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Neil Young y los 40 años de 'Harvest', uno de los discos más brillantes de la historia

  • La madeja celebra el aniversario con un programa especial. Escúchalo ya
  • Sonideros se ocupa de la obra de Young tras Harvest
  • Además recuperamos otras playlist y monográficos sobre el cantautor

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Neil Young grabó Harvest en 1972, hace ya cuatro décadas, aquejado de fuertes dolores musculares que casi le impedían mantenerse en pie. Fue aquél un album marcado por las limitaciones físicas, necesariamente relajado y campestre, con piezas canónicas del country-rock como “Old man”, “Out of the weekend” o “Heart of gold”.

Sin embargo, el trabajo ya anunciaba la rabia y la desesperación de su inmediato futuro artístico en canciones nada complacientes como “Alabama” (un furioso alegato antirracista que irritó a los rednecks sureños y provocó la replica patriótica de Lynyrd Skynyrd en “Sweet home, Alabama”) y “The needle and the damage done”, con un texto premonitorio dedicado al guitarrista de Crazy Horse, Danny Whitten:

“Di con la ciudad y perdí mi banda / Vi cómo la aguja se llevaba a otro hombre / Se fue, se fue, el daño hecho / Canto esta canción porque amo al hombre / Sé que alguno de vosotros no comprenderá / Sangre de leche para evitar el fin / He visto la aguja y el daño hecho / Una pequeña parte de cada uno / Pero cada yonqui es como un ocaso”.

Desgracias encadenadas

Finalmente, Whitten murió por sobredosis de heroína nueve meses después de la publicación de Harvest, mientras Young se enfrentaba a una terrible tragedia familiar que habría de marcar su vida: el nacimiento de su hijo Zeke con parálisis cerebral.

En medio de aquella vorágine emocional, el canadiense aún tuvo fuerzas para dirigir su primera película, Journey through the past, un documental perturbador que rodó sin guión previo (“en parte porque me gusta el cinema verité, en parte porque soy incapaz de escribir más de media página seguida”) y mereció críticas feroces. Justamente, por cierto: aún hoy se encuentra entre sus obras menos apreciadas y el doble LP que contenía la banda sonora permanence inédito en soporte digital.

Las ilusiones perdidas

“La nuestra es una generación marcada fuertemente por la droga y así es como mucha gente se inspira para escribir sus canciones, pensando en la homosexualidad y las drogas duras. Es la manera de vivir de un montón de gente. No esperan cumplir los treinta años y no les importa. Están en los años setenta. Lo que quiero decir es que gente como Lou Reed o David Bowie, esos tipos creo que han encontrado una clave: date una vuelta por el camino peligroso” (Neil Young).

Young sabía muy bien lo que decía al dejar constancia del fin de las ilusiones de cambio generadas durante la década prodigiosa, especialmente en los círculos del flower power y el rock psicodélico. Él estaba sufriendo en su entorno lo que Bowie, Reed, Iggy Pop y los New York Dolls sentenciaban en sus discos: la devastación personal, la muerte, la huida hacia ninguna parte.

La trilogía oscura

De esos sueños rotos, de esa noche oscura, tratan tres discos esenciales en el canon del rock de la época, Time fades away (1973), On the beach (1974) y Tonight’s the night (1975).

El primero es fiel reflejo de la gira que no pudo empezar Danny Whitten. En la foto de portada, una rosa solitaria ocupa en el suelo del escenario, en el lugar del colega desaparecido. Dentro, ocho canciones nuevas, de fuerte tinte autobiográfico, especialmente “Don’t be denied” y la estremecedora “Time fades away”, un terrible prólogo del paisaje desolador explicitado luego en “Tonight’s the night”:

“Catorce yonquis demasiado débiles para trabajar / Uno vende diamantes por lo que valen / En la calle del Dolor acechan los contratiempos / Hijo, no vuelvas tarde a casa / Trata de llegar sobre las ocho / Hijo, no esperes al amanecer / Porque ya sabes cómo se esfuma el tiempo / Cómo se esfuma el tiempo / Ya sabes cómo se esfuma el tiempo”.

Desgraciadamente, este espléndido directo, la antítesis de Harvest, aún espera en los archivos de la discográfica el momento de ser reeditado en formato digital, algo que no parece importarle demasiado al propio Neil Young, pese al clamor de sus seguidores.

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