El Thyssen trata de reinventarse para formar parte del ocio nocturno de la juventud
- La mitad de los asistentes a esta iniciativa confiesan que es la primera vez que entran en el museo
- Las noches del Thyssen tratan de acercar el arte a las nuevas generaciones
Nueve menos cuarto de la noche, cientos de personas esperan en una fila que nace en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza para terminar a la vuelta de la esquina, en la Plaza de las Cortes. Resulta casi insólito contemplar esa afluencia durante una noche de sábado para entrar en un museo.
Se trata de Las noches del Thyssen, una iniciativa de la galería que permite la visita gratuita de sus exposiciones temporales los sábados de nueve a once de la noche. Según el propio museo, ya son más de 47.000 personas las que han podido disfrutar de su colección con nocturnidad y alevosía. Sobre todo los más jóvenes, que son "uno de los pilares de su estrategia respecto de las audiencias".
La mitad de los asistentes a esta iniciativa confiesan que es la primera vez que entran en el Thyssen, de acuerdo a una encuesta realizada por el museo a más de 400 personas. Ese mismo estudio afirma que los jóvenes (entre 18 y 34 años) representan un 46,2% del público, mientras que en el horario diurno superan a duras penas el 10%. Unos datos que secundan con honores esta actividad, pero que hemos querido contrastar con los asistentes.
"No sé si estoy segura", "no lo sé" o "creo que sí"
Si bien los datos proporcionados por el museo hablan de una presencia rotunda por parte de la juventud, los propios jóvenes lo ponen en duda. Joana, de 34 años, afirmaba nada más salir de la exposición que "el hecho de que sea gratuito sí que te anima mucho más a venir" porque, de asistir a todas las actividades que le interesan, acabaría gastando un dineral en entradas.
Al preguntarle si creía que estas iniciativas llamarán a un público más joven, confesaba: "Yo no sé si estoy segura, porque un sábado por la noche yo creo que la mayoría de los jóvenes están en una terraza. Yo creo que, aunque sea gratuito y muy interesante, no va a ser su primera opción". Una opinión que coincide con la de Alexa, una joven estadounidense de 27 años, que sostenía no haber visto "un montón de jóvenes dentro".
Los jóvenes de entre 18 y 34 años representan un 46,2% del público (en el horario habitual son el 10,1%) Manu Serrano/Museo Thyssen
"¿Qué hace un joven un sábado por la noche? ¿Echarse una cervecita?", se preguntaba Teresa, también de 27 años. Hasta dentro de ese sector de la juventud acostumbrado a frecuentar museos y galerías de arte, se despliega una nube de escepticismo y duda.
Pese a la incertidumbre que genera dedicarse a la demoscopia a ciertas horas de la noche, en algo sí que coincidían las sensaciones de los visitantes con los datos ofrecidos por el museo. Según estos, el 64,1% reconoce que la gratuidad es el atractivo principal para asistir a Las noches del Thyssen.
Sara, de 28 años, sostenía que esta iniciativa sí que incentiva la asistencia de un público más joven puesto que, "tal y como está el tema económico, el impulsar este tipo de iniciativas es fundamental para atraer a públicos de edades más reducidas". Ya que, "al final, pues: nos podemos permitir lo que nos podemos permitir". Algo en lo que coincidía con Álvaro, de 25, para el que "los jóvenes tienen menos poder adquisitivo y es una oportunidad para ellos".
Una fiesta para verdaderos aficionados
Xoel y Sara, de 26 y 28 años, argumentaban que el haber asistido a Las noches del Thyssen aunaba dos de las cosas que más les gusta hacer con sus amigas: "Pasar tiempo juntas y disfrutar de una actividad cultural". Joana e Ignacio, de 34 y 36 años, habían asistido en pareja y manifestaban que cada vez son más aficionados a ir a museos. "Sobre todo cuando son planes así: fuera de los horarios cotidianos", afirmaba él.
Al salir de la exposición, Gabriela, de 25 años, sostenía: "Yo creo que al público joven le atrae más un contenido en concreto que pasearse a ver qué ve". Manu Serrano/Museo Thyssen
Por lo general, las personas a las que tuvimos la oportunidad de entrevistar a la salida del museo podían incluirse en dos grandes grupos: por una parte, usuarios habituales de museos y, por la otra, turistas. Si bien es cierto que muchas personas, como es el caso de Álvaro, reconocían no tenerle muy "cogido el tranquillo al mundo del arte", confesaban haber acudido acompañados de alguien que sí solía asistir a este tipo de actividades.
En este hecho, Gabriela, de 25, reconoce un posible factor fundamental: "Yo creo que al público joven le atrae más un contenido en concreto que pasearse a ver qué ve". Según su punto de vista, para que un joven acuda a un museo tiene que conocer previamente qué es lo que va a observar. La improvisación y el afán por abrir horizontes artísticos —al menos de acuerdo con esta hipótesis— parece ser un comportamiento más adulto.
¿Una medida demasiado popular?
Uno de los aspectos más comentados fuera y dentro de las galerías del Museo Thyssen fue el nivel de aforo. Para algunos, como Quique, de 30 años, "la cantidad de gente que había a la vez era un poco agobiante de más, era muy difícil moverse". Al ingresar en las salas dedicadas a la exposición Terrafilia, los pasillos parecían cada vez más angostos y, para poder contemplar obras pequeñas, como el Sueño causado por el vuelo de una abeja... de Salvador Dalí, era preciso hacer cola o tratar de elevarse sobre las decenas de cabezas que la flanqueaban.
Cristina, de 22 años, confesaba: "Hubo un punto en el que sí me sentí muy abrumada por tanta gente viendo la misma escultura". Desde quince minutos antes de la hora de apertura, cualquiera que pasease por el Paseo del Prado podía darse cuenta del poder de convocatoria que tienen Las noches del Thyssen.
La asistencia a Las Noches del Thyssen ha sido alta Manu Serrano/Museo Thyssen
Pese a los esfuerzos del personal de seguridad y control del museo, que iban dejando entrar poco a poco y en grupos limitados, el interior estaba totalmente abarrotado. "Yo diría que estaba extremadamente lleno de gente", comentaba Alexa. Casi con total unanimidad, puede afirmarse que visitar un museo y tener que estar atento de no impactar por error con otro visitante no es lo ideal. Así lo manifestaba Teresa, de 27 años: "Demasiado agobiante. Agobio. No lo puedes disfrutar".
Un suceso —el de la "masificación" del museo— que algunos usuarios, como Xoel, consideran excepcional: "Ha sido un poco agobiante, pero habitualmente no lo es. Yo diría que habitualmente se está a gusto". Otros, entre los que se encuentra Álvaro, ven una explicación muy sencilla: "Es lo obvio. Viendo que es gratis y a una hora bastante decente para ir al museo".
Aun así, gracias a la capacidad resolutiva característica de los jóvenes, se desarrollaron dos posibles vías para disfrutar tranquilamente del museo. Una de ellas era acudir a la sala inferior, que acoge la exposición dedicada a Anna Weyant y que estaba mucho menos concurrida.
La segunda, la encontró Ignacio: "Entró mucha gente de golpe y se vació rápido". Según él, en apenas media hora la sala volvía a vaciarse y se podía visitar con más calma. Incluso, se podría decir que la mejor solución sería visitar primero la sala inferior para, una vez que la principal se haya desocupado, poder disfrutar del resto de la exposición, ya que "la gente pasa y se va, no se detiene mucho en ver".
Una medida audaz
Tal y como manifiestan desde el propio Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, la visita de Las Noches Thyssen obtiene una media alta de satisfacción. Como manifiesta el hecho de que la gran mayoría de los entrevistados manifiesten que, a partir de su visita, estarán más predispuestos a acudir a este tipo de actividades. Álvaro, reconocía que "siempre está bien culturizarse y probar experiencias diferentes, pintores, diferentes estilos. Igual hay alguno que me termina de gustar y todo".
Esta iniciativa del museo Thyssen manifiesta un interés por conseguir el relevo generacional dentro del mundo del arte. Se trata de una medida audaz que reinventa la forma de asistir a museos y galerías de arte y, a su vez, trata de introducirse en el ocio nocturno de la juventud. Ya que, como sostenía Joana, "necesitamos más jóvenes acudiendo a museos".
*Adrián Masa de Vega es alumno de Doble Grado en Periodismo y Humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid. Jesús Jiménez ha supervisado la elaboración completa de este texto.