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Obama impondrá un impuesto a medio centenar de bancos para recuperar el rescate financiero

  • Pretende recuperar 90.000 millones de dólares en diez años

El plan de rescate, de 700.000 millones, tiene pérdidas de 117.000 millones

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunciará este jueves un impuesto especial que afectará a 50 grandes bancos que recibieron ayudas en 2008 para evitar el derrumbe del sistema financiero y con el que la administración estadounidense pretende recuperar unos 90.000 millones de dólares.

La nueva tasa se implanta después de que Obama hiciera público su descontento con las firmas financieras de Wall Street, que en 2009 volvieron en su mayoría a cosechar beneficios y a subir en bolsa, después de que el Gobierno de George W. Bush inyectará 700.000 millones de dólares a través del Troubled Asset Relief Program (TARP) para evitar nuevas quiebras tras la desaparición de Lehamn Brothers.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos ha aprobado el proyecto de ley del plan de rescate financiero valorado en 700.000 millones de dólares. La medida salió adelante con 263 votos a favor y 171 votos en contra.

"El impuesto es, en muchos aspectos, un mínimo de lo recibido y de los significativos costes que están soportando los contribuyentes", ha señalado un alto responsable de la Casa Blanca, en alusión al desempleo del 10% que sufre el país.

Algunos bancos, como Citigroup, ya han devuelto, o lo harán próximamente, las ayudas recibidas, por lo que no tendrán que pagar la nueva tasa, al igual que los bancos que no recibieron ayudas, aunque se beneficiaran de la estabilidad que supuso en el sistema financiero.

Recuperar todas las pérdidas

Aunque Obama ofrecerá más adelante los detalles del nuevo impuesto, se estima que supondrá un 0,15% de los beneficios de las entidades que recibieran más de 50.000 millones de dólares en ayudas.

Se da por hecho que la aseguradora AIG tendrá que costear la tasa, mientras que Fannie Mae y Freddie Mac, ahora propiedad estatal, estarán excluidas.

Así, la administración estadounidense pretende recuperar unos 90.000 millones en diez años y, en última instancia, recuperar todas las pérdidas que acumula el TARP, aunque en este momento ascienden a 117.000 millones de dólares.

"Los bancos en cuestión fueron en gran parte responsables de la enorme asunción de riesgos que puso en peligro toda la economía", recalcan desde la Casa Blanca.