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Los peldaños que Cristiano tuvo que escalar

  • Nada más llegar Fergusón le pidió que llevara el 7 que había dejado libre Beckham
  • Rooney dijo que quería "pegarle un puñetazo" tras un incidente en el Mundial
  • Los momentos de crisis han marcado su carrera tanto como sus éxitos deportivos

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Éste es Cristiano

Cuando marca un gol, más que celebrarlo, parece que Cristiano busca la cámara. Su fútbol es espectacular, eléctrico. Una mezcla de fuerza y potencia. No juega dentro del área pero marca más goles que nadie, en parte, porque lo intenta desde todos los sitios posibles. Atrapa el balón, acelera y suelta una latigazo. Así, una y otra vez. 

Los que le adoran dicen que cada vez que entra en acción crea peligro. Los que le critican, prefieren fijarse en la cantidad de ocasiones que monopoliza y en su teatralidad.

Ferguson se enamoró de él en un amistoso entre el Manchester y el Sporting de Lisboa en un verano de 2003. Le vio jugar y aunque era sólo un chaval desconocido, decidió ficharle esa misma tarde. Su madre, años más tarde, reconocía que de no haberse dedicado al fútbol, no quería ni pensar qué podría haber sido de su hijo. 

Cristiano llegó al Manchester en 2003, justo cuando la estrella local, David Beckham hacía las maletas hacia Madrid. Empezó jugando con el dorsal 28, pero el propio Fergusón que le pidió que, a sus 18 años, tomara el dorsal número 7 para llenar el hueco de la estrella "fugada". Era el primer gesto. De él se esperaba lo más grande. Primer ración de presión para un jugador que era todavía un chaval sin experiencia entre los más grandes.

A sus 24 años, CR7, como le gusta llamarse, es desde hace mucho un producto mediático, pero en su camino no todo han sido peldaños fáciles. Además de su humilde situación familiar en sus años de chaval en Madeira, Cristiano ha tenido dos grandes crisis en su vida deportiva. 

La primera, cuando se vio envuelto en una tremenda polémica por su actuación en la expulsión de su compañero Wayne Rooney durante el pasado Inglaterra-Portugal del Mundial.

El guiño que marcó su carrera

Rooney le dio un pisotón en los testículos al defensa portugués Ricardo Carvalho. Cristiano Ronaldo corrió hacia el árbitro para quejarse por la acción. Y posteriormente, cuando Rooney fue expulsado, las cámaras grabaron a Ronaldo guiñando un ojo al banquillo de Portugal.

El partido se desequilibró, ganó Portugal y la prensa y los aficionados ingleses descargaron su frustración en durísimas críticas hacia Cristiano.

"Cristiano no regresará al Manchester United, informó el tabloide británico 'The Sun' por su "vergonzosa actuación". Mientras, Rooney dijo querer "partirle la cara en dos". A su vuelta a tierras británicas, todo el mundo estaba contra él.

El ex delantero inglés Alan Shearer también fue tajante con este tema. "Creo que cuando Wayne Rooney se presente al entrenamiento del Manchester United le va a dar un puñetazo a Ronaldo", declaró a la prensa británica.

Su nombre estaba manchado y, por si fuera poco, eran sus propios compañeros los que le criticaban. Además, Ronaldo ya mantenía una relación más que tensa con otro compañero de club, el holandés Ruud van Nistelrooy, por otra trifulca en un entrenamiento.

Para cualquier otro jugador hubiera sido un infierno. La presión de la agobiante y amarilla prensa inglesa y el vacío de no estar arropado ni por compañeros ni aficionados. Cristiano, en cambio, se puso a trabajar y se convirtió en un jugador mucho más determinante. Reconquistó a sus compañeros, prensa y aficionados y se volvió un jugador más distante y altivo. A él le sobraba fe en sí mismo y no tenía miedo en demostrarlo.

Vuelta a empezar

Pero la historia no parecía terminar aquí. Hace dos años, todo volvió a florecer. Cristiano había liderado a su Manchester hacia un histórico triplete, pero aunque tenía todo lo que podía desear, se dejaba querer por el Real Madrid del entonces presidente Ramón Calderón.

Lesionado, con una muleta y desde California, fue alimentando todos los rumores. Su afición y su mentor, sir Alex Ferguson, lo consideraron una ofensa y todo volvió a ponerse en su contra. Terminó el verano y su fichaje, que parecía cantado, no se concretó. De pronto, el Manchester volvió a ser el club de su vida y en el que quería quedarse muchos años. Tuvo de nuevo que volver a casa con todo el mundo en contra, pero la historia no se detuvo ahí. 

Pues mismo guión, se encerró en sí mismo, trabajó más duro que nunca y este año volvió a ser determinante, ganando una liga y llevando al equipo a la final de la Liga de Campeones.

Rivalidad con Messi

Precisamente 24 horas antes de la final de la última Liga de Campeones buena parte de los periodistas deportivos de medio mundo, comparaban las virtudes y defectos de Cristiano Ronaldo y Messi.

Portugués y argentino parecían la noche y el día. El tipo duro, contra el pequeño malabarista. El futbolista musculado y con aire de tipo duro y el deportista con cara de niño. Los pendientes y tatuajes de uno, contra las espinillas y el aire despistado del otro. El Ferrari rojo pasión que estrelló el portugués hace meses, contra el choche del argentino, que es el que le brinda el club. La lista es larga. Son dos universos totalmente distintos, con una cosa en común: se pelean por el trono de mejor jugador del planeta fútbol.

Cristiano desembarcó en el Real Madrid hace un año. Nueva etapa y nuevos retos. El portugués respondió a las expectativas pero terminó la temporada sin títulos y con un Mundial más que discreto. Ahora quiere resarcirse, y con Mourinho en el banco, ninguna cota parece imposible.