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Burkina Faso: seis médicos para 150.000 niños

  • Los problemas sanitarios agravan la crisis alimentaria del país
  • 900.000 niños podrían morir de hambre según datos de UNICEF

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La escena se repite a diario en todos los rincones de Burkina Faso: el sanitario cuelga del brazo del niño una pulsera de papel de tres colores y la estrecha hasta uno de ellos, el rojo; la cinta MUAC, uno de los métodos más fiables para diagnosticar la desnutrición aguda, ha dado positivo.

Teresa López, representante de Medicos Mundi en Andalucía y cooperante en Burkina Faso desde hace 25 años, ayuda a los agentes de salud de dos provincias de este país del sur del Sahel a tratar a niños malnutridos.

El millar de personas que colabora en el proyecto, en el que también participa el Ministerio de Salud burkinés, estima que hay alrededor de 3.000 niños con desnutrición aguda en la zona -hasta 900.000 podrían morir de hambre en todo el país, según datos de UNICEF-, pero localizarlos no es una tarea sencilla.

"Se sabe que hay muchos niños con desnutrición severa, pero es difícil tratarlos porque las familias no los llevan a los centros de salud, que son caros y están a 25 kilómetros de sus casas", cuenta Teresa.

Entonces, ¿cómo se les ayuda? "La única manera de darles asistencia médica es ir a sus casas, casa por casa, con los sanitarios", explica la cooperante.

Cambiar la prioridad

Es precisamente la falta de infraestructuras y de profesionales  sanitarios lo que agrava la crisis alimentaria que vive Burkina Faso, la  tercera ya en los últimos diez años.

"El problema es que solo hay seis médicos para los 150.000 niños que tenemos que atender. Y son médicos de familia,  no pediatras, por supuesto", denuncia la representante de Medicos Mundi.

Es por este motivo que la ONG en la que trabaja Teresa, que suele llevar a cabo proyectos de salud infantil a largo plazo, ha decidido dar prioridad a trabajos de respuesta urgente a la grave situación del país.

Los ejes principales de esa ayuda de emergencia son dos: distribución de alimentos o dinero a las familias más pobres para que puedan comprar alimentos, y asistencia sanitaria a niños de hasta cinco años con desnutrición severa.

Son muchas las personas que, como Teresa López, ayudan a los tres millones de personas que están sufriendo la crisis alimentaria en Burkina Faso. La comunidad internacional, de momento, ni está ni se le espera.