independientes: la dificultad para absorber la avalancha de novedades editoriales.

Explica que muchas de ellas mantienen acuerdos para tener los títulos en depósito durante una media de dos o tres meses. Al cabo de este tiempo si no se venden se pagan o se devuelven, pero la deuda aumenta según se mantiene el fondo almacenado: si las ventas se desploman sitúan en el alero la viabilidad económica.

La llamada de atención por los últimos cierres encamina los pasos a una búsqueda de soluciones en este sistema de préstamos. Desde la Asociación de Librerías de Madrid confirman que hay propuestas. Trabajan en una comisión con todas las patas del sector para llegar a pactos sobre los depósitos como descuentos, facilidades en el pago o ampliaciones en los plazos “para evitar que desaparezcan más librerías de fondo”.