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El 'Saiga', víctima de la medicina tradicional china

  • Sus cuernos son considerados como una potente medicina para los chinos
  • Los cazadores furtivos están poniendo en peligro la población de este antílope
  • En mayo de este año se encontraron 12.000 ejemplares muertos en Kazajistán

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Ciencia al cubo

El nacimiento de perritos fluorescentes, la muerte de una chimpancé calva, qué son las neuronas espejo, el origen de los ojos azules o por qué nos salen canas. De la mano de América Valenzuela, en 'Ciencia al Cubo' pueden escuchar las historias más variopintas sobre temas científicos de actualidad. Emisión en Radio 5: Lunes a jueves a las 15: 42; Sábados 09:22 / 17:52 / 21:06; Domingos 09:22 / 17:55

El antílope saiga, uno de los más raros del mundo, está acorralado y tiene la culpa la medicina tradicional china. Según esta superstición el polvo de los cuernos de los machos cura enfermedades reumáticas y cardiacas. Los cazadores furtivos están acabando con ellos.

El saiga es el antílope más extravagante del mundo. Vive en las frías estepas de Asia Central. Es pequeño (no supera los 80 centímetros de cruz), su pelaje corto marrón claro y su cabeza es muy rara. Es ovalada como un balón de rugby. Y su morro es lo que la hace más particular aún.

Es como una trompa corta. Es ancha y móvil. Le sirve para calentar el aire helado propio del paisaje que habita. No es de extrañar viendo este  aspecto que en este antílope esté basada la apariencia del alienígena Alf, protagonista de una serie de humor estadounidense que yo creo que todos  recordarán.

Soluciones para garantizar su supervivencia

Hace bien poco, a finales de septiembre, la CITES (la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) reunió a los responsables de los principales países que consumen el polvo de cuerno y también de los países donde habita el animal, para intentar buscar una solución o por lo menos poner orden para que el saiga no sea masacrado. Las intenciones tras la reunión son buenas, pero veremos si no quedan en agua de borrajas.

En la década de los noventa el número de saigas cayó en picado. De un millón de ejemplares disminuyó hasta los 50.000. Fue entonces cuando la CITES lo incluyó en su lista de animales protegidos.

Atribuyeron el declive a los cambios en la vegetación, la competición por el alimento con el ganado doméstico, al aumento de los depredadores, también a la interrupción de las rutas migratorias y, cómo no, a la caza y el comercio ilegal.

Hoy quedan unos 100.000 saigas correteando por las estepas y desiertos de Eurasia. Su número sigue disminuyendo. En mayo de este año se  encontraron 12.000 ejemplares muertos en el oeste de Kazajistán. Un auténtico desastre.

Mientras tanto, algunos países están criando saigas en  cautividad con la idea de reintroducirlos en la naturaleza. Por el momento, los que ya se han reintroducido se han adaptado bien.

CIENCIA AL CUBO

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