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Nefertiti vuelve al Neues Museum 70 años después

  • El museo berlinés fue destruido en la Segunda Guerra Mundial
  • El proceso de rehabilitación costó 200 millones de dólares
  • Egipto reclama la escultura, descubierta por Ludwig Borchardt en 1912
  • El trabajo del arquitecto británico David Chipperfield ha sido elogiado

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Una mujer observa el busto de Nefertiti durante el pase de prensa al Neues Museum (Nuevo Museo), en Berlín (Alemania), el 15 de octubre de 2009.
Una mujer observa el busto de Nefertiti durante el pase de prensa al Neues Museum (Nuevo Museo), en Berlín (Alemania), el 15 de octubre de 2009.

Nefertiti ha recuperado su posición de reina absoluta de Berlín en el Neues Museum, su primer emplazamiento tras ser descubierta por arqueólogos alemanes en 1912, destruido por los bombardeos de la II Guerra Mundial y recuperado ahora tras una costosa rehabilitación.

El busto más codiciado del mundo ha regresado así a su lugar en la Isla de los Museos, el primero desde donde fascinó al mundo, después de un largo peregrinaje por domicilios provisionales.

La Reina del Nilo, de unos 3.500 años de antigüedad, ha superado su re-estreno, de nuevo sepultada por cientos de flashes de cámaras y equipos de televisión de todo el mundo, a la espera de que la canciller Angela Merkel inaugure oficialmente el recuperado Neues Museum el viernes. La canciller y su esposo, el catedrático Joachim Sauer, viven enfrente del museo de Pérgamo, también en la Isla.

Una recuperación de 200 millones de dólares

Nefertiti y la estatua de su esposo, el faraón Akenaton, estarán con el total de 35.000 piezas y 60.000 papiros que forman la colección del Museo Egipcio, repartidos entre las salas de exhibición y depósitos del Neues Museum.

A la reina se le ha reservado un espacio de honor, bajo la cúpula del ala norte del museo, que sí sobrevivió a los bombardeos. En las restantes tres plantas se distribuirán las otras piezas, incluido Akenaton, envuelto entre sarcófagos, relieves, joyas y papiros.

La recuperación del edificio, arrasado por los bombardeos sobre el Berlín del Tercer Reich entre 1943 y 1945, costó 200 millones de euros.

El encargo recayó en el arquitecto británico David Chipperfield, quien optó por dejar al aire los estragos del tiempo y no maquillar siquiera los balazos que quedaron en su superficie. Y eso, por el mismo motivo que a ningún restaurador se le ocurrió "recomponer" el ojo izquierdo de Nefertiti.

Lo que se comieron las bombas fue sustituido por nuevos materiales -piedra natural, hormigón y finas maderas escandinavas-, ensamblado con las ruinas y partes originales que sí sobrevivieron.

Injertos de arquitectura elogiados

De la escalinata construida en 1843 por Friedrich-August Stüler, flanqueada por frescos de Wilhelm von Kaulbach, no quedó nada en pie y en su lugar Chipperfield diseñó una imponente réplica en piedra blanca desnuda, sin sombra de clasicismo.

Para los adoradores de las reconstrucciones fieles será una perversión, pero desde que el museo reabrió sus puertas seis meses atrás, con las salas vacías, el creativo homenaje a la ruina y la cicatriz de Chipperfield se ha ganado el elogio general.

Al pre-estreno del edificio siguieron meses de acondicionamiento interior y hace una semana se produjo el último proceso de embalaje de Nefertiti, entre grandes medidas de seguridad, a lo que siguieron varios días de aclimatación hasta su presentación.

Con su inauguración se cierra la recuperación de la Isla de los Museos, que agrupa el Pérgamo, el Neues, el Altes, el Bode y la Alte Nationalgalerie y que ha costado 1.000 millones de euros.

El éxodo de la escultura desde Egipto

Se espera que concluya aquí el largo peregrinaje de la Reina del Nilo, a la que las autoridades egipcias reclaman aún como propia por considerar que fue sacada ilegalmente del país.

Sepultada y sin sobresaltos estuvo 3.400 años en el Valle de Amarna, hasta que fue descubierta por el arqueólogo Ludwig Borchardt en 1912. Presentada en el Neues Museum, encandiló ya al Kaiser Guillermo II, que se llevó consigo una réplica a su exilio holandés, en 1918.

También cautivó a Adolf Hitler, que además de negarse a restituirla a Egipto hizo que se la ocultase en una mina de Turingia mientras ordenaba a la población de Berlín resistir hasta la última gota de su sangre bajo los bombardeos.

De Turingia la rescataron las tropas estadounidenses y durante décadas fue exhibida en el sector americano del Berlín dividido por el Muro. Primero, a las afueras de la ciudad y a partir de 1967, en el Museo Egipcio del barrio de Charlottenburg.

Tras la reunificación vinieron un sinfín de nuevas mudanzas en varios domicilios provisionales: primero fue colocada en el Kulturforum, entre los neones de un moderno complejo museístico, y luego en el Altes Museum, ya en su Isla, mientras Chipperfield le acondicionaba un museo a la altura.