Diez años después, el superviviente Sebastien Lascoux mira de frente la que pudo ser su tumba. El azar quiso que viviera y recordara a las 92 personas que murieron en la sala Bataclan de París. "Como su amigo Chris se echó instintivamente sobre Sophie, a la que estaban disparando. La salvó, pero él murió". Sebastien lleva una década intentando superarlo. Incapaz siquiera de volver a un concierto o a una sala de cine.
Pascal Hedin aun hoy se sigue justificando. "Pisé a la gente para poder escapar y salvarme. Lo lamento muchísimo pero es lo que hice", se disculpa. A pesar de que los psicólogos y los amigos llevan todo este tiempo repitiéndole que no hizo nada mal.
Y luego está el vacío que dejan los que se fueron. "Un vacío imposible de llenar. Una ausencia que pesa cada mañana y cada tarde de los últimos diez años", como ha explicado en los homenajes de hoy Sophie, hija de Manuel Dias, que murió a las puertas del Estadio de Francia cuando uno de los terroristas se inmoló. A estos homenajes ha asistido Cristina Garrido, madre de la única víctima española de aquellos atentados, Juan Alberto González.
Hoy ese dolor es, quizá más intenso, pero también más compartido.
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