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Más poder, menos límites y una velocidad de cambios vertiginosa. Desde que volvió a la Casablanca, Donald Trump ha firmado 170 órdenes ejecutivas. En total, en su primer mandato fueron 220.

Su gran prioridad, el control migratorio. Aunque en cifras reales, sus predecesores deportaron más, la militarización y la mano dura no tienen precedentes.

Ha cumplido su promesa de bajar impuestos, sobre todo a los más ricos, y recortar el gasto federal. Despidos masivos de funcionarios, tijeretazo a la sanidad, las ayudas sociales y fin del apoyo a energías verdes.

Con Elon Musk ha pasado del amor al odio. Su antiguo amigo convertido en amenaza de cara a las elecciones de medio término del próximo año. Si Musk consigue un puñado de congresistas y Senadores, sería él quien podría determinar que las votaciones vayan en un sentido o en otro.

En política exterior, se le han atragantado las guerras de Ucrania y Gaza, que prometió acabar en cuestión de horas, sorprendió bombardeando instalaciones nucleares de Irán y ha conseguido que sus aliados se comprometan a gastar más en Defensa. Pero muchos ya no creen sus amenazas tras sus bandazos y su errática política de aranceles.

A nivel interno no consigue bajar la inflación, que incluso repunta. Lo que más factura le pasa entre sus incondicionales: el caso Epstein. Sus seguidores lo que quieren es que se desclasifiquen todos los papeles, como se van a desclasificar los de las muertes de los Kennedy o de Martin Luther King.

La aprobación de sus políticas no deja de bajar, pero Trump sigue desafiando los límites de su poder. Una transformación a marchas forzadas de Estados Unidos que polariza aún más a la primera potencia mundial.

Un 30 %. Es el arancel que Donald Trump anuncia para los productos europeos a partir de agosto. Bruselas dice que sigue abierta al diálogo, pero avisa: si la cosa va en serio, responderá con contramedidas proporcionadas. Aunque con Trump, nunca se sabe si es ultimátum o estrategia.

En línea con la respuesta de Bruselas, España aboga por seguir negociando para alcanzar un acuerdo con Estados Unidos antes del 1 de agosto. Aunque, según fuentes del Ministerio de Economía, está preparada para tomar las medidas necesarias en defensa de sus intereses, junto a la UE y el resto de Estados miembro. Alemania llama al pragmatismo para llegar a una solución, mientras el presidente francés es más contundente. Apoya los planes de la Comisión Europea, pero insta a preparar "respuestas creíbles" a los aranceles. Italia, por su parte, rebaja tensiones. Asegura que "un choque comercial con Estados Unidos no tendría sentido".

Foto: EFE/ Allison Dinner

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado que impondrá aranceles a partir del próximo 1 de agosto a varios países con los que no ha alcanzado un acuerdo comercial. Tal y como ha publicado en su red social Truth Social, aplicará un gravamen del 25% a Japón, Corea del Sur, Malasia, Kazajistán, del 30% para Sudáfrica y del 40% para Laos y Birmania (Myanmar). Minutos antes de anunciarse este grupo de países, la portavoz de la casa Blanca, Karoline Leavitt, ya había adelantado que 12 países iban a recibir notificaciones de este estilo.

Foto: REUTERS/Carlos Barria/File Photo

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no puede gravar con aranceles directamente a España porque la política comercial pasa por Bruselas. A pesar de esto, sí puede subir aranceles a productos españoles que se exportan al país americano. Este es el caso de maquinaria mecánica y eléctrica, aceite de oliva, acero, vino, biodiésel o cerámica.

El socio director en Quabbala Abogados y Economistas, Rubén García Quismondo, ha afirmado que "la Comisión Europea representa a todos los países y negocio por todos y no debería de haber diferenciación por territorios".

El director general de la Federación Española del Vino (FEV), José Luis Benítez, ha explicado que "las propias normas del comercio internacional, en principio, no posibilitarían un arancel específico a un país por un caso en concreto". Además, ha añadido que "es la teoría, luego el presidente de EE.UU. ya sabemos que hace lo que quiere". Al ser legalmente imposible gravar el doble a España, EE.UU. podría analizar en qué productos España es líder y subir los aranceles a esa exportación en concreto. Esta estrategia ya se utilizó con la aceituna negra.

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, ha explicado que "lo que pueden es ir no a España, pero sí a sectores que afecten a España, y eso pues nos tiene que preocupar". Preocupan los exportadores de acero, de maquinaria, de cerámica y de productos del campo.

A pesar de todo esto, los aranceles no son la única medida de presión que puede usar Trump. Quismondo ha afirmado que "puedo poner en duda inversiones directas americanas aquí". Algunos expertos opinan también que el señalamiento de Trump a España podría tener efectos negativos sobre la imagen de los productos españoles.

EE.UU. representa menos del 5% de las exportaciones españolas y las ventas a la economía estadounidense aportan el 2,3% del PIB. Esto supone ventas por valor de más de 18.000 millones de euros, además de las múltiples inversiones españolas al otro lado del Atlántico.

Foto: GETTY.