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Entrevista a Eric Alt, experto en corrupción de Francia

"El derecho penal y en particular la pena de cárcel no está concebida para los corruptos"

  • La ONG Anticor analiza la multiplicación de escándalos en Francia
  • La situación es mucho más alarmante que hace 20 años”, advierte

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Eric Alt, vicepresidente de la ONG francesa Anticor
Eric Alt, vicepresidente de la ONG francesa Anticor

El único presidente francés condenado por corrupción, Jacques Chirac, habría salido indemne si no fuera porque una asociación se mantuvo firme pese al criterio contrario de la fiscalía: se trata de Anticor. Es un peculiar movimiento en el que participan ciudadanos comprometidos con la transparencia en todo el país, y también unos cuantos políticos a título particular. El vicepresidente, Eric Alt, defiende a RTVE.es que la mayoría son honestos, pero que muchos “miran para otro lado” ante la proliferación de los escándalos. En esta breve entrevista analiza las causas de este fenómeno.

Pregunta. Casi todos los más altos cargos franceses de los últimos tiempos han estado envueltos en casos de corrupción. ¿Cómo se explica?

Respuesta. Responde a una lógica oligárquica, a la confusión entre el poder político y el dinero. [El exministro de Finanzas, Jerome] Cahuzac [que dimitió al descubrirse que tenía una cuenta opaca en Suiza] es un símbolo de esta nueva casta dirigente, que como los nobles del Antiguo Régimen, rechazaba pagar impuestos.

Cahuzac, como los nobles del Antiguo Régimen, rechazaba pagar impuestos

[El filósofo francés Michel] Foucault decía que en el derecho penal en general y la prisión en particular están de hecho concebidas para ciertas formas de delincuencia, entre las que está exluida la delicuencia financiera. Así, una clase se siente por encima de la ley de tal modo que la imputación de uno de los suyos provoca reacciones violentas. Por ejemplo, Henri Guaino, antiguo miembro del gabinete de Nicolas Sarkozy,  profirió palabras muy ofensivas contra el juez que imputó al expresidente [en el caso Bettencourt, donde ha sido absuelto, aunque se le investiga por otras causas].  Del mismo modo, en Italia Berlusconi insulta públicamente a los jueces que le han condenado.

Finalmente, hay un efecto de coyuntura: en tiempos de crisis, la opinión es más sensible a los escándalos. 

Los políticos deshonestos son una débil minoría de la clase política, al menos en Francia. El problema es que, por ceguera o cobardía, los que se mantienen honestos de forma demasiado habitual miran para otro lado ante las prácticas ilegales.

P. ¿Crees que hay alguna particularidad francesa en este terreno? ¿Qué puede diferenciar al país de sus vecinos europeos?

R. En cada país las causas de la corrupción se encuentran en su cultura y sus instituciones particulares, pero también las formas de enfrentarse a la misma. Por ejemplo, una parte de la corrupción en Francia tiene todavía su origen en sus antiguos lazos coloniales (la llamada Françafrique). Francia también es un fabricante de armas y este mercado es uno de los más expuestos a la corrupción, como se ha visto en el llamado caso de las fragatas de Taiwán.

Pero Francia tiene también una tradición de Estado fuerte. Globalmente, la corrupción es marginal en la función pública, la policía o la judicatura. Ahí hay una importante resistencia a la deriva de la corrupción.

 P. ¿Pero en general, la corrupción en Francia está en aumento o en descenso?

R. La corrupción se ha extendido a medida que se han internacionalizado las finanzas y la economía. El fraude fiscal en Francia se estima que alcanza entre 60.000 y 80.000 millones de euros cada año. Y los activos que tienen los franceses de forma ilegal en el extranjero suman 600.000 millones. La situación es mucho más alarmante que hace 20 años, cuando nos enfrentábamos a una corrupción local y a la precaria financiación de los partidos.

Esto sirve también para Europa: la Comisión Europea estima que el fraude fiscal en el conjunto de los 27 países de la Unión se eleva se eleva a un billón de euros. Si (el Ejecutivo comunitario) fuera más eficaz en la lucha contra el fraude, los ajustes impuestos a los diferentes Estados podrían suavizarse mucho.

 P. ¿Qué ha sido de los anuncios de nuevas leyes de transparencia que presentó el presidente François Hollande?

R. Después del escándalo Cahuzac [en abril], los proyectos de ley se redactaron deprisa y corriendo, sin concertación y con poca reflexión. El balance es mediocre. Se ha creado la figura del fiscal financiero, pero dependerá del ministro de turno. Los parlamentarios han aceptado hacer público su patrimonio ante la prefectura, pero se multará la difusión de esta información en la prensa. Hubiera sido mejor no hacer nada que haber aprobado una ley tan hipócrita.

Hubiera sido mejor no hacer nada que haber aprobado una ley tan hipócrita

El proyecto de ley también preveía la inhabilitación de por vida a los condenados por corrupción, pero el Parlamento ha rebajado esa inhabilitación a diez años. En definitiva, los avances para proteger a quienes dan la voz de alerta (de los escándalos) son muy decepcionantes.

Y esa decepción es compartida por la sociedad civil, que se había implicado mucho para mejorar este proyecto. Las leyes de transparencia han sido promulgadas el 11 de octubre y la ley de lucha contra el fraude todavía no se ha aprobado. Su tramitación continúa entre la indiferencia de la población..

Eric Alt es coautor de los libros en francés  El espíritu de la corrupción (editorial Bord de l'eau) y La Justicia en España, un modelo en crisis (editorial Lulu).