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Las lagartijas identifican hasta a sus 'primos' gracias al olfato

  • Distinguen, por el olor, tanto a sus parientes como a posibles depredadores
  • Son muy independientes, sólo buscan compañía para regular su temperatura
  • Los machos tienen fuertes enfrentamientos por las hembras en época de celo

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Lagartija turbera, el reptil euroasiático con mayor distribución geográfica
Lagartija turbera, el reptil euroasiático con mayor distribución geográfica

Las lagartijas son animales mucho más listos que lo que se pensaba. Desde su nacimiento son capaces de distinguir el olor de sus parientes, el del estado anímico de otros ejemplares de su especie y el de los depredadores. Basan toda su 'sabiduría' en el sentido del olfato, aunque para oler tienen que servirse de la lengua.

Este descubrimiento ha sido posible gracias al trabajo de Patrick Fitze, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y experto en comportamiento animal del Museo de Ciencias Naturales de Madrid.

El sentido del olfato les permite esquivar a sus depredadores (reptiles, aves, etc.), porque distinguen si están cerca o lejos e incluso si la huella es más o menos reciente, con lo que intentan cambiar con más frecuencia de posición para no ser descubiertas. 

Pero lo más curioso es que desde que salen del cascarón identifican sin equivocarse a sus parientes más cercanos, hasta los de segundo grado gracias a su afilado olfato.

Aunque históricamente se ha pensado que son animales que siempre suelen estar juntos, éste estudio ha demostrado que tienden a aislarse. Son muy independientes, sólo se buscan unos a otros cuando "no hay nada por lo que competir", declara Fitze a RTVE.es. Cuando "hay competencia, llegan a ser muy agresivos", reconoce el investigador. No obstante, cuando hace frío se juntan, para "termo-regularse", porque es la única opción de supervivencia.

La primavera, la sangre altera

Las lagartijas pueden llegar a ser muy agresivas. Sobre todo los machos. Durante la primavera, cuando se reproducen, se enfrentan violentamente por aparearse con las hembras. Y si hay pocas, "las acosan", señala Fitze. Algo que incluso puede provocarles la muerte "porque los machos muerden a las hembras al acoplarse y tantos mordiscos, en la cabeza, la espalda, en cualquier parte, pueden matarlas".

Los machos acosan a las hembras

Esta agresividad puede provocar que "en dos años se extinga una población por completo", recalca el investigador. Los machos intentan maximizar su descendencia, lo que llega a provocar la extinción total de un núcleo, porque "sólo quedan machos", y no tienen la misma capacidad que las lagartijas de cola de látigo, que aunque son todas hembras, sí se reproducen.

Movimientos 'escapistas'

Las lagartijas se fían más del sentido del olfato que de la vista. Huelen a sus enemigos (víboras, roedores,etc.) e intentan esquivarlos, porque reconocen tanto "su proximidad como si la huella que han detectado es más o menos reciente", señala el investigador. 

Los ejemplares juveniles tienen problemas incluso con "arañas, porque se quedan enganchados en sus telas, y también con escarabajos". Obviamente, cuanto más grandes son las lagartijas, más grandes son sus depredadores, entre los que también se incluyen diferentes aves.

La gran estrategia evasiva de estos reptiles consiste en desprenderse de su cola, algo que sólo hacen en "situaciones de peligro extremo", asegura Fitze. El apéndice se mueve vertiginosamente "entre 30 segundos y 4 minutos", para atraer la atención del depredador y el reptil tiene tiempo suficiente para escapar.

Es una estrategia demasiado costosa que sólo usan cuando están en el compromiso de morir o escapar. No solo pierden la cola. Se quedan sin las grasas y nutrientes que habían acumulado anteriormente en esta 'despensa portátil' y sin mecanismo de protección durante un tiempo, porque la regeneración de una nueva cola puede tardar varios meses.