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Rusia reaviva el conflicto con Georgia al desplegar misiles en la región separatista de Abjasia

  • También coloca medios de defensa antiaérea en la región de Osetia del Sur
  • Advierte de que abatirá a cualquier aeronave que viole el espacio aéreo
  • Georgia dice que la maniobra es "una fuente de preocupación"

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El presidente ruso, junto al líder abjasio en su reciente visita a la zona.
El presidente ruso, junto al líder abjasio en su reciente visita a la zona.

Rusia ha desplegado sus misiles de defensa áerea S-300 en la región separatista georgiana de Abjasia y los disparará contra cualquier aparato que entre en el espacio aéreo de la zona, en un movimiento que puede reavivar la tensión en la zona dos años después de la guerra entre ambos países.

El general Alexander Zelin, comandante de la fuerza aérea rusa, ha adelantado a las agencias estatales la maniobara, que está acompañada con el despliegue de otros tipos de defensas aéreas en las otra región separatista prorrusa, Osetia del Sur donde se concentró la tensión en el anterior conflicto bélico.

"El objeto de estas maniobras de defensa antiaérea no es solo proteger los territorios de Abjasia y Osetia del Sur sino también destruir a todo aparato que viole su espacio aéreo, ésa es su misión", ha detallado a la agencia Itar-Tass.

El movimiento militar ruso llega en plena crisis nacional por la oleada de incendios que azotan al país y que han puesto en una situación incómoda tanto al presidente ruso, Dimitri Medvédev, como al primer ministro y hombre fuerte del país, Vladimir Putin.

Desde el gobierno de Tiflis ya han denunciado que la maniobra es "una fuente de preocuopación" tanto para Georgia como para la OTAN.

"Muestra no solo que Rusia no tiene intención de retirar sus tropas de Abjasia y Osetia del Sur sino que actualmente está reforzando su control militar sobre esos territorios", ha declarado Eka Tkeshelashvili, secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Georgia.

Las repúblicas de Osetia y Abjasia, con importante población rusa, cuentan con tropas rusas en su territorio desde la guerra de "los cinco días", ocurrida hace dos años.

Ambas buscan reconocimiento a nivel internacional tras obtenerlo de Moscú y se miran en el espejo de Kosovo, cuya declaración unilateral de independencia fue validada por la Corte Internacional de Justicia, el máximo órgano judicial de la ONU.

Tenso aniversario

Hace apenas tres días, el pasado 8 de agosto, tanto Rusia como Georgia, que siguen sin restablecer relaciones, dejaron claro que sus posturas no han cambiado un ápice y siguen tan intransigentes como hace dos años.

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, visitó el pasado domingo Abjasia, donde insistió que la invasión del vecino país fue en respuesta al ataque del Ejército georgiano a la segunda región separatista, Osetia del Sur.

"Estaba amenazada la existencia misma de los pueblos de Osetia del Sur y Abjasia", dijo el jefe del Kremlin, convencido de que la incursión militar permitió "evitar un baño de sangre", según la agencia RIA-Nóvosti.

En la capital abjasa, Sujumi, el jefe del Kremlin visitó una base militar rusa, donde dijo a los soldados que su misión consiste en "no permitir que las fuerzas extremistas siembren el odio y derramen la sangre", y garantizar "que nadie meta la nariz" en Abjasia.

Medvédev aseguró que Rusia, que tras aquella guerra reconoció la independencia de ambos entes georgianos, estableció relaciones diplomáticas e instaló bases militares en sus territorios, mantendrá invariable su ayuda política, económica y militar.

El presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, se dirigía a su vez a la nación con un mensaje televisivo en el que señaló que el país caucásico jamás se resignará a la ocupación de sus territorios.

"Nuestra lucha continuará hasta que el último ocupante abandone la tierra georgiana y se haga justicia para centenares de miles de nuestros ciudadanos que perdieron sus casas", declaraba.

Saakashvili subrayó que "la agresión contra Georgia no comenzó en 2008, sino mucho antes, y continúa hasta el día de hoy", en alusión a la ayuda militar rusa a ambas regiones separatistas durante sus guerras de secesión,  a comienzos de la década de 1990.