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Cuando el odio en las redes obliga a desertar: "Nunca es espontáneo"

  • Un joven marroquí cierra sus redes por amenazas tras contar su historia de superación
  • Chelo Tuya, periodista de El Comercio, contó su epopeya en el diario asturiano
Paso de peatones inundado, con reflejos de luces de semáforo y una sombra en el agua.

Jueves, 20 de marzo, la periodista Chelo Tuya ha publicado un artículo en el diario El Comercio donde ensalza la historia de superación de R. A.. Se trata de “un joven marroquí que llegó a Asturias a los 16 años tras haber saltado la valla de Ceuta con 13, con muletas, al tener la pierna destrozada”. Según citaba el mismo diario, a R. le tuvieron que amputar la pierna a su llegada a Asturias, ya que una escayola mal puesta en su país de origen fue la causa de la gangrena posterior.  

Chelo comparte las fotos con R. Los dos están felices con el resultado del artículo. La mañana pasa tranquila. En las primeras horas de la tarde comienzan a llegar al Instagram de R. todo tipo de amenazas que nos relata en conversación telefónica la periodista: “Te vamos a matar, te vamos a pegar, sabemos donde vives…”

Prácticamente a la misma hora de la tarde del 20 de marzo, comienzan a recibir comentarios de odio en la web del diario El Comercio donde está publicado el artículo. Son tantos que deciden cerrar las opciones de participación.

Tantas amenazas que llevan a R. a cerrar su cuenta de la red social Instagram. Una cuenta que el joven utilizaba para publicar sus fotografías y que contaba con 6000 seguidores. “Más de los que yo tengo”, continúa Chelo.

Te vamos a matar, te vamos a pegar, sabemos donde vives

La periodista tiene claro que lo que ocurre tanto en el Congreso de los Diputados como en el Parlamento del Principado, influye en la calle: “El día anterior a la publicación del artículo escuchaba a Abascal en el Parlamento vincular delincuencia e inmigración, mencionar que eran delincuentes que solo venían a robar y a violar. Y esto no tiene nada que ver con lo que dicen las estadísticas. La mayoría de los menores del centro de Sograndio son asturianos.”

R. trabaja en la ONCE, organización que ha decidido modificar la situación laboral del joven con el fin de que no vaya a los lugares que frecuentaba habitualmente. Las fuerzas de seguridad entienden que la gran mayoría de estos mensajes no pasan de ahí. Es lo que en la jerga se denomina odio de sofá. Pese a ello, cualquier precaución es poca.

Una vida dura superada con una singular motivación

Chelo Tuya recuerda la forma en la que quedó atrapada por la historia de R. y su deseo de hacerla pública, al igual que otras tantísimas que ha escrito desde el año 2000 en su vida como periodista. El protagonista no era un menor al uso, el joven partía con más obstáculos, su vida había sido realmente dura y la había reconducido de forma ejemplar.

Al comenzar la entrevista con R. le cautivó su gran sentido del humor y la energía que derrochaba: "Nos contaba al fotógrafo y a mí las veces que saltó la valla. Lo hacía con muletas", cuenta Chelo. "Le pillaron porque no podía correr. Tras conseguirlo vivió en un coche abandonado durante un mes, en Ceuta, con 13 años."

R. describió también a la reportera su experiencia en el Centro de Menores de Ceuta donde compartió colchón con otro menor durante tres años y le contó cómo se emocionó al llegar a Asturias y ver que tenía para él una cama, un armario, una mesilla y un sitio para tener sus cosas. R. respondió a ese bienestar formándose, perfeccionando su español, capacitándose para obtener un trabajo que pasado un tiempo consiguió.

"Me ha dolido en el alma lo que ha pasado tras la publicación del reportaje. No se lo merece en absoluto. Ninguno de ellos se lo merece", continúa Chelo. "No sé si me siento más triste que indignada o más indignada que triste". Y la voz de Chelo se rompe. "Lloré mucho esa noche. Estaba preocupada porque le pudiera pasar algo..."

Chelo no va a parar. Va a seguir contando historias como esta. Se siente indignada porque desde algunas instituciones se etiquete a estos niños como delincuentes. "No comprendo que se identifique a todo un colectivo por los delitos que perpetran una pequeña parte del mismo". Y añade: "En las redes el delincuente se exhibe y la víctima se tiene que ocultar".

Proyecto Ítaca

El viaje a Ítaca puede significarse como un viaje hacia el conocimiento y la sabiduría. Intentamos conocer más sobre el odio en las redes sociales conversando con diversas personas. Haciendo nuestro propio viaje nos encontramos con Marta del Arco Fernández, Consejera de Derechos Sociales y Bienestar en el Principado de Asturias, una mujer que lleva desde el año 1986 ocupada en la protección de menores, en el año 2013 creo el Proyecto Ítaca. Un programa para que los menores que cumplen 18 años en centros de protección continúen siendo apoyados en su autonomía y manutención, con el fin de lograr la inserción laboral. R. es beneficiario de este proyecto. Vive en un piso tutelado por dos educadores y un psicólogo. Actualmente, participan 45 jóvenes dentro de un programa que presume de un 97% de éxito en la inserción laboral, y de que siete de sus integrantes cursen ya grado universitario. Para Marta del Arco "no hay evidencia que vincule menores con delincuencia". Y todo lo ocurrido le hace sentir que "se habla sin tener datos y esto ha provocado que el chico haya tenido que ocultar su cara, después de estar aquí desde hace tantos años".

El odio se ha convertido en una manera de comunicar: las personas que odian unidas permanecen unidas.

Continuamos el viaje a través de las páginas de un libro. El discurso del odio como arma política es el título. Virginia Martín, profesora de periodismo en la Universidad de Valladolid, su autora. "Es preciso destapar que hay detrás de ese odio. Lo que está detrás de esos mensajes de odio es una industria. Es importante que eso se sepa y comenzar a buscar quién gana con esos mensajes de odio".

Desde un tren, en movimiento, contesta a nuestra llamada Carmela Ríos, periodista experta en redes sociales y desinformación. "Hay una característica de las redes sociales: la viralización. Lleva consigo una gran carga emocional que nos hace ver que el miedo y el odio son virales. El discurso del odio ha encontrado su medio en las redes sociales ya que consigue que éstas ganen más dinero. Hay un sentimiento de miedo al diferente que se inocula desde distintos sectores ideológicos que financian esa industria del odio ocupando el espacio mediático con sus estrategias. En ese espacio mediático se puede concluir que mucha gente odia a los chicos musulmanes. Pero bajas a la calle y eso no es así. En la vida real hay más solidaridad, más tolerancia".

El odio se está convirtiendo en un factor de integración social, en una vía para entrar en un entorno determinado

Así es, de hecho R. ha recibido también numerosas muestras de apoyo. Personas que piensan diferente de lo que parece transmitirse en ciertas redes que trabajan profundamente en fomentar la polarización. "El odio se ha convertido en una manera de comunicar: las personas que odian unidas permanecen unidas. El odio se está convirtiendo en un factor de integración social, en una vía para entrar en un entorno determinado", menciona Carmela.

Negocio, industria, dinero... Virginia y Carmela coinciden en sus análisis: somos vulnerables. Nuestras emociones nos hacen vulnerables. Nuestro pensamiento viaja desde un lugar a otro sin detenerse, permanentemente entretenido. "Quemamos las emociones", menciona Virginia. "Y la clave es movilizarnos para generar emociones positivas desde la empatía". Y continúa: "Contar historias singulares, ir de lo colectivo a lo individual para encontrar los rasgos que nos unen y que estos se conviertan en contenidos dirigidos a niños y jóvenes".

"Avanzar en una alfabetización mediática que mejore la comprensión del ecosistema de la comunicación en el que vivimos. Dar la información para que las personas decidan qué papel quieren jugar en este ecosistema", propone Carmela.

"Enseñar desde primaria qué es el universo de Internet, qué mensajes hay, quién los genera, qué es un troll, cómo funcionan los algoritmos, por qué les llegan unos contenidos determinados y no otros, en definitiva: una formación digital básica", menciona Virginia.

En el político, puedo no votarles, pero no necesito odiarles

"Tenemos la necesidad de hacer comprender a las personas que conforman una sociedad, cuál es la naturaleza de la misma y hacerles partícipes. Por ejemplo: podemos ser víctimas y al mismo tiempo sujetos partícipes del odio cuando compartimos un meme que ridiculiza a un personaje que no nos gusta. Hay una responsabilidad al compartir este tipo de cosas, en todo tipo de ámbitos. En el político, puedo no votarles, pero no necesito odiarles", explica Carmela.

Así, sucesivamente, nos damos cuenta de que el viaje a Ítaca está lleno de pasajeras que buscan soluciones, que confían en la empatía, la compasión y la solidaridad como antídotos esenciales para detener los discursos del odio.

"El odio no es espontáneo, hay una coordinación detrás"

El caso de R. no es aislado. Todo lo contrario. Son numerosos los estudios que se han hecho sobre estrategias organizadas para difundir odio a través de las redes sociales. La Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) publicó recientemente un estudio, Hatemedia, con la participación de otros siete centros, donde Elias Said, catedrático de la UNIR y codirector del estudio, declaraba en la presentación del mismo: “El odio no es espontáneo, hay una coordinación detrás, la mayoría no son personas, sino grupos políticos e ideológicos con intereses muy concretos”. El mismo estudio recoge que el 63% de las publicaciones que extienden el discurso de odio en Internet están dirigidos a colectivos vulnerables (mujeres, inmigrantes, comunidad LGTBI+).

Casos como la bloguera y youtuber, Desirée Bela, insultada por cientos de personas por el color de su piel; el de Ramia Chaoui que recibió numerosos comentarios islamófobos tras el atentado de Barcelona; el periodista David Enguita que se quedó helado cuando se hizo viral un vídeo donde le amenazaban de muerte con unas balas sobre una nota de papel mencionando que iba a ser su última cena, y esto solo por ser miembro de la Asociación de la Prensa LGTB; o el periodista Moha Gerehou, ex presidente de SOS racismo que solo por tuitear la referencia a un artículo que luchaba contra el racismo ya era asediado con centenares de mensajes violentos, son solo algunos ejemplos de una violencia en redes sociales que en el 2018 el programa Documentos TV analizaba en profundidad.

Documentos TV - Hablan las víctimas de odio en redes sociales

Más recientemente, todos tenemos en mente el asesinato de un niño de 11 años en Mocejón que provocó numerosos mensajes de odio que identificaban al autor del mismo como extranjero cuando, posteriormente, la persona detenida por este crimen resulto ser español. Un caso muy significativo por el acoso que recibió en redes el portavoz de la familia del menor por pedir que "no se criminalizara a nadie por su raza".