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Veda a la solidaridad en el norte de Malí

  • Los grupos terroristas impiden que llegue la ayuda humanitaria a la zona
  • Las ONGs esperan que cambie la situación con el nuevo gobierno de transición

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Cuando la desesperación es tanta, su reverso, la esperanza, se enciende con facilidad entre los rescoldos. Es lo que está ocurriendo estos días entre los habitantes de Malí y las organizaciones humanitarias que prestan su ayuda en este país del Sahel castigado por una nueva crisis alimentaria.

El presidente interino, Dioncounda Traoré, ha nombrado un nuevo gobierno de transición tras las exigencias de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) de garantizar la estabilidad en su territorio.

El ejecutivo, que estará formado por 31 ministros, ha anunciado ya su intención de remediar la grave situación en la que vive la población del norte, azotada por la violencia de numerosos grupos terrotistas, entre ellos,  Ançar DineAl Qaeda y Boko Haram.

Tan solo el anuncio ya ha inundado de esperanza las secas tierras malienses, tal como explica Emilio Hernando, misionero salesiano en Bamako, la capital del país. "Esperamos que este nuevo ejecutivo se tome en serio la transición y sus miembros trabajen juntos para luchar en el norte. Hay mucha esperanza en este gobierno, que tiene que ser apoyado por la comunidad internacional", subraya este cooperante que trabaja en Bamako desde hace cinco años.

Más de 400.000 habitantes del norte de Malí han huido de la violencia y buscado refugio en las ciudades del interior y en los países vecinos, sobre todo Burkina Faso, Mauritania y Níger.

"Las ONG ya se han marchado"

"Es necesario detener a los grupos islamistas y extremistas del norte, grupos que se respetan mutuamente, que se dedican al contrabando de armas y al tráfico de drogas y que secuestran a los extranjeros para exigir dinero por su rescate", denuncia Emilio, quien acusa a los terroristas de impedir la llegada de ayuda humanitaria a la zona: "Es un territorio vedado para las organizaciones internacionales. Las ONG ya se han marchado y la ayuda va a los campos de refugiados".

Sin embargo, hay quien teme que ocurra justamente lo contrario: que la llegada de nuevos gobernantes a Malí solo contribuya a empeorar las cosas.

"La situación puede complicarse en caso de que haya decisiones como una intervención militar en el norte de Malí", teme Giovanni Lepri, responsable regional de proyectos de ACNUR.

Pero Giovanni no es pesimista del todo, ya que ha visto enormes gestos solidarios entre países vecinos en el Sahel: "Los gobiernos de los países aledaños han abierto sus fronteras a los refugiados de una manera espontánea y fuerte; hay casos como el de Níger donde el gobierno ha entregado ayuda humanitaria entre ellos".

Países pobres y con una grave crisis alimentaria ayudando a otros países pobres con el mismo problema. Ahí también se enciende la esperanza.