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Obama se pone manos a la obra para afrontar el 'precipicio fiscal' un día después de su reelección

  • Recién reelegido, ha llamado a los líderes demócrata y republicano
  • Les ha trasladado su “compromiso con la reducción del déficit” 
  • El plan de ajustes de 600.000 millones (4% del PIB) entra en vigor en enero
  • Las negociaciones están estancadas y es improbable un acuerdo rápido

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Obama regresa a Washington y comienza a negociar para evitar el "precipio fiscal"

Con los ecos de la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos aún resonando en todo el planeta, el recién reelegido presidente se ha puesto ya manos a la obra para abordar el problema más acuciante que debe afrontar: el plan para reducir el déficit pactado en 2011, una combinación de recorte de gastos y aumento de impuestos que retiraría de la economía 600.000 millones de dólares, el 4 % del PIB, y que se conoce como el precipicio fiscal.

La metáfora es acertada, porque si el plan -una solución de urgencia pactada entre ambos partidos para soslayar el techo fiscal en 2011- entra en vigor el próximo 1 de enero, se estima que la economía estadounidense podría sufrir una contracción del 2,2 %, por no hablar de que también despeñaría al conjunto de la economía mundial, que presenta un crecimiento tremendamente frágil.

Para intentar evitarlo, Obama ya ha llamado a los líderes de ambos partidos en el Congreso -el speaker del Senado, el republicano John Boehner, y el demócrata Harry Reid, líder de la mayoría en la Cámara de Representantes- para reiterarles su compromiso con el control del déficit, según ha informado la Casa Blanca.

El presidente ha reiterado su compromiso por encontrar soluciones bipartitas

“El presidente ha reiterado su compromiso por encontrar soluciones bipartitas para: reducir nuestro déficit de una forma equilibrada, reducir impuestos a las familias de clase media y pequeñas empresas y crear empleo”, señala el comunicado.

Según el texto, Obama cree que el pueblo estadounidense “envió un mensaje en las elecciones de ayer en el que expresa la necesidad de que ambos partidos dejen a un lado sus intereses y trabajen en común para poner en primer lugar al pueblo americano y a la economía americana”.

Posturas inamovibles

La administración Obama es consciente de la gravedad del problema y ya el propio Reid se había puesto en contacto con Boehner este mismo miércoles para iniciar los contactos y, según ha dicho, “no dibujar líneas rojas” de aquí en adelante.

Con todo, Reid ya ha recalcado que es poco probable que los demócratas varíen su postura sobre la eliminación de las tasas que Goerge W. Bush concedió a las rentas altas, insistiendo en que deben ser lo más ricos quienes paguen más impuestos, no la clase media ni los pobres.

Quiero que trabajemos juntos, pero quiero que todo el mundo comprenda que no pueden presionarnos

“Estoy deseando negociar en cualquier momento sobre cualquier asunto. Quiero que trabajemos juntos, pero quiero que todo el mundo comprenda que no pueden presionarnos”, ha señalado el líder demócrata en el Senado.

Por otra parte, el republicano Boehner ha dicho que no se puede resolver el problema fiscal "de un día para otro", y ha añadido que lo que sí pueden hacer "es evitar el precipicio fiscal de una manera que sirva como punto de partida y catalizador de soluciones mayores". 

Pese a la urgencia del problema, ninguno de los dos partidos tiene incentivos para modificar su postura y, dado que cada uno de ellos controla una cámara del Congreso, la cuestión puede enquistarse, pese a los deseos de Reid de alcanzar una solución rápida, aunque definitiva.

“No se trata de dar una patada adelante”, ha comentado en referencia a la posibilidad de alcanzar un acuerdo temporal en el período de sesiones actual (que en ocasiones se denomina lame-duck Congress o Congreso del pato cojo), lo que simplemente trasladaría el problema al Congreso que se constituirá en enero. “Tenemos que resolverlo”, ha subrayado Reid.

Las agencias amenazan con una rebaja de la deuda

Por si los senadores y congresistas tenían alguna duda sobre la gravedad del problema, las agencias de calificación de riesgos se han encargado de disiparlo: este mismo miércoles, sin dar tiempo a respirar a Obama tras su reelección, Moody’s ya ha advertido de que mantendrá la nota de la deuda estadounidense -que ahora es la más alta, triple A- si se acuerda un presupuesto que genere estabilidad y “una tendencia a la baja en la ratio de deuda respecto al PIB”.

“Por el contrario -ha indicado en un comunicado-, si las negociaciones fracasan en lograr políticas que lleven a estabilizar la deuda y a su reducción, entonces rebajaríamos el rating, probablemente a Aa1”.

Fitch, otra de la tres grandes agencias, ha utilizado un tono aún más amenazante en un comunicado: "Como ya refleja la perspectiva negativa aplicada a su calificación, el fracaso de evitar el precipicio fiscal y elevar el límite de endeudamiento a tiempo, así como de asegurar un acuerdo para una reducción creíble del déficit, llevarían probablemente a una degradación en 2013".

Incertidumbre en Wall Street

Mientras, los inversores del corazón financiero del mundo -que en su mayoría apoyaban a Mitt Romney- siguen expectantes y algo inquietos por las consecuencias que tendría caer en el precipicio. La victoria de Obama parece calmar los ánimos, pero no hay gran confianza en un acuerdo que suponga una solución consistente.

No creo que haya un gran acuerdo, solo pequeños parches

“Ha pasado lo mejor que podía pasar”, comentaba a Reuters el jefe ejecutivo de MFS Investment Management, Robert Manning, aunque aclaraba: “No creo que haya un gran acuerdo, solo pequeños parches, una patada adelante”.

El responsable de Morgan Stanley Wealth Management, Jeff Applegate, apela al sentido de la responsabilidad de Obama: “El presidente asumió el cargo con la economía en recesión, no creo que quiera otra recesión en su segundo mandato. Es un presidente preocupado por su legado y no creo que quiera dejar un mar de tinta roja”.

La bolsa de Nueva York ha recibido la reelección de Barack Obama con caídas: su principal índice, el Dow Jones de industriales, cae, al cerrar la sesión, en torno al 2,36% hasta perder la cota de los 13.000 puntos por primera vez desde agosto. Una desconfianza que Obama debe restañar rápido si no quiere entrar con mal pie en su segundo mandato.