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La fiebre por el freeride obliga a ampliar la oferta de las estaciones invernales

  • Se trata de una de las modalidades que más ha crecido en los últimos años
  • La meta es ofrecer al esquiador avanzado formación en técnica y en seguridad
  • Andorra es referente en la península por sus escuelas y sus competiciones

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El más difícil todavía, fuera de pista y por la noche

Dicen los que lo practican que cuando pruebas a deslizarte por una ladera de nieve virgen no lo olvidas jamás. El freeride, conocido popularmente como el esquí o snowboard fuera de pista, es una de las modalidades que más ha crecido en los últimos años en las estaciones invernales de la península ibérica.

Los amantes del freeride escogen esta opción por muchos motivos, desde la sensación de sentirse libres al seguir un camino no marcado a la huída de las colas y las aglomeraciones en los remontes, pasando por el atractivo indiscutible de afrontar nuevos retos y experimentar con nuevos materiales (se utilizan esquís más anchos y más largos de lo normal).

Pero no todo en el freeride es un camino de rosas. Se trata de una especialidad del esquí y del snowboard que requiere destreza técnica, solvencia económica (para aquellos que prefieren subir a las cumbres en helicóptero) y lo más importante: conocer los límites de cada uno y unas nociones básicas de seguridad. No en vano, desgraciadamente, cada año fallecen esquiadores fuera de las pistas —el último caso en España tuvo lugar en León hace más de un año—. [Vídeo: espectacular accidente del español Aymar Navarro]

Esta complejidad y el aumento de practicantes han hecho que las estaciones se vuelquen en la formación y el desarrollo del freeride en las últimas temporadas y, especialmente, en esta que acaba de arrancar. [Vídeo: accidente espectacular del francés Julien López]

Andorra se convierte en el paraíso de los freeriders

La estación andorrana de Vallnord celebra esta temporada un aniversario. Hace veinte años que se abrió la primera área exclusiva de freeride de los Pirineos, en el sector Arcalís (1994). Hoy, Vallnord-Arcalís está considerado como uno de los mejores enclavea fuerapista de los Pirineos.

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Para llegar a ser reconocido como tal, Vallnord se ha volcado en facilitar la práctica fuera de pista con una guía de itinerarios freeride y con el crecimiento de la escuela de esta modalidad en Arcalís.

Otra estación andorrana referencia en el freeride es Grandvalira, sobre todo desde que el Freeride World Tour les otorgase su prestigioso sello FWT Club a la Escuela de Grandvalira, la única de toda la Península Ibérica que cuenta con esta distinción.

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El objetivo de las escuelas de ambas estaciones es formar a los practicantes y prepararlos para afrontar situaciones que pueden sucederse durante el ejercicio del freeride tales como aludes, grietas, hielo y otros peligros propios de zonas de alta montaña.

Interpretar la meteorología y la inclinación de la pendiente, y saber utilizar el ARVA (dispositivo de emergencia que avisa de la posición exacta bajo la nieve), la pala y la sonda son algunas de las lecciones obligatorias en las clases.

La formación en el principado se complementa con las pruebas de alta competición (la Copa del Mundo de snowboard cross de Vallnord Arcalís, que se celebrará del 10 al 12 de enero, y la GrandRide Grandvalira, prueba del Freeride World Qualifier que se disputará el 15 y 16 de febrero).

Baqueira, Aramón, Tavascan y el Pic du Midi, las alternativas

Otra muy buena opción para los que se animen con el freeride es el Val d’Aran. Baqueira Beret una estación que dispone de 80 km de itinerarios fuera de pista y con una calidad de nieve insuperable.

Sus diferentes escuelas particulares están enfocadas a esquiadores avanzados que desean iniciarse o mejorar su técnica en nieves cambiantes o en nieve virgen, con la máxima seguridad y diversión. Los más pudientes además pueden vivir una Heliexperience, es decir, subir en helicóptero a un pico cercano y lanzarse a surcar la nieve inmaculada mientras un especialista filma todo en vídeo.

El complejo invernal aragonés de Aramón ofrece zonas fuera de pista tanto en Formigal como en Cerler.

Menos conocido es por ahora el último rincón virgen del Pirineo: la estación catalana de Tavascán. Es una de las estaciones más pequeñas de la península (sólo dispone de un telesilla) pero es un auténtico tesoro para los amantes del freeride.

Más allá de los Pirineos, en su vertiente francesa, nos encontramos con el denominado reino del fuera de pista: las laderas del Pic du Midi (2.877 metros), en la estación de La Mongie (NPY). Desde la cima hasta Artigues Campan hay una bajada de 10 kilómetros y 1.700 metros de desnivel por terreno salvaje. ¡Un auténtico tesoro!