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Cataluña mira de reojo el referéndum de Escocia

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La Generalitat catalana exige al gobierno reflexionar tomando como ejemplo el referendum en Escocia

La cuenta atrás para el referéndum sobre la independencia de Escocia ya ha comenzado. La consulta será en el otoño de 2014 y en Cataluña se mira de reojo y con interés la primera experiencia secesionista en la historia de la Unión Europea.

Si bien Alex Salmond no es el espejo ideológico en el que se mira Artur Mas –socialdemócrata frente a centroderecha liberal–, sí es un ejemplo de nacionalismo que ha conseguido plantear sin zozobras el mayor desafío constitucional de la historia del Reino Unido en siglos. No ha sido fácil. Para llegar hasta aquí, el ministro prinicipal de Escocia y el primer ministro británico han tenido que superar largos meses de intensas negociaciones en las que ambos han tenido que ceder.

A nadie se le escapa que la principal diferencia entre el referéndum escocés y la consulta popular que propone Mas es su legalidad.  El primero nace fruto del diálogo y el acuerdo entre David Cameron y Salmond. Si el ministro principal escocés lo hubiera convocado de forma unilateral también sería ilegal.  Westminster es quien  tiene la capacidad legal de convocar el referéndum, una capacidad que  Londres ha aceptado delegar para esta consulta en el Parlamento autónomo de  Holyrood.

En cambio, en el caso catalán no hay acuerdo entre Madrid y Barcelona y, por tanto, cualquier iniciativa unilateral de la Generalitat en este sentido es ilegal porque solo el Gobierno español tiene potestad para convocar un referéndum. Pero si se dieran las circunstancias legales necesarias: ¿cuáles podrían ser los términos de unos 'Acuerdos de Edimburgo' en España?

Qué preguntar

Uno de los escollos de las negociaciones ha sido la pregunta del referéndum y se puede decir que esta es la única batalla que ha ganado Cameron. El 'premier' ha conseguido que solo haya una consulta "¿Quiere que Escocia sea un país independiente" (o algo parecido) con dos posibles respuestas ‘sí’ o ‘no’, sin una tercera opción como quería Salmond.

El ministro principal de Escocia pretendía que los ciudadanos pudieran elegir también mayores cesiones de soberanía, pero Cameron se lo ha apostado al 'todo o nada'.

El presidente de la Generalitat ya ha adelantado que se inclina por una cuestión del tipo: “¿Desea usted que Cataluña sea un nuevo Estado de la UE?”, una estrategia para tranquilizar al electorado más temeroso de las consecuencias de abandonar el marco comunitario. Sin embargo, se trata de una pregunta trampa ya que aunque ganará el sí en las urnas, en ningún caso el ingreso de Cataluña en la UE sería automático como ha advertido Bruselas.

Cuándo preguntar

Tan importante como el qué, es el cuándo hacer la pregunta y aquí Salmond ha logrado imponer su calendario.  El reférendum será en otoño de 2014 y no antes, como le hubiera gustado a Cameron, sabedor por las encuestas de que la causa independentista no tiene ahora mismo suficiente apoyo entre los ciudadanos escoceses.

Además, 2014 será un año cargado de simbolismo para la causa nacionalista. Se cumplirán 700 años de la batalla de Bannockburn en la que los escoceses derrotaron a los ingleses. “Y se celebrarán en Glasgow los Juegos de la Commonwealth en los que los británicos no participarán unidos en  el Team GB, sino compitiendo por sus respectivas naciones / países, y, si tienen un efecto patriótico similar al de los Juegos de Londres, a fe que subirá el orgullo escocés”, informa la corresponsal de TVE en Londres, Anna Bosch. Y por si fuera poco, también habrá Ryder Cup en Escocia.

El horizonte es más lejano para CataluñaMas ha asegurado que solo convocará la consulta cuando haya una mayoría soberanista “indestructible”, algo que calcula podría producirse en la próxima legislatura, es decir, como pronto a finales de 2017 o 2018. Y el contexto político y social para esa fecha es hoy cuanto menos imprevisible. Solo sabemos que para entonces el FMI pronostica que la eurozona empezará a salir de la crisis. Pero no sería la primera vez que se equivoca.

A quién preguntar

Cameron también ha cedido en el electorado que podrá votar en otoño de 2014. Serán solo los residentes en Escocia y, el umbral de edad será de 16 años y no de 18, una excepción que no ocurre en otros comicios. Esto es algo que podría favorecer la causa independentista, según opinan los nacionalistas escoceses.

Sin embargo, será la Comisión Electoral británica la que organice la consulta, un aspecto que puede tener consecuencias decisivas en función de qué límites se imponen en el gasto en el tramo final de la campaña y con qué criterios.

En el caso de Cataluña, hay que hacer una consideración fundamental -al margen de la legalidad de la consulta- y es que, mientras en Escocia el reférendum es vinculante, en la Constitución española solo tiene carácter consultivo, por lo que aunque el Gobierno lo convocará, no tendría obligación de acatar lo votado, Y, además, si el Estado decidiera convocar una consulta sobre la independencia de Cataluña, probablemente, sería en el ámbito nacional.

“El Gobierno puede plantear un referéndum consultivo solo en Cataluña, pero no creo que quiera prescindir del resto de la opinión española ya que es un asunto que afecta a todos”, opina el catedrático de Derecho Internacional Público, Carlos Fernández de Casadavante, que considera que todos los españoles deberían votar porque una consulta de estas características podría desembocar, en última instancia, en una reforma constitucional.

La intención de Mas es convocar un reférendum en el que solo voten los catalanes, presumiblemente los mayores de 18 años, pero el Gobierno ya ha advertido de que tiene numerosos instrumentos jurídicos para frenar este tipo de decisiones y que, además, está dispuesto a utilizarlos.

¿Cómo se debate?

Este tipo de advertencias demuestran hasta qué punto es desigual el debate nacionalista en el Reino Unido y en España. Mientras al otro lado del canal de la Mancha, los temas se tratan con respeto, serenidad y discreción, aquí la visceralidad, la histeria y la agitación son las notas que dominan los discursos públicos.

Esto es así, en parte, por la propia cultura del debate y la tradición democrática, más asentada en el Reino Unido, donde no hay tabúes y se discute igual de monarquía, fútbol, independentismo e inmigración. Con apasionamiento, pero sin descalificaciones ni vetos.

Otro factor importante a tener en cuenta a la hora de establecer paralelismos –siempre inexactos– es la propia historia y estructura territorial de ambos países.

Reino Unido es, como su propio nombre indica, fruto de la unión de cuatro naciones, y esta conciencia de nación que forma parte de un todo está muy arraigada en la sociedad. Escocia fue un estado independiente hasta 1707, fecha en la que se firmó el Acta de Unión con Inglaterra, pero ha seguido siendo considerada como una entidad jurídica distinta. Por el contrario, España está configurada como un estado autonómico, en forma de federación descentralizada de comunidades autónomas, cada una de ellas con diferentes niveles de autogobierno. El artículo 2 de la Constitución establece que solo hay una nación –la española-, “común e indivisible”.

La lengua es otro de los aspectos que restan virulencia al debate. El hecho de que en Escocia no haya una lengua diferente del inglés ampliamente implantada, evita los choques lingüísticos que se producen en España, a propósito de si hay que “españolizar” o no a los alumnos catalanes, por ejemplo.

Monarquía o república, pero en la UE

La economía es otro asunto clave en el debate.  “Muchos ingleses (que son quienes tienen el peso histórico, político, económico y demográfico del Reino Unido) ha calado la convicción de que Escocia vive –y en estos momentos goza de mejores coberturas públicas– gracias a la subvención de Inglaterra”, informa Anna Bosch.  “Dicho corto, que Escocia les cuesta dinero a los ingleses. La réplica escocesa es que si los ingresos del petróleo y el gas, que en un 90% están en aguas escocesas, se le imputan a Escocia, entonces resulta que ya no está subvencionada por Inglaterra”.

Esa percepción de estar lastrados por la economía escocesa, dependiente de las subvenciones de las altas rentas de los ingleses, explica que la opinión pública británica vea con bastante desinterés la independencia de Escocia. Y de hecho, los conservadores, los más fervientes unionistas, tampoco saldrían perdiendo en términos electorales, ya que su pérdida de votos en esta región ha sido espectacular en las últimas décadas.

Los que respaldan la separación creen que la propuesta de Salmond es económicamente viable dado los enormes recursos energéticos, además de la producción de whisky, que tiene la región. No ocurre lo mismo en el caso catalán, según algunos economistas, que indican que la independencia empujaría ahora a Cataluña a una quiebra inmediata.

Salmond quiere cortar la influencia de Londres en asuntos escoceses porque cree que su región se beneficiará económicamente de la separación, pero compartiendo monarquía, la moneda, y otras instituciones.

¿Qué quiere el nacionalismo catalán? Depende de los partidos. Esquerra Republicana de Cataluña aboga, obviamente, por una república catalana, pero en el caso de CiU no está tan claro. Mas no se ha manifestado públicamente al respecto, pero ha explicado a distintos interlocutores que Cataluña podría seguir siendo una monarquía,  una suerte de principado,  porque "el Príncipe Felipe es también Príncipe de Girona”.

Eso sí, ambos quieren seguir en la Unión Europea. En algo coinciden.