Enlaces accesibilidad

Robert Wilson ordena y desordena la vida de Marina Abramovic en el Teatro Real

  • Antony cantando y Willem Dafoe (narrador) conquistan al espectador
  • Una enigmática Abramovic contempla impasible su propia vida
  • El antiguo canto popular serbio también está presente

Por
OPERA THE LIFE AND DEATH OF MARINA ABRAMOVIC
Imagen facilitada por el Teatro Real, de un momento del ensayo de la ópera "The life and death of Marina Abramovic". En primer plano, Willem Dafoe, al fondo Abramovic rodeada de ángeles negros.

Marina Abramovic -desdoblada en tres mujeres- descansa sobra una urna funeraria, escoltada por tres doberman que se mueven olfateando el escenario del Teatro Real. Marina Abramovic -de nuevo con dos clones con máscara de ella misma- levita, casi tres horas después sobre el mismo escenario, mientras Anthony entona una hermosa melodía acerca de una mujer que se fundió con la naturaleza, convirtiéndose en "volcan nevado" mientras brillan los ríos que se deslizan hacia su destino, el mar.

Son la primera y la última escena de Vida y Muerte de Marina Abramovic, "encargo y nueva producción del Teatro Real" que se estrenó en el verano de 2011 en el Festival Internacional de Manchester, como dice el programa de mano, y que este miércoles se estrena en Madrid donde permanecerá en cartel hasta el 22 de abril.

Es sin duda, la producción más innovadora y singular de la etapa de Gerard Mortier como director artístico de este teatro nacional. Una etapa marcada sin duda por el afán creativo y el deseo de conectar con las vanguardias internacionales. Una de sus consecuencias es quizás, como decía Luis María Ansón en un artículo sobre C(h)oeurs, que el Teatro Real -para alegría y mucho y pesar de otros- está conviertiéndose en espejo del mundo actual.

Quizás ésta sea -mucho más que C(h)oeurs- una creación que sobreviva al paso del tiempo y que quizás, dentro de muchos años o siglos (por qué no) siga representándose. Podría ser.

Tres genios sobre un escenario

La vida de la artista serbia Marina Abramovic (Belgrado, 1946) -llamada la abuela de la performance por llevarla al límite experimentando con su propio cuerpo- está llena de episodios surrealistas pero también de sucesos que hemos experimentado todos los humanos. Muchísimos de ellos están reflejados con poesía e imaginación en la obra.

El actor William Dafoe, pintado como un payaso, exhibiendo pluma, e intencionadamente sobreactuado, es el eficaz narrador e hilo conductor de la historia. Imprescindible. En una escena le vemos sentado en el suelo rodeado de cartas -Wilson trabajó con las propias cartas y diarios de la artista- que parecen la falda de una dama versallesca. Lee y repite incansablemente la cronología biográfica de Abramovic: fechas y hechos resumidos en una frase.

La información sobre Abramovic que proporciona y maneja la obra es abrumadora. Datos aparentemente esenciales (la muerte de su madre, su propio divorcio) y otros aparentemente anecdóticos (su familia fue la primera en poseer una lavadora en Belgrado y su abuela que desconfiaba de ella volvía a lavar a lavar la ropa tras sacarla de la máquina) que se revelan esenciales. Muchos de ellos son escenificados por actores casi mudos.

Las mágicas apariones de Anthony

En el entreacto, un periodista lamentaba no ver reflejado el atrevimiento de las performances de Abramovic. Pero de varias formas están también reflejadas. Así un actor se pasea durante unos minutos con una serpiente al cuello. Y la propia presencia de una estática Abramovic -en una de sus performances se mantuvo inmóvil durante horas- contemplando su vida o recorriendo con sonoros golpes de tacón (pregrabrados) el escenario, son huella viva de su carrera.

Frente a ese aluvión de información presentada de forma aséptica, hay otra información sensible, emotiva y emocionante sobre la artista. Es la que ofrece Svetlana Spajic y sus cantos del folklore serbio. Y sobre todo Antony -director musical del espectáculo y compositor junto a Basinky - y sus puntuales apariciones en las que con canciones nostágicas y cautivadores aporta documentos hechos de la materia de los sueños.

El público del ensayo general -este martes- escuchó hipnotizado como su voz nos narró la historia muy negra por momentos de esta mujer desde otro punto de vista: el del amor, la poesía y la sutilidad musical.