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A bordo del Aquarius, el barco sin puerto con 600 migrantes: "Nos salvaron en el último momento, estábamos flotando en el agua"

  • Los 629 rescatados proceden de Libia y se niegan a regresar al "infierno"
  • "Nos salvaron en el último momento, estábamos flotando", explica un sudanés

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Las mañanas de RNE - Crónica a bordo del Aquarius: 629 migrantes, a la deriva

El barco Aquarius se encuentra detenido en el Mediterráneo con 629 migrantes a bordo a los que las autoridades de Italia y Malta impiden desembarcar.

Algunas de las embarcaciones en las que viajaban los migrantes, en concreto dos de plástico, con el motor roto y pérdidas de gasolina, fueron asistidas por el equipo de la ONG SOS Mediterranee al frente de este buque humanitario. Por un momento se olió la tragedia cuando una de las pateras quebró y decenas de personas cayeron al agua en la noche.

Nos salvaron en el último momento, estábamos flotando en el agua

"Nos salvaron en el último momento, estábamos flotando en el agua. Llegaron muy rápido y nos salvaron a todos. Se lo agradezco mucho", relata a RNE Musa, sudanés.

Otros, varios centenares, fueron asistidos en el mar por la Guardia Costera italiana que los transfirió a este barco para que pudieran llegar a tierra.

En total, 629 personas de más de 20 nacionalidades, muy distintos entre ellos pero con la nota común de haber salido de Libia. Un país donde muchos han pasado mucho tiempo, y que describen con crudeza.

Migrantes a bordo del barco 'Aquarius' en el Mediterráneo reciben comida

Cansancio por el viaje y alegría por haber sobrevivido

Entre los migrantes se perciben sentimientos contrapuestos. De un lado están cansados, exhaustos, algunos en estado de shock. El equipo de Médicos Sin Fronteras les ha dado asistencia sanitaria, han podido darse una ducha, tienen ropas limpias y secas y han comido.

De otro lado se les percibe felices porque saben que han salvado la vida. Son 30 horas de travesía para llegar a Italia con este buque; hay que imaginar el viaje en las embarcaciones en las que estaban a la deriva, prácticamente de juguete, con chalecos salvavidas falsos, sin elementos de flotación.

Yunus, nigeriana de 17 años, cuenta que no es fácil para una persona morir ahogada. Antes de salir sus amigos lloraban, les decían que no podían echarse al mar, que iban a morir. Pero en Libia, dice, tienen muchos problemas, se están muriendo. El pasado les pesa a estas personas y el futuro está en Europa, por eso están contentas.

No conocen las cifras: 500 personas han muerto este año; 13.000 han llegado a Italia frente a 6.500 devueltas a Libia por guardacostas formados técnicamente por la UE.

Pero prefieren morir antes que volver a Libia, un país que describen como el infierno. "No hay gobierno, hay grupos criminales, con pistolas, con armas, como el infierno", declara Musa.

Hablan de torturas, de centros de detención ilegal, de mercados de esclavos... están desconcertados, traumatizados. Solo quieren llegar a un lugar donde sentirse en paz y creen que Europa es ese lugar.