Enlaces accesibilidad
Doble atentado en Cataluña

La célula de Alcanar: claves de su radicalización

  • Hay dos factores de radicalización: un reclutador y los lazos familiares
  • El imán de Ripoll convirtió a los jóvenes en yihadistas en un proceso exprés
  • Nueve de los doce presuntos terroristas tienen vínculos de parentesco
  • Especial: Doble atentado en Cataluña

Por
La comunidad musulmana de Ripoll y familiares de los terroristas de Barcelona y Cambrils se manifiestan en contra de los atentados.
La comunidad musulmana de Ripoll y familiares de los terroristas de Barcelona y Cambrils se manifiestan en contra de los atentados.

En la tranquila localidad gerundense de Ripoll, de apenas 10.000 habitantes, junto a Younes Abouyaaqoub, Moussa Oukabir, Said Aallaa o Mohamed Hichamy, encontramos otros nombres, anónimos, de jóvenes musulmanes que han crecido en el mismo barrio, estudiado en la misma escuela y jugado en las mismas pistas de fútbol. Unos asesinaron a sangre fría a una multitud inocente la pasada semana en Barcelona y Cambrils; los otros se han manifestado a favor de la paz y han llorado a las víctimas de la masacre. ¿Por qué unos jóvenes se radicalizan y otros no?

“El contacto con algún agente de radicalización yihadista y la existencia de vínculos sociales previos con individuos radicalizados explican por qué, dentro de España, hay musulmanes que se adhieren a una versión violenta del salafismo y se implican en actividades terroristas mientras otros no” pese a vivir en el mismo país y compartir rasgos sociodemográficos semejantes, señala el último informe del Programa Terrorista Global del Real Instituto Elcano publicado apenas diez días antes del doble atentado en Cataluña.

El análisis, elaborado por Fernando Reinares, Carola García-Calvo y Álvaro Vicente, se basa en el estudio del proceso de radicalización de 178 individuos detenidos en España entre 2013 y 2016 por actividades relacionadas con terrorismo yihadista y concluye lo siguiente:

La gran mayoría son varones, tres cuartas partes de ellos tenían entre 18 y 38 años en el momento de su detención, con más frecuencia son casados que solteros, y en proporciones muy similares tienen nacionalidad marroquí y española. Alrededor de la mitad son segundas generaciones descendientes de inmigrantes musulmanes y quienes han cursado estudios de educación secundaria triplican a quienes no pasaron de la primaria. Se trata principalmente de individuos que trabajan en el sector servicios o como obreros no especializados, están desempleados o carecen de ocupación conocida, lo que a menudo significa que combinan actividades yihadistas y pequeña criminalidad. Al menos una cuarta parte tenían antecedentes penales por delincuencia común. Su radicalización se inició a partir de la guerra de Siria.

Un análisis en profundidad de este estudio permite sacar algunas claves para entender cómo se radicalizó la célula de los atentados en Cambrils y Barcelona.

Un líder con carisma: el imán de Ripoll

El primer factor crucial es la existencia de un captador, un agente de radicalización que, mediante el contacto personal o a través de Internet, difunda unas creencias y actitudes inherentes a la ideología del salafismo yihadista. Alguien que siembre la semilla del odio y el integrismo.

Los investigadores han señalado al imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, fallecido en la casa de Alcanar (Tarragona), donde los terroristas preparaban una gran cantidad de artefactos explosivos para atentar, como la pieza central de la célula. La primera declaración en la Audiencia Nacional de los detenidos así lo ha corroborado. Mohamed Houli Chemlal, el joven de 21 años que resultó herido en la deflagración, ha culpado al imán de los planes terroristas y ha afirmado que Es Satty quería inmolarse.

El imán de Ripoll pretendía utilizar un cinturón de explosivos que los Mossos han hallado en Alcanar

Es Satty, de 45 años, había cumplido dos años de prisión por tráfico de drogas y era discípulo de uno de los principales detenidos en la operación de la Policía Nacional contra el terrorismo yihadista "Chacal I" en el año 2007. Usó la nueva mezquita del pueblo como gancho para captar a los futuros terroristas, pero luego continuó el adiestramiento de los jóvenes marroquíes, casi todos por debajo de los 30 años, fuera del entorno del centro religioso para no levantar sospechas. Chavales que, en apariencia, estaban integrados, no tenían problemas económicos, ni antecedentes y algunos habían sido buenos estudiantes. Fue un "proceso exprés" de radicalización para convertirlos en yihadistas que duró menos de un año y que fue plenamente exitoso, según los servicios antiterroristas de los Mossos d'Esquadra.

El caso coincide con el estudio de los investigadores de Elcano. En nuestro país 7 de cada 10 detenidos entre 2013 y 2016 por actividades yihadistas se radicalizaron en compañía de otros, fundamentalmente cara a cara y con un agente de radicalización. En la mayoría de los casos este es un activista con carisma –bien un combatiente terrorista o exmilitante- pero para 2 de cada 10 fue una figura religiosa. Ibrahim Mohammed Hijjo, predicador en un lugar de culto islámico en Vizcaya, es un ejemplo. De origen palestino, radicalizó al menos a dos individuos, uno de los cuales fue posteriormente detenido y condenado, mientras que el otro viajó a combatir a Siria.

Lazos familiares y sociales: comandos de hermanos

En la célula de Cataluña sobresale además el otro factor fundamental de radicalización del estudio: la existencia de lazos afectivos de vecindad, amistad y familiar. De los doce presuntos terroristas, nueve mantenían una relación de panteresco. Hay tres parejas de hermanos y un trío: Younes y Houssein Abouyaaqoub (el autor de la masacre de Las Ramblas y uno de los abatidos en Cambrils); Mohamed y Omar Hichamy (abatidos a tiros en Cambrils); Mousa y Driss Oukabir (uno abatido en Cambrils y el otro detenido); y Said, Mohamed y Youssef Aalla (abatido el primero, en libertad provisional el segundo y fallecido en Alcanar el tercero).

Los cuatro presuntos terroristas de Cataluña buscados, de izquierda a derecha: Moussa Oukabir, Said Aallaa, Mohamed Hychami y Younes Abauyaaqoub

Los cuatro presuntos terroristas de Cataluña buscados, de izquierda a derecha: Moussa Oukabir, Said Aallaa, Mohamed Hychami y Younes Abauyaaqoub. EFE

Casi todos convivieron en Ripoll. Algunos habían ido juntos a la escuela y la relación entre Younes y Houssein Abouyaaqoub, y Mohamed y Omar Hichamy se remonta a la infancia, ya que los cuatro proceden de la misma localidad marroquí: Mrirt, de cultura bereber, principalmente atea y famosa por su tolerancia religiosa. Allí sus familiares, amigos y todos los que los conocían están de acuerdo: eran chicos "normales" y su radicalización se tuvo que gestar en España.

La presencia de hermanos es frecuente entre los yihadistas detenidos en España –el 47,7% lo son–, aunque también hay familiares políticos (27,3), parejas (25%), y tíos y sobrinos (18,2%), entre otros. Los lazos fraternos es una pauta que se viene repitiendo desde el 11-S, cuando atentaron tres parejas de hermanos contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Y se vio de nuevo en Boston con los hermanos Tsarnáev en 2013, en el ataque contra Charlie Hebdo perpetrado por los Kouachi y los Abdeslam en Bataclán en 2015, y los El Bakraoui en los ataques de Bruselas en 2016.

Estos vínculos familiares y amistosos favorecen la creación de redes locales. De ahí que la radicalización yihadista no sea uniforme en España, si no que se distribuya en cuatro demarcaciones administrativas bien diferenciadas: la provincia de Barcelona (23,2%), la ciudad autónoma de Ceuta (22,2%), Madrid con su área metropolitana (19,2%), y finalmente Melilla (12,1%). “En estas cuatro zonas reside poco más de la tercera parte de los musulmanes que viven en España, por lo que el porcentaje de detenidos que se radicalizaron en ellas duplica con creces el de población musulmana respecto al total nacional”, observa el informe de Elcano.

Prevención: clave en la lucha antiterrorista

El análisis de la radicalización de la célula de Alcanar no permite responder todas las preguntas sobre esta red –si tenía colaboradores, si tuvo vínculos con redes yihadistas en Europa o cómo Es Satty pudo ejercer como imán pese a sus antecedentes- pero sí ofrece algunas recetas para prevenir la radicalización yihadista. Entre ellas están "la detección de los reclutadores y su neutralización mediante una actuación coordinada de los servicios policiales y de inteligencia junto con las autoridades judiciales", y otorgar prioridad a las demarcaciones y los ámbitos donde tienden a concentrarse bolsas de radicalización a fin de "evitar una dispersión de los esfuerzos institucionales".

El terrorismo no tiene religión

Y en esa lucha contra la radicalización contar con las comunidades musulmanas es imprescindible. Vilvoorde, la localidad belga en la que el imán de Ripoll intentó encontrar trabajo es un ejemplo. En 2012 se situó tristemente en el mapa del terrorismo europeo después de saberse que una treintena de personas de este municipio había viajado a Siria para unirse a las filas del Estado Islámico. Dos años después, los esfuerzos de prevención redujeron la cifra a cero y el alcalde de la ciudad atribuye este éxito, precisamente, a la colaboración de su población musulmana. Una muestra más de que en contextos sociales similares, con perfiles familiares muy parecidos y trayectorias vitales casi idénticas, hay quien se deja seducir por la retórica de la radicalización y hay quien la combate.

Hafida Oukabir, hermana de uno de los terroristas abatidos en Cambrils sostiene una pancarta que reza:

Hafida Oukabir, hermana de uno de los terroristas abatidos en Cambrils sostiene una pancarta que reza: "El terrorismo no tiene religión". REUTERS/Albert Gea

En Ripoll hay un grito que se repite desde el jueves: "El terrorismo no tiene religión".