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Copa Davis 2012 | República Checa 3-2 España

Praga no es el final del camino de la Armada

  • España peleó la Copa Davis hasta el final frente a República Checa
  • Los locales aprovecharon su oficio sembrando la duda en su rival
  • Corretja salió en defensa de un cuarteto que ofrece garantías
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La República Checa se adjudica la Copa Davis

España llegó a la República Checa como detentora de la Copa Davis y se la dejó en prenda a los anfitriones. La Armada cayó en Praga, pero peleando hasta el último punto de una vibrante final. No fue un adiós, sino un hasta luego a la Ensaladera (¿no sería mejor decir ponchera?).

El público del O2 Arena estalló de alegría con el revés a la red de Nico Almagro frente a Radek Stepanek, aunque durante varias horas se hicieron oír más los escasos 700 españoles que animaban creyendo en la remontada.

Toca hacer balance de la final y de toda la temporada de Davis. La nota es alta en el primer caso y de sobresaliente en el segundo: un 9,5 que no llega al diez precisamente por ese último punto.

El peor palo se lo lleva Almagro, que estuvo en dos de los tres puntos logrados por los checos y previamente había sido señalado de forma cruel por Tomas Berdych como "el punto débil de España".

Para quien no sepa de tenis o tenga poca memoria, cabe recordar que el autor de esa frase fue el mismo que le negó el saludo al murciano en un partido del Open de Australia en el que recibió un pelotazo involuntario. No son precisamente amigos.

Sin embargo, esas palabras quizá alimenten las razones de quienes defienden -a toro pasado, por supuesto- que debía haber sido Feliciano López el que jugara los puntos individuales en la rapidísima pista de Praga y no uno más acomodado a la tierra batida como Almagro. El capitán checo Navratil así lo creía, o al menos eso dijo.

En una final como la de la Davis se juega con todo y desde todos los lados de la pista, incluso desde la sala de prensa. Quizá los españoles cayeron en el error de entrar al trapo de las provocaciones de los checos. Divide y vencerás.

Un cuarteto sólido

Por eso salió al paso Corretja defendiendo la elección del cuarteto de la final, el mismo que había defendido todos los puntos desde cuartos. David Ferrer, Nico Almagro, Marcel Granollers y Marc López se habían ganado el derecho.

Tampoco se puede reprochar el esfuerzo de la pareja de dobles formada por Marc López y Marcel Granollers. En su primer año juntos en la Davis, y prácticamente en el circuito ATP, no lo han podido hacer mejor: dos títulos, incluyendo un Masters 1000 (Roma) y la guinda de la Copa Masters.

Habría sido demasiado que tanto ellos como Almagro firmaran un pleno, algo que en la Armada solo puede realizar un prodigio físico y mental como David Ferrer. Nada que objetar por su parte.

No obstante, la autocomplacencia es mala compañera de viaje. La condición de visitante y la elección de la pista por parte de los checos no debe servir como excusa, puesto que se dieron circunstancias parecidas en Mar del Plata 2008 (Argentina) y Austin 2011 (Estados Unidos). De hecho, en esta última eliminatoria la rapidez de la superficie rozó la legalidad.

Perder y levantarse

Se podía ganar y se pudo ganar, pero había un rival enfrente que, sencillamente, demostró más ambición, más fe, más concentración, más oficio o todo a la vez. Tampoco se deben buscar las razones de la derrota en las ausencias, porque haber llevado a un Nadal mermado físicamente o falto de ritmo competitivo podría haber resultado peor aún.

España cayó, sí, con honor y dejando impronta de equipo grande de Copa Davis. No perdió como en Clermont Ferrand (Francia) en 2010. Ese año fue el único borrón de una etapa que se puede calificar de esplendorosa, si echamos cuentas: cuatro finales y tres títulos (2008, 2009 y 2011).

La Armada perdió en Australia en 2003 y ganó en Sevilla en 2004, demostrando que aprendió a perder y a levantarse. Ahora debe demostrar Corretja su oficio como capitán, sus galones.

El exjugador y campeón en 2000 ha sabido reconducir este año una situación que parecía complicada a finales de la pasada temporada. De la alarma por la desbandada general de Sevilla se ha pasado a la formación de un equipo compenetrado y unido, una selección en la que todos quieren estar y que sigue teniendo hambre de ensalada.