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Campus Party, mucho más que un encuentro de jóvenes chiflados jugando en línea

  • Enjuto Mojamuto es ya un icono pop para toda una generación de campuseros
  • Dos pabellones acogen los puestos para los 6.000 inscritos que llevan su propio ordenador
  • Otros 2.000 participan en conferencias y talleres previstos en un apretado programa
  • El buen ambiente, lo que más valoran los campuseros ya experimentados
  • ¿Estás en la Campus Party? Cuentanos tu experiencia en los comentarios

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"Ah, sí, ese sitio lleno de frikis que se pasan seis días jugando a las maquinitas", dicen. Y no es que no haya frikis. Y no es que no haya frikis que se pasen todo el día jugando a las maquinitas. Pero definir así la Campus Party es mucho más que simplificar. "Internet no es una red de ordenadores, es una red de personas", señala un vídeo preparado para la ocasión.

En la estación de Atocha, en Madrid, hay un grupo de cuatro veinteañeros. Coletas, pelos largos, perilla, una PSP en la mano para matar el tiempo antes de coger, sí, el tren en dirección a Valencia. Sus equipajes les delatan. "Sí, vamos a la Campus Party". El que habla tiene 20 años y estudia, sí, Informática.

Mojamuto, ídolo de masas

En el tren viaja también José Gelado, autor del podcast Comunicando, que forma parte del equipo del CampusBlog. Camino de la Feria de Valencia le suena el teléfono móvil. Y, sí, la sintonía es la de Muchachada Nui.

A las 12.00 se han abierto las puertas, y Enjuto Mojamuto ha sido el primero en inscribirse, provocando el delirio entre sus incondicionales, que han querido fotografiarse con él.

Una vez acreditado, se ha quedado a la entrada del pabellón, para que los campuseros que por la tarde han ido llegando a oleadas, pudieran verlo e incluso tocarlo, como si fuesen peregrinos. A última hora se le ha podido ver en el stand que RTVE.ES, medio oficial del encuentro, tiene en la Campus Party.

Los campuseros (y campuseras) no vienen con el pan, sino con la CPU, bajo el brazo. Dos pabellones acogen los puestos para los 6.000 inscritos que han llevado su propio ordenador. Cerca de otros 2.000 participarán en las conferencias, actividades y talleres previstos en el apretado programa. Porque esto es más que un grupo de frikis jugando a las maquinitas.

El buen ambiente, gancho

Si uno pasea por entre la marabunta y pregunta a los campuseros, lo que más sorprende es que lo que más valoran del encuentro tecnológico es el ambiente, la relación con los demás. "La gente... Mi gente", dice José David, ingeniero informático murciano que hace su quinto año en la Campus. "Vengo por ellos, si no, no vendría", insiste.

"Ellos" son jóvenes de toda España, a los que conoció en foros y otras ediciones de la Campus y a los que sólo ve cara a cara en este encuentro y que le han ayudado a montar una pequeña discoteca que hace de torre para nueve o diez CPUs.

Ese ambiente familiar es el mismo que transmiten Pedro y Miguel, tirados en un par de sofás, frente a una pantalla de muchas pulgadas y un juego de peleas. "Ha sido el colega, que ha dicho: 'me voy a llevar el comedor'; le faltan la lámpara, la perra y el loro", dice Pedro, que estudia Informática, y al que a su vez sólo le faltan las pantuflas.

Una experiencia parecida describe Luis Alberto, de Zaragoza, técnico de hardware que no supera la treintena. "A mí no me molaba este tipo de encuentros -afirma-, la culpa es de mi primo, que me invitó a ir a uno parecido, pero más pequeño en Reus", y le gustó "el ambiente, el buen rollo...". Así que ahora se dedica al modding, y trae una CPU en forma de pirámide que le ha costado hacer tres años.

También hay campuseras

Su primo es Joan, de Mataró, un entusiasta, como tantos de los que pululan por aquí. Estudia Informática, "pero la voy sacando a la primera, no como otros". A Joan, le trajo, a su vez, Susana, su novia.

Dedicados al modding, están también Francisco, de Tarragona, el barcelonés Álex o Chuskoi, un clásico que fue jurado en 2005 y que ganó el concurso en 2006 y 2007 y llega dispuesto a revalidarlo. Un Nadal del tuneo informático.

A otra que le atrajo el ambiente de lo que le contaban es a Violeta, que con su cara de no haber roto un plato y su pelo rubio parece un elemento extraño. Pero de eso nada. Esta arquitecta de Madrid participa por segunda vez en la Campus Party, y lo hace además de dinamizadora, es decir, echando una mano a cambio de un dinerillo. "Mis hermanos me iban contando cosas, y...." otra para el bote.

Pero sois pocas chicas, ¿no? Ella asiente, pero no como quien ve en ello un problema. "Aunque es verdad que hay ratos que te quedas asustada" por estar rodeada de tanta masculinidad.

Y así podrían seguir desgranándose historias particulares, como la de esa madre con dos criaturas, o la de Ana Sofía, o la de Alberto, Thorge, Álvaro y Cándido, que prefieren ser tratados por su nick, o la de Lope en su simulador de vuelo... Historias que nos demuestran que la Campus Party es mucho más que "una panda de frikis jugando a la maquinita".

Desde luego, la Campus Party es de lo más parecido al bar de Star Wars (y esto será seguramente un halago para la inmensa mayoría de campuseros), pero en su frikismo contagian pasión. Y entre tanto interés por esa "nueva cultura digital", se sospecha además, que entre estos miles de jóvenes están los futuros billiesgates, stevesjobs y larrispages.

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