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El pueblo de los Yumbos resurge después de 350 años en el noroeste de Quito

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El pueblo Yumbo, una cultura precolombina que habitó en el noroeste de Quito, ha vuelto a resurgir después de 350 años, con la ayuda de científicos y autoridades dispuestas a desenterrar sus misterios escondidos.

El arqueólogo ecuatoriano Holguer Jara, apasionado por esa cultura, lleva ya 30 años excavando varias zonas noroccidentales de Quito para desenterrar la "fascinante cultura" de este pueblo de comerciantes, sabios, astrólogos y dioses.

Jara ha instalado su puesto de mando en Tulipe, una pequeña población de campesinos, situada unos 70 kilómetros al noroeste de Quito, donde dirige un museo natural para estudiar las costumbres del pueblo Yumbo.

Piscinas en forma de cruz

Antes de construir el museo, Jara encontró en ese sitio seis piscinas, dos rectangulares, dos semicirculares, una zoomorfa y una cuadrada. Las rectangulares y semicirculares están alineadas entre sí, de tal forma que, con algo de abstracción, sus bordes y vértices se entrelazan en figuras geométricas perfectas, que superpuestas crean una cruz cuadrada, común en varios pueblos de Sudamérica.

En uno de los bordes de estas piscinas, cuyas paredes son de piedra, se sitúa una escalinata y en frente los conductos por los que recogían las aguas.El agua tampoco recorría directamente, sino por angostos canales con esquinas de 90 grados para que el líquido girara hacia la dirección de las piscinas.

Junto a las rectangulares, hay otra piscina poligonal, que Jara interpreta como un felino agazapado, y que recibía el agua directamente desde otra alberca cuadrada, la única que puede llenarse del líquido.

Conocimiento de las estrellas

Jara no se explica qué importancia pudo tener esa formación para los yumbos y por qué se juntaron en ese sitio seis piscinas. Lo que sí tiene explicación para el arqueólogo es otra piscina construida a unos 700 metros de distancia, una circunferencia perfecta, a cuyo centro se puede llegar por un pasadizo elevado.

El científico está seguro de que esa piscina redonda es realmente un gran espejo instalado en un centro astrológico destinado al conocimiento del cielo, las estrellas y de lo divino.

Esa piscina esta delineada con cinco círculos de piedras, que representan la cosmovisión de la cultura aborigen pues, Jara supone que la circunferencia era para ellos la perfección.

El hombre mismo era lo más perfecto de la realidad, aunque no tanto como Dios, que se representaba con el quinto anillo de la piscina, el más alejado del centro y por el que se "salía" del mundo sagrado al profano.

Perfección y eternidad

Otra de las razones que cautivan a Jara en su estudio de los yumbos son los petroglifos hallados cerca de Tulipe, con grabados en forma de círculos, espirales y líneas rectas. Por ello, Jara considera que esa cultura tenían la idea de que los círculos representaban la perfección y las espirales la eternidad, que son condiciones divinas.

Esa comunidad aborigen, según los estudios del arqueólogo, trabajaba casi todo el tiempo en el transporte y comercio de productos de la sierra a la costa y viceversa. Por ello construyeron caminos estrechos, como trincheras o zanjas, de hasta ocho metros de profundidad, llamados "culuncos", que servían de vías exclusivas y rápidas para los caminantes, según se iba o venía de la costa a la sierra.

Pero el estudio de esta cultura, olvidada por la historiografía tradicional, ha abierto a Jara y al Fondo de Salvamento del Municipio de Quito, un universo para la investigación arqueológica sobre las raíces e identidad de los pueblos antiguos de la zona.

El pueblo de los yumbos desapareció a mediados del siglo XVII debido a erupciones de volcanes vecinos, como el Pichincha y el Pululahua. Los que sobrevivieron a esas catástrofes tuvieron que remontar la cordillera y dirigirse a tierras seguras en la Amazonía, donde todavía existen asentamientos humanos de la cultura de los Yumbos, quienes sólo recuerdan que provienen "del otro lado" de las montañas.